En el mismo periodo la desocupación subió más del 27% y sumó a la tasa a unos 9.000 marplatenses. Si bien hubo trimestres en los que los subocupados demandantes de empleo ejercieron presión, los últimos datos muestran una baja en la búsqueda laboral, que adjudican al "desaliento" por la situación económica.
El 10 diciembre de 2015, ante un Concejo Deliberante repleto, el por entonces flamante intendente Carlos Arroyo garantizaba a los presentes y a una ciudad que lo había elegido con el 47,5% de los votos, que su gestión encararía dos caminos fundamentales: “Luchar contra la pobreza y educar”. Además, y en sintonía con Cambiemos, la alianza política de la que todavía era representante, esbozó uno de los lemas más repetidos en la campaña presidencial de hace cuatro años: “Vamos a trabajar para llegar a aquél principio básico de la Pobreza Cero”.
A más de tres años de ese discurso, el intendente no sólo ya no forma parte de la fuerza gobernante sino que la culpa por el aumento en el índice de pobreza local, que según el último informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) se ubica en el pico más alto de la última década con el 29,5% y afectando a 187.913 marplatenses.
“No es nuevo esto, pero mal que me pese es parte de los errores que se cometieron en macroeconomía en este gobierno, en parte, y en otra (parte) viene del arrastre que traemos”, señaló Arroyo, ahora, en plena salida del Ejecutivo, si se tienen en cuenta el 5% de los votos que obtuvo en las PASO de agosto.
El índice de pobreza en Mar del Plata registra un aumento del 12%, si se compara el segundo semestre de 2016 con el primer semestre de 2019 (NdelR: la pobreza comenzó a medirse semestralmente a partir de junio de 2016, tras la emergencia estadística del Indec en el periodo 2007-2015). Ese dato implica que, en los últimos tres años, 20.200 personas y 5.200 hogares más pasaron a vivir bajo la línea de pobreza en la ciudad. Los indigentes, en tanto, pasaron de ser 36.400 a 39.900. Es decir, unas 3.500 personas más.
Sin embargo, la tasa que mayor porcentaje de aumento registra es, sin duda, la de la desocupación, que en últimos tres años acumula un incremento del 27,2%. La comparación entre los datos del segundo trimestre de 2016 con los del mismo periodo en 2019 muestran que hay 9.000 marplatenses más que no trabajan y buscan activamente una ocupación. Esta situación se da en paralelo con un crecimiento poblacional del 2,6% y un aumento en la tasa de empleo, que pasó de 40,3% a 42,6%, que según señalan especialistas se debe al ingreso de 21.000 personas al mercado de trabajo, principalmente mujeres en edades centrales (de 30 a 64 años) que se incorporaron como cuentapropistas o asalariadas en empleos precarizados.
Un dato que se mantiene alrededor del 15% desde 2016 es el de subocupados, y corresponde a aquellos ocupados que trabajan menos de 35 horas semanales y desean trabajar más horas.
Así las cosas, la tasa de ocupados o subocupados demandantes de empleo muestra bajas de entre 3,9 y 1,8 puntos porcentuales, respectivamente. Teniendo en cuenta la caída en los salarios y el aumento en la desocupación, especialistas interpretan esta situación como un aumento en la desmotivación entre la población trabajadora en la búsqueda laboral.
Tres etapas
Para analizar la evolución de los indicadores de trabajo y pobreza de los últimos tres años, LA CAPITAL entrevistó al docente investigador de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Eugenio Actis Di Pasquale, quien aseguró que los últimos tres años pueden dividirse en tres etapas: una hasta la mitad de 2017, otra hasta la mitad de 2018, y una última, que se desarrolla hasta la actualidad.
“Hasta la primera mitad de 2017 lo que se observó fue que la tasa de empleo se mantuvo, aunque el fenómeno que se dio fue un cambio en la composición por género: los hombres salían del mercado laboral y las mujeres entraban. En la segunda etapa, comienza a crecer la tasa de empleo a niveles históricos, que si bien hay dudas en relación a la muestra utilizada para el segundo trimestre de 2018, esto se dio porque el ingreso de mujeres al mercado de trabajo para cubrir o complementar el ingreso familiar”, indicó Actis Di Pasquale.
En cuanto a la tercera etapa, vigente hasta la actualidad, el investigador asegura que está marcada por la recesión económica, “que ya afecta a todo el país”. “En la segunda mitad de 2018 se empezaron a perder los puestos cuentapropistas generados en la etapa anterior y los registrados. El último dato también muestra que si bien cayó el empleo en un porcentaje bajo, hay un crecimiento de asalariados no registrados de 8.000 personas aproximadamente y los cuentapropistas cayeron casi 10.000”, explicó.
Eugenio Actis Di Pasquale
Trabajador(a) adicional
Actis Di Pasquale también destacó que uno de los fenómenos que se dio en los últimos años, en Mar del Plata, es lo que en la literatura económica se denomina el efecto Trabajador Adicional y se da cuando, ante la pérdida del empleo del jefe de hogar y/o ante la caída del salario real, otros integrantes del hogar se ven obligados a salir a buscar trabajo para intentar cubrir o complementar el ingreso familiar. En Mar del Plata, al igual que en otros territorios, son las mujeres las que explican en mayor proporción el aumento en la participación laboral.
“Lo que se ve en la ciudad desde el segundo trimestre de 2017 es que se viene incrementando la participación de mujeres en edades centrales (30-64 años). Lo que en los primeros informes señalábamos como hipótesis, en uno de nuestros últimos trabajos, lo comprobamos”, indicó. También aseguró que el empleo al que accede este “trabajador(a) adicional” es más bien una “changa” o un “trabajo informal”, por lo que el acceso al trabajo digno sigue siendo un desafío.
Búsqueda desanimada
En cuanto a la baja en la tasa de ocupados y subocupados demandantes de empleo, Actis Di Pasquale lo adjudicó un “desaliento” en la búsqueda laboral ante las complicaciones que muestra el mercado de trabajo. “Entre el segundo trimestre de 2017 y mitad de 2018 creció la presión de los ocupados o subocupados demandantes de empleo a la vez que crecía la tasa de empleo. Sin embargo, en los últimos dos trimestres empezó a caer la búsqueda de los subocupados. Y lo que vemos, si relacionamos la suba de la desocupación y la baja de los ingresos en los hogares, es que frente a un mismo nivel de subocupación se presenta un desaliento en la búsqueda de trabajo. Piensan, ‘para qué buscar si no hay trabajo, me quedo con lo que tengo'”, explicó.