El cardenal Mario Poli pidió "dejar de lado descalificaciones y posturas que promuevan el resentimiento y la división".
El cardenal Mario Aurelio Poli pidió este martes en la homilía del tradicional Tedeum que se desarrolló en la Catedral Metropolitana por el 25 de Mayo, “a los dirigentes de todos los sectores” la “auténtica capacidad de liderazgo para ejercer con nobleza la vocación política” y hacerlo “dejando de lado descalificaciones y posturas que promuevan el resentimiento y la división”.
Tras la lectura del pasaje de Marcos 9, 30-37, Poli manifestó: “En la dura realidad de estos días, en la dramática extensión de la pandemia con su secuela de enfermedad y muerte, se han acentuado la pobreza, la exclusión, la falta de trabajo, así como las expresiones de un creciente enfrentamiento político”.
“Renovamos nuestra convicción de que el diálogo es el camino para afrontar juntos, como comunidad nacional, esta etapa difícil y exigente”, dijo, tras lo cual añadió: “Ante esta situación y por el bien de la República queremos pedirles a los dirigentes de todos los sectores, auténtica capacidad de liderazgo para ejercer con nobleza la vocación política”.
Lo que se deberá hacer “comunicando claramente la situación en cada momento, suscitando y alentando el compromiso y el empeño de todos, dejando de lado descalificaciones y posturas que promuevan el resentimiento y la división”, puntualizó el cardenal.
En este sentido, el referente de la Iglesia recordó que “el papa Francisco, en su última encíclica, nos dice: ´Ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política, recuerdo que la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo´”.
El Evangelio de San Marcos leído hoy presenta a Jesús por el camino que lo lleva de Galilea a Jerusalén para cumplir su destino.
“Lo hace con una libertad soberana, con voluntad firme y decidida, obediente a lo que le pide su Padre Dios. En ese contexto, abre su corazón y anuncia su ya próxima pasión a los discípulos” mientras estos “discuten entre sí quién es el más grande o el más importante”, reseñó Poli.
Tras lo cual remarcó que “no nos debe escandalizar la ambición de quienes habían seguido al Señor” ya que “es bien sabido que siempre han existido los embriagados por el ansia de poder” y que “es una constante en la historia de la humanidad”.
“Entonces Jesús, cuya predicción no encuentra ningún eco, reúne en torno a sí a sus discípulos y comienza una lección conmovedora” y les dice: “El verdadero primero en el Reino de Dios es el último en el reino de los hombres, es el siervo, el que es despreciado. La ambición de grandeza contrasta con los valores del Reino y la lógica del Evangelio, donde ´los últimos serán los primeros´.
Según el cardenal, “las palabras de Jesús van más allá: el que recibe a uno de estos pequeños, en realidad lo recibe a Él y al mismo Dios en su casa” y llamó a “reconocer la presencia de lo sagrado en los hermanos más vulnerables”.
“Iluminados con la Palabra que inspiró virtudes y gestos de grandeza en los protagonistas de la Revolución de Mayo, en un nuevo aniversario, hoy elevamos una oración de acción de gracias por la Patria que nos entregaron con enorme sacrificio”, sostuvo el cardenal.
Al tiempo que interpretó que “volver sobre sus ideales nos puede devolver el espíritu y el sentimiento solidario que nos permita vivir bien las pruebas y desafíos de nuestro tiempo”.
Poli recordó asimismo a Belgrano, y su sueño “de un pueblo organizado a la luz de la Carta Magna –aspiración común de los Padres de la Independencia”, el que se “desvaneció por décadas a causa de los desencuentros y enfrentamientos fratricidas, que cobró mucha sangre de argentinos entre los dos bandos irreconciliables”.
“Por momentos se instala la idea de un doble destino para los argentinos: fracasado o exitoso; con educación para todos o sumergidos en la ignorancia, abundancia para pocos o pobreza para muchos”, dijo, pero añadió que “hay un solo destino colectivo para nuestro pueblo: fraterno, solidario, con educación, salud y justicia, con igualdad de posibilidades para el acceso a la tierra, al techo y al trabajo, valorando y respetando la vida de todos”.
“Si hay voluntad de acordar dialogando, podremos achicar las diferencias y estaremos más cerca de lograr ese destino común”, finalizó el cardenal Poli.