Fernanda Lastra, marplatense y directora de orquesta, habla de la apertura de la actividad hacia el género femenino y observa un menor despliegue de lo clásico en Mar del Plata.
Lamenta que la música clásica no se haya convertido en un elemento de consumo masivo. Nacida en Mar del Plata, egresada de la Universidad de La Plata como directora de orquesta, Fernanda Lastra siente que, más allá de las divisiones por géneros y estilos, la música “es una sola, no considero que la clásica sea mejor que otro tipo de música”, dice a LA CAPITAL.
“En estos tiempos violentos y cambiantes que nos tocan transitar, necesitamos lo que la música nos regala: momentos de recogimiento, de emoción, de alegría y de reconexión personal que nos ayuden a vivir mejor, a frenar la tensión cotidiana”, desliza esta joven que sabe que, desde hace un tiempo, el panorama de la dirección orquestal está abriéndose a las mujeres.
En su trayectoria, se encuentra el haber liderado el grupo La Trama Ensamble, una experiencia que desarrolló en La Plata. Además, llegó a dirigir en 2008 y 2015 como invitada a la Orquesta Sinfónica Municipal. Ahora, acaba de egresar de una maestría en Estados Unidos, en la Penn State University. Y sigue por más. Iniciará un doctorado en dirección orquestal en esa misma casa de altos estudios, con el fin de “tener una sólida formación”.
Dice que su gran romance con la música comenzó en la infancia, de la mano de un piano que estaba en la casa de unos allegados. A los 10 arrancó en el Conservatorio Luis Gianeo. Y a los 15 años comenzó a cantar en el Coral Cármina, junto a Horacio Lanci, “que por ese entonces era mi profesor en el Conservatorio”. El primer ensayo con el coro “fue mágico”. “Solamente escuchar vocalizar a ciento ochenta personas era una emoción inexplicable”.
– ¿A qué se debe que sean pocas las mujeres directoras de orquesta?
– La dirección de orquesta ha sido por años una actividad exclusivamente para hombres. Así como lo fueron también los puestos para músicos dentro de una orquesta. Esta es una realidad que afortunadamente está cambiando, y si bien es poco el porcentaje de directoras mujeres en el mundo, es cierto que hay una apertura cada vez mayor. Este cambio sucede porque hoy estamos creciendo como sociedad al considerar la igualdad de género en todos los ámbitos. Auguro buenos años venideros.
– ¿Notás diferencias entre una directora mujer y un varón?
– Creo que las diferencias debieran ser las mismas que entre dos personas del mismo género. Nuestra actividad, como toda actividad de liderazgo, está teñida por la personalidad y carisma de cada uno, pero fundamentalmente por la preparación profesional y desempeño delante de una orquesta. En este sentido, que sea mujer u hombre poco debería importar si ambos directores son buenos profesionales y logran resultados.
– ¿Cómo ves musicalmente a Mar del Plata?
– Honestamente, no podría dar una opinión dado que no vivo en la ciudad hace tiempo. No obstante, sí tengo la impresión de que la actividad musical era mayor hace algunos años, especialmente en el ámbito de la música clásica. En mi época de formación, además de la Orquesta Sinfónica Municipal, existía el Quinteto de Vientos, el Cuarteto del Maestro Manuel Rego y conciertos periódicos que se realizaban no sólo en el Teatro Colón, sino en el Colegio de Escribanos, la Villa Victoria, el Teatro Auditorium, y eventos al aire libre como la Gala del Mar. Había más para ver y escuchar. Esto puede suceder por la situación económica, pero también por una realidad más poderosa que tiene que ver con la carencia de un público masivo que guste y consuma este tipo de música, como ocurre en otras partes del mundo. Tal vez, para mucha gente todavía, la música clásica sea aburrida, elitista, antigua.
– ¿Qué resaltás del sistema musical de Estados Unidos?
– Como sociedad, desarrollan la cultura de filantropía: cada persona dona o aporta a entidades siendo consciente de que con ese gesto está siendo parte de un objetivo más amplio. Son muchas las orquestas comunitarias que funcionan con el aporte de la gente o de sponsors. Esto no tiene que ver con una situación económica superior a la nuestra, que por supuesto es evidente, sino con una conciencia colectiva de ser parte de un proyecto cultural donde se beneficia a toda la comunidad.