Por Rodolfo “Manino” Iriart
El turismo fue uno de los sectores económicos más perjudicados por la pandemia del Covid-19, cuando millones de puestos de trabajo se pusieron en riesgo y muchos empresarios debieron reconvertirse en un lapso corto de tiempo.
Durante el desarrollo de la XXIV reunión de la Asamblea General de la OMT (Organización Mundial del Turismo) su Secretario General señaló que el turismo “había sufrido en el año 2020 la mayor crisis de su historia”, donde el flujo de turistas internacionales cayó hasta un 73%, acompañado por la pérdida de casi 900.000 millones de dólares en ingresos, por el turismo internacional.
Las fuentes directas de trabajo en riesgo alcanzaron la cifra de 120 millones de puestos laborales, siendo las más afectadas las economías emergentes, un conjunto de países donde dicha industria requiere mayor cantidad de mano de obra y representa una parte muy importante de la balanza de pagos en su economía.
Nuestro país no quedó ajeno a dicho contexto. Según la Cámara Argentina del Turismo (CAT), desde el inicio de la pandemia se llegaron a perder 226 puestos de trabajo formales por día. La hotelería -el mayor empleador formal privado de argentina y gran motor de las economías regionales- perdió en el periodo anual “Marzo 2020 – Mayo 2021” alrededor de 15.000 puestos de trabajo mientras que la industria turística en general, registró la pérdida de 85.000 fuentes laborales.
Desde el Estado Nacional, a través de la implementación acertada del ATP y el REPRO II, se buscó contener a los distintos sectores productivos. Dentro de ellos, a los empresarios y a los empleados de la Industria del Turismo. Con el acompañamiento del Congreso de la Nación se dio sanción a la Ley N° 27.563 de Sostenimiento y Reactivación Productiva de la Actividad Turística Nacional, la cual fue reglamentada en octubre del 2020. Esto permitió atender la situación de miles de firmas turísticas, así como se pudo implementar medidas para fortalecer al sector y potenciarlo en la reciente post- pandemia.
Por ejemplo, en el Artículo 16 de la Ley que estoy reseñando, se contempló la creación del Plan de Reactivación del Turismo Interno (PRTI) que busca promover la recuperación de la actividad, mediante el incentivo de la demanda con un desembolso inicial de $ 60 mil millones. Cuatro puntos son pilares en este Plan: el Programa Bono Fiscal Vacacional, los Incentivos a la Preventa de Servicios Turísticos Nacionales, el Programa Turismo para Personas Mayores y el Programa de Financiación de los paquetes turísticos de viajes de turismo estudiantil.
El primero mencionado, es el que conocemos como el PreViaje I, una de las iniciativas más transcendentales que permitió reactivar el sector turístico en nuestro país, el cual permitió que millones de familias argentinas puedan vacacionar por todo el país.
Su última edición, para la temporada 2021-2022, fue uno de los motivos por los cuales Mar del Plata vivió una temporada histórica: solo entre diciembre y febrero visitaron nuestra hermosa ciudad alrededor de 3,4 millones de personas. El PreViaje resultó exitoso al convertirse en un motor para reactivar el consumo en todo el mercado interno, acompañando a los sectores medios de nuestra sociedad, mediante la financiación de sus vacaciones.
A su vez, a nivel nacional, permitió generar $ 99 millones de pesos para el sector empresarial del turismo. Un verdadero logro que resulto un estímulo para la economía de nuestro país y particularmente de “La Feliz”.
Por otro lado, según datos oficiales, cerca de dos millones de personas arribaron al país desde el extranjero en 2022, lo que generó ingresos superiores a los 1100 millones de dólares al sector. También el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación informo que más de 300 mil turistas accedieron a la segunda edición del PreViaje y lo usarán durante este invierno, lo que representará 9000 millones de pesos de ingresos, para las economías regionales.
De esta manera Argentina, siguió varias de las directrices de la Resolución 75/229 aprobada por la Asamblea General de la ONU “Promoción del turismo sostenible, incluido el ecoturismo, para la erradicación de la pobreza y la protección del medio ambiente”. Dicha resolución, en su postulado N° 12, alienta a los países de la comunidad internacional, a que usen el turismo como instrumento para fomentar el crecimiento económico sostenido e inclusivo. Y también impulsa el acompañar el desarrollo social y la inclusión financiera, posibilitando la formalización del sector informal y el fomento de la movilización de recursos nacionales.
Con todo esto, podemos afirmar que fortalecer el desarrollo de la infraestructura económica de la industria del turismo, a través de la alianza público-privado, colabora en el presente y así en el mediano y largo plazo, con la reducción de las asimetrías estructurales de desigualdad que nos aqueja como sociedad. Y lo hace colaborando con la creación de nuevos puestos de trabajo formal directo e indirecto, gracias a la mayor inversión de capitales nacionales y extranjeros. Crecer sostenidamente, como en el turismo, es el camino que elegimos.