El único campeón mundial surgido del fútbol marplatense protagonizó un encuentro muy especial en el club que lo vio nacer. “Nunca soñé con ser campeón del mundo, apenas con entrar con mis hermanos a jugar en el césped del estadio San Martín”, confesó recordando su niñez en Mar del Plata.
Jorge Mario Olguín, el único campeón mundial que dio el fútbol marplatense, una vez más, volvió a casa. A su querido Alvarado. La excusa fue la presentación de su propia historia, hecha libro por el periodista Ezequiel Suárez. Un pretexto para el reencuentro con sus primeros compañeros y con la gente que lo conoció y lo quiso de pibe.
Así salió un emotivo ida y vuelta entre el presente y el pasado, un viaje en el tiempo a aquellos años en los que toda la felicidad cabía adentro de una pelota. Acompañaron al notable ex futbolista el propio Ezequiel Suárez y el periodista y concejal Vito Amalfitano, con quien lo une una estrecha amistad.
El conductor Juan Ithurrart y el periodista José Luis López prologaron esta presentación a la que no faltaron autoridades políticas. El intendente Guillermo Montenegro dijo presente, acompañado por Ricardo Liceaga Viñas, director de Deportes del EMDER, también el concejal Roberto “Chucho” Páez y un ex edil muy futbolero como Daniel Rodríguez, autor en su momento del proyecto que reconoció al notable ex jugador como “Deportista Insigne” de Mar del Plata.
Vito Amalfitano definió a Olguín como “el gran representante de los futbolistas marplatenses de ayer, de hoy y del futuro” dado que fue el que más alto llegó de todos y Ezequiel Suárez, a su turno, resumió el contenido de su minucioso libro como “la historia de un pibe que quería llegar” y de “un campeón del mundo y de la vida”.
Pero la estrella era el ex defensor de San Lorenzo de Almagro, independiente y Argentinos Juniors, entre otros. Y estuvo a la altura. “Qué difícil es cuando uno se encuentra con el pasado, de verdad no me esperaba tanto y se los agradezco a todos. Especialmente a mi amigo Alejandro Lofredo, que viajó conmigo a San Lorenzo de Almagro y tuvo que volverse por una lesión. Pienso que si no lo hubiera ocurrido aquello tenía todas las condiciones para quedarse”, afirmó.
“Uno de pibe no sueña con ser campeón del mundo. Éramos amigos del hijo del canchero del San Martín y mi sueño era entrar al estadio a jugar con mis hermanos”, confesó.
“Pocho Campana y Vicente Faienza aparecieron en mi vida. Yo por entonces jugaba todo el día al fútbol. En el equipo del barrio, en Alvarado, en el Piso de Deportes y sobre todo en la plaza. La única que renegaba era mi madre por cómo llegaban los guardapolvos a casa. Cuando terminé la primaria, como se estilaba entonces, mi viejo me hizo elegir: ‘Estudias o trabajas’. Le dije que yo iba a jugar al fútbol. Y entonces me mandó a trabajar”, recordó.
“Un día en un equipo de fútbol de Alvarado faltaba uno y mi hermano dijo que yo podía ocupar el lugar. Era muy chiquito y varios se opusieron. Pero mi hermano insistió y me pusieron. El técnico de Alvarado vio ese partido y me invitó a entrenar con la primera. Así llegué. Los grandes me cuidaban mucho. Para mí era importantísimo entrenar con ellos, para mí eran glorias”, continuó.
Olguín continuó con el resumen de su carrera. “Los sueños se cumplieron. Por entonces los defensores no podían cruzar la mitad de la cancha. Aunque estaba etiquetado como un técnico de otro gusto, Osvaldo Zubeldía fue el primero que me lo permitió”, apuntó.
“Finalmente llegó la Selección. El Loco Houseman, en un San Lorenzo-Huracán, me dijo que me cuidara porque me iban a llamar al día siguiente. No le creí, habíamos jugado mal, pero así fue. Cuando llegué a entrenar, ni sabía de lo que iba a jugar. Estaba haciéndolo de ‘5’ y ya había pasado por todos los puestos de la defensa”, reveló.
“Cuando entré en el equipo, no salí nunca. En un partido en Perú tiraron un centro pasado y yo, en lugar de rechazar, le tiré un sombrero al delantero que tenía cerca y salí jugando. Menotti me llamó después del partido y me dijo que los h…se le subieron a la garganta. ‘Está bien, César, la próxima la rechazo’, me disculpé. ‘No, no, fue una jugada espectacular, la próxima vez haga lo mismo’, me dijo. El Flaco me dio todas las libertades”, contó.
El defensor se refirió también al “ninguneo” que el campeonato del mundo de 1978 recibió de algunos sectores. “Nosotros queríamos jugar, no teníamos nada que ver con lo que ocurría. Nos dolía que sólo nos reconocieran en el interior. Ahora, felizmente, las cosas están cambiando en Buenos Aires”, manifestó.
“Este momento es muy especial para mí -se emocionó cerca del final de su presentación-, Alvarado siempre fue mi casa. Nunca me olvido de cómo me recibieron cuando llegué a Mar del Plata después de haber ganado el título de 1978. En el club y en la Municipalidad. Yo nací en Dolores, pero para el fútbol nací en este club”.
El intendente Montenegro, por último, no podía dejar de intervenir en esta presentación. “Vine porque soy hincha de Alvarado, para mí es un honor estar acá. Olguín jugaba como los laterales de hoy, pero mucho antes. Pero lo más maravilloso fue todo lo que se habló de los comienzos y de su familia. Te admiro mucho por todo lo que hiciste adentro, pero mucho más por lo que hiciste afuera de la cancha”, le dijo al emocionado defensor.
La mañana terminó con las fotos y con el regalo de una camiseta del club de la Subcomisión de Fiestas, encabezada por Sebastián Morales, y de la agrupación “Los Viejos de Alva”, donde se reúnen muchos de aquellos jugadores del “Torito” que eran glorias para Olguín en su infancia.
Por supuesto, también, con la firma de libros. Y con una confirmación. La próxima presentación de “Olguín” será en una fecha y un lugar muy especial para el fútbol argentino: el próximo 25 de junio, aniversario de la conquista del Mundial 1978, y en la casa de La Paternal de Diego Maradona. Mejor, imposible.