Por Horacio Taccone y Eva Ayala
Mar del Plata atraviesa desde hace algunos años una lamentable inercia de gestión cuyas consecuencias se verifican en la decadencia de los servicios públicos, el deterioro de las infraestructuras y la falta de obras relevantes que permitan mejorar la calidad de vida de los vecinos y vecinas en los diferentes barrios. Hace mucho que el municipio no hace.
En ese contexto, que se agrava con la caída de la actividad económica y el deterioro de los ingresos fijos (salarios y jubilaciones) de marplatenses y batanenses, el gobierno municipal ha emprendido una batalla contra los que tendría que conducir y motivar para lograr una ciudad mejor. El nuevo enemigo del Intendente son los agentes del propio municipio. El jefe enfrenta a sus subordinados. De más está decir que ese ejemplo no figura en ningún manual de conducción.
Mientras la sociedad sufre la ausencia de verdaderas políticas de estado, con un municipio que abandonó todas las líneas estratégicas de gestión y todo aquello que implique poner la mirada en el mediano y en el largo plazo, el gobierno monta ahora un espectáculo político de corto vuelo, emprendiendo una cruzada contra los planteles municipales en lugar de proveer lo necesario para evolucionar, modernizar y asegurar condiciones adecuadas de trabajo y control de gestión.
Cae la recaudación en Mar del Plata… cierran comercios e industrias… los jóvenes se quedan sin trabajo. Los adultos chocan contra el techo bajo de jubilaciones paupérrimas. Los barrios hace mucho que no ven las máquinas del municipio mejorando sus calles. Los centros de salud no tienen remedios ni profesionales, ni turnos suficientes. Desapareció la Secretaría de Cultura. No hay obras en las escuelas. La gente en situación de calle sufre el abandono. La higiene urbana es un recuerdo. Sectores que generan ingresos se privatizan. Y también se realizan adjudicaciones inexplicablemente onerosas para el erario público.
El mismo intendente que cuando era candidato formuló de manera rotunda la promesa de ocuparse de la seguridad de los marplatenses hoy se declara, de hecho, prescindente ante la ola de delitos y violencia que castiga a nuestros vecinos y vecinas. Fue fácil decir lo que la gente necesitaba escuchar. Pero es imposible hacer sin dedicación y trabajo.
Eso y mucho más es lo que hace falta revertir. Pero el gobierno municipal encuentra un atajo copiando el discurso ideológico de Milei y la emprende contra las enfermeras, los médicos, los placeros, los operarios de alumbrado público, las trabajadoras sociales, defensa civil, los maestros del municipio. Pretenden reemplazar la falta de proyecto y de pasión por Mar del Plata con un montaje tardío (segundo período de gobierno) que no resulta creíble.
Siempre hay cosas para mejorar, siempre es necesario progresar y asumir nuevos desafíos. Pero eso se forja en el duro yunque de la gestión diaria y no en la búsqueda de titulares de alto impacto y poco resultado para la gente. Mar del Plata necesita paz, necesita que la protejan y la quieran. Necesita funcionarios que trabajen, con visión y constancia, para poder así exigir el mejor rendimiento de aquellos a los que debieran conducir.
Los autores son concejales de Acción Marplatense.