Tomás Carlos Marcos (52) había planificado dejar su trabajo y mudarse a Costa Rica. Sus compañeros de la estación de servicios de Polonia y Juan B. Justo sabían que ya tramitaba su salida.
“A pesar de ser el más grande y de sus últimos problemas, tenía más salud que todos nosotros”, dijo aún conmovido uno de los playeros de la estación de servicios de Juan B. Justo y Polonia. Allí trabajaba Tomás Carlos Marcos (52), el hombre salvajemente asesinado en la noche del martes por dos “motochorros”.
Sus compañeros, que por razones patronales y por su propio estado de ánimo no pueden detenerse a hablar con la prensa, apenas si pueden comprender lo sucedido.
La palabra “laburante” fue la más repetida entre los balbuceos de los playeros de la “Shell”, una de las estaciones de servicios más concurridas de Mar del Plata. “Trabajaba desde hacía un par de años y era el más grande de nosotros. Lo querían un montón todos”, dijo uno de los empleados.
Marcos atravesaba en el último tiempo algunos trastornos de salud que lo empujaron a un tratamiento en la clínica Pueyrredon, que de alguna manera explica su presencia a esa hora del martes en la zona de Belgrano y 14 de julio. De acuerdo a algunos allegados, la víctima se había mudado a la casa de una hermana en las proximidades para estar cerca de la clínica, donde había estado internado hasta el último 21 de marzo por un problema en la vesícula y una pancreatitis.
“Estaba de licencia por ese problema –confió otro empleado de la estación de servicios- y había empezado a tramitar su salida definitiva porque se iba a vivir a Costa Rica”.
Marcos, padre de dos niños, tenía 52 años y tenía “muchas ganas de vivir”. A su edad usaba motocicleta enduro y le gustaba mucho el deporte y hacía surf. “Estaba físicamente mejor que el resto de los playeros”, dijo con algo de consuelo un compañero, quien admitió que se enteró de lo ocurrido por la publicación del diario LA CAPITAL en su página web.
Esta mañana en la estación de servicios se trabaja con un clima de congoja. Muchos lloran, otros cometen algunos errores propios del nerviosismo y el desconcierto.
La estación de servicios en que trabajaba Tomás.