La muestra que se presentó originariamente en el Museo Provincial de Bellas Artes y que se pudo recorrer hasta la semana pasada en la Cámara de Diputados bonaerense reivindica a artistas argentinas del siglo XX que pasaron desapercibidas para la historia oficial.
Por Luciana Mateo
Corresponsal en La Plata
La artista Ernestina Rivademar (1870-1950) tuvo una participación muy activa en la vida social y cultural de La Plata de principios y mediados del siglo pasado.
Fue también la primera directora del Museo Provincial de Bellas Artes –estuvo a su cargo entre 1922 y 1930- aunque, por esas desigualdades históricas, el edificio lleva desde hace una década el nombre de ‘Emilio Pettoruti’, su segundo director.
La obra de Rivademar fue rescatada por otras mujeres –en este caso curadoras de arte- y exhibida junto a la de otras treinta artistas argentinas –o que se radicaron en nuestro país- que fueron ignoradas por la historiografía por cuestiones de género.
La muestra que se titula ‘Ilustres desconocidas’ se presentó por primera vez en marzo de 2017 en el Museo ubicado en La Plata y hasta la semana pasada se pudo recorrer –en su versión resumida- en el hall central de la Cámara de Diputados bonaerense.
‘Ilustres…’ rescata los trabajos de artistas que, además de haber recibido numerosos premios, fueron también gestoras culturales, docentes y productoras de otras ramas del arte, y que incluso se destacaron como intelectuales comprometidas políticamente.
“Las elegimos no sólo por sus perfiles interesantes sino por los temas que ellas evidenciaban. Por ejemplo, fueron mujeres que mostraron a otras mujeres en sus profesiones: trabajando en talleres, en el campo o en la escuela”, contó a LA CAPITAL Florencia Suárez Guerrini, una de las cinco curadoras de la muestra.
-¿Cuál fue el criterio empleado para elegir las obras?
-La propuesta original era hacer algo más contemporáneo, pero rápidamente nos dimos cuenta de que no sabíamos qué teníamos como patrimonio dentro del Museo. Nosotras queríamos indagar qué tipo de participación habían tenido las artistas mujeres en la formación de la colección. Comenzamos rastreando los archivos administrativos y documentales de la Biblioteca desde la fundación del Museo. Ahí nos llamó la atención que la primera dirección la había ocupado una mujer, Ernestina Rivademar, que fue quien hizo toda la gestión para las donaciones de las obras. Rivademar nos pareció además un personaje interesante por otros aspectos: era muy progresista para su época, estudió pintura en Europa gracias a una beca otorgada por el Estado y tuvo una participación incipiente en el campo cinematográfico, en una película llamada ‘La ilustre desconocida’; de ahí el título de la muestra. A partir de la exposición le pusieron su nombre a la biblioteca, eso estuvo buenísimo.
-¿Les costó hallar datos sobre estas mujeres?
-Fue difícil encontrar los perfiles porque como en su mayoría eran artistas prácticamente desconocidas no había mucha información. Además de Rivademar, hubo muchas otras que nos interesaron por su biografía, como Mané Bernardo, que luego se dedicó a la escenografía y el teatro y fundó el Museo del Títere de San Telmo. También Leonor Fini, que estuvo en París trabajando como vestuarista para teatro y que incluso diseñó un perfume.
“Todavía faltan mujeres en el mercado”
Las artistas que integran esta colección desarrollaron su actividad entre las décadas del ‘20 y el ’80 del siglo XX. Algunas de ellas llegaron a ver expuesta su obra en el Museo Provincial.
-Como en todos los ámbitos, les habrá costado muchísimo hacerse notar…
-Claro que sí. Trabajamos viendo qué lugar de inserción tenían las mujeres en ese momento. Una de las más célebres es Raquel Forner, que no era desconocida, todo lo contrario. Ella era la única que obtenía premios pero, aun cuando los ganaba, la crítica le atribuía a su obra características masculinas. Otras artistas tuvieron algún recorrido; hemos encontrado revistas Para Ti de la época que hablan de participaciones en algún salón. Pero eran en general salones de la mujer o salones provinciales y eran muy pocas las que recibían primeros premios. Por otro lado, en general aquellas estudiantes de arte de principios del siglo XX no practicaban con modelos vivos, entonces no podían hacer desnudos. Tampoco eran jurados de concursos y –salvo Rivademar- no ocupaban cargos altos ni de gestión en el campo de las artes.
-¿Y ahora sí?
-Ahora un poco más, está todo el mundo más atento a estas cuestiones. Este año, por ejemplo, hubo mucho lío en el Salón Nacional porque los jurados siempre fueron varones, y los premios se otorgaban a hombres también. Hoy se puede encontrar mujeres al frente de las facultades de arte, dirigiendo cátedras y galerías. Pero todavía faltan en el mercado y en los jurados de los salones.
Las artistas
La muestra rescata la obra de María Carmen Portela (1898-1983), una grabadora y escultora que fue subestimada por considerarse la escultura una disciplina inapropiada para las mujeres debido a su despliegue físico.
También las de Aída Carballo (1916-1985) –dibujante, ceramista, pintora surrealista y docente-, Martha Peluffo (1931-1979) -pintora-, Leonor Vassena (1924-1964) –pintora, dibujante y artista plástica- y Ana María Moncalvo (1921-2009) -grabadora, dibujante y docente-, entre otras.
Las curadoras
Además de Florencia Suárez Guerrini, fueron curadoras de esta exposición Berenice Guastavino, Marina Panfili, Lucía Gentile y Lucía Slavoff, todas integrantes del Instituto de Historia del Arte argentino y americano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.