Interés general

El urbanismo contra Le Corbusier

por Luis Miguel Pascual

PARIS, Francia.- Apenas tres años después de que la obra del arquitecto Charles-Édouard Jeanneret-Gris, conocido mundialmente como Le Corbusier, fuera declarada patrimonio de la Humanidad, la Unesco se plantea su salida de la lista a causa de un proyecto urbanístico demasiado salvaje.

La herida está abierta en Marsella, donde el Ayuntamiento lanzó un ambicioso plan urbanístico en el barrio sur de la ciudad, donde se sitúa la llamada “ciudad radiante”. Según la Fundación Le Corbusier, creada para velar por el patrimonio del arquitecto, ese proyecto pone en peligro su continuidad en la lista de la Unesco.

En 2016, la Unesco inscribió 17 de sus obras de Le Corbusier, repartidas en 7 países de tres continentes, pero lo hizo como un conjunto. Si una de ellas deja de respetar los exigentes cánones del Patrimonio de la Humanidad, todo el bloque completo sería desclasificado.

“Es un problema importante, porque entrar en la lista de la Unesco no es sencillo”, explica a EFE la responsable de arquitectura y restauración de la Fundación, Bénédicte Gandini.

Tras la Segunda Guerra Mundial, en plena reconstrucción del país, las autoridades francesas encargaron a Le Corbusier levantar edificios para afrontar la carestía de vivienda social. En ese contexto, entre 1947 y 1952 creó la “ciudad radiante”, 337 departamentos de tres tipos diferentes enclavados en un edificio innovador, concebido para hacer agradable la vida a sus habitantes.

La misma penuria de vivienda en Marsella que provocó el nacimiento de su obra puede ahora acabar con su consideración como Patrimonio de la Humanidad.

El Ayuntamiento Marsella lanzó un plan para densificar la segunda ciudad más grande de Francia, que en el entorno de la obra del arquitecto suizo se traduce en la construcción de un millar de viviendas, incluidas tres torres de 54 metros de altura, la misma que la “ciudad radiante”.

La Unesco considera que, por un lado, el proyecto presentado entorpece la vista del edificio y, por otro, bloquea las panorámicas del mar y de la ciudad que había previsto el arquitecto.

Gandini recuerda que ambos factores fueron clave para inscribir la obra en la lista del patrimonio y añade que la Alcaldía “olvidó todos los servicios urbanos paralelos necesarios a una mayor densidad de población, como estacionamientos o espacios verdes”.

Junto a otros habitantes del edificio, Bernard Soumiru pelea para que el municipio dé marcha atrás y “preserve el entorno” de la “ciudad radiante”.

“No han tenido en cuenta nuestras reivindicaciones y ponen en peligro una obra fantástica”, señala a EFE el propietario, que compró su departamento hace 38 años.

Soumiru reconoce que es “un privilegio” vivir en la vivienda de Le Corbusier. “Tenemos vistas tanto al mar como a la montaña, todos los apartamentos son muy luminosos y la insonorización es casi absoluta. Tienes la sensación de vivir en una pequeña casa dentro de un edificio”, afirma.

Del futuro de la obra de Marsella penden otras en Argentina (La Casa Curutchet), Alemania, Bélgica, Francia, Suiza, India y Japón.

El Ayuntamiento de Marsella trata de quitar hierro al asunto. Explica que los terrenos anexos a la “ciudad radiante” son privados, pertenecen a grandes constructoras que quieren levantar proyectos ambiciosos.

Pero un portavoz asegura a EFE que harán todo lo posible para que no afecte a la inscripción de la obra de Le Corbusier en la lista de la Unesco.

En ese sentido, recuerdan que el proyecto inicial preveía 2.000 viviendas y que la intervención municipal lo ha limitado a un millar.

En cuanto a las tres torretas, el portavoz señala que se tratan de una simulación que no tiene por qué figurar en el proyecto definitivo.

“Si nos presentan un proyecto que perjudique a la obra de Le Corbusier no lo autorizaríamos”, señala.

“Buenas palabras pero huecas”, responde Soumiru, que asegura que estarán muy pendientes de los próximos movimientos.

Desde la Fundación Le Courbusier aseguran que no basta con limitar el número de viviendas adyacentes para convencer a la Unesco.

El municipio no abordó las obras necesarias para acoger a los turistas, ni afrontó el problema de aparcamiento que hay en el parque, también diseñado por Le Corbusier, inservible para los viandantes por la gran cantidad de coches que acoge.

EFE.

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