El joven que desde hace un año estaba preso por intentar llevarse a Bolivia a una menor de 14 años fue excarcelado. La acusación cambió por un delito mucho menos grave que el de trata de personas con el que había sido procesado.
Aquel “gamer” boliviano que para una fiscal y un juez de instrucción federales había intentado captar a una menor de 14 años con fines de explotación sexual y laboral en su país quedó en libertad en las últimas horas tras lo que parece ser un rotundo giro de la acusación.
En la noche del miércoles el joven de 26 años dejó el penal de Batán donde estaba detenido desde que la policía lo interceptara con la adolescente sobre un micro en una ruta santafesina en febrero del año pasado.
“Ese pibe mañana cumple un año en Batán…me parece una locura lo que le hicieron…el único delito que cometieron fue enamorarse y se equivocaron cuando se fueron sin permiso, pero ese pibe tiene que estar libre nunca le hizo nada a mi hija”, había declarado el padre de la menor en una de las audiencias ante el fiscal general ante la Cámara, Juan Manuel Pettigiani.
Justamente Pettigiani, a diferencia de lo actuado por la fiscal Laura Mazzaferri y el juez Santiago Martín, entendió que no había delito de trata de personas con fines de explotación sexual y laboral sino aquello que dice el artículo 148 del Código Penal, en el que se castiga a quien indujere a un mayor de diez años y menor de quince a fugarse de la casa de sus padres, guardadores o encargados.
Pettigiani aceptó así la posición del defensor Mauricio Varela, quien insistió para que se escuchara a la familia de la menor, en especial a la madre que era quien había interpuesto la denuncia en su momento.
El juez Roberto Atilio Falcone debe ahora homologar el acuerdo, aunque ayer concedió la excarcelación del joven oriundo de Bolivia y es probable que en un plazo de 10 días resuelva el pedido de seis meses de prisión. La libertad del joven el magistrado la decidió tras la audiencia en la que volvieron a declarar todos los involucrados, el imputado, la menor, los padres de ella, y de la que participaron el abogado, el fiscal Pettigiani, la Asesoría de Menores y hasta el Consulado de Bolivia.
El caso, que el año último fue reflejado por los medios locales en la versión acusatoria brindada por la Justicia Federal, se inició a través de la plataforma de uno de los videojuegos on line más populares, “Free Fire”, cuando el jugador residente en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra inició un contacto con la adolescente de 14 años. Después de varios intercambios de mensajes, que también incluyeron las aplicaciones de Facebook y Whatsapp, el joven decidió venir a Mar del Plata a conocer a la menor –que le había dicho que tenía 17 años- y fue recibido en la terminal Ferroautomotora por ella y por un amigo y un hermano.
Luego de eso se dirigió al barrio La Herradura, donde le consiguieron un departamento pequeño para alojarse mientras conocía a la familia de la adolescente. El joven le explicó que sus intenciones era ponerse de novio, a lo que el padre consintió pero la madre puso reparos por la diferencia de edad.
Después de unos días de permanecer en Mar del Plata el joven avisó a la menor que debía regresar a su país y ella le dijo que, por ciertas diferencias que tenía con su madre, quería dejar su casa. El joven le dijo que pidiera permiso y confió cuando ella le dijo que ya lo había hecho, que incluso si viajaba él tenía una tía con una peluquería que le podía dar trabajo. Entonces partieron hacia Bolivia, tras pasar un par de días en Buenos Aires.
La madre de la menor, al notar que su hija había desaparecido, presentó una denuncia y la policía lo primero que hizo fue llamar al teléfono de ambos. Respondieron los dos y le dijeron que estaban yendo a Jujuy en un colectivo. Dieron todos los datos. La policía los interceptó en la localidad de Ceres el 14 de febrero y desde ese momento el joven quedó detenido y acusado de trata de personas con fines de explotación sexual y laboral.
Fiscal Juan Manuel Pettigiani.
“El chico no tiene nada que ver yo le dije que tenían mucha diferencia de edad y nada más, pero siempre fue correcto con mi hija y nunca le hizo nada”, declaró la madre.
La nueva interpretación de los hechos realizada por Pettigiani a la luz de estas declaraciones y las de la propia menor (“él se vino a Argentina y se apareció en mi casa, siempre con buenas intenciones…él no me hizo nada yo solo quiero que salga de la cárcel para estar con él”) incluyó un atravesamiento cultural: en Bolivia no es infrecuente que menores de edad se casen y que “la conducta reprochada al imputado, forma parte de su cultura, aspecto este central que debió haber sido tenido en cuenta por el Fiscal de la instancia al momento de imputársele el delito”.
En el acuerdo de juicio abreviado, el fiscal general señaló también que “como podrá apreciarse, todos los relatos resultan ser contestes en afirmar que no existió nunca la intención del imputado de captar, trasladar, acoger y finalmente explotar laboral y/o sexualmente a la víctima de autos, simplemente se enamoró de ella y vino a buscarla a la Argentina, repitiendo quizá la historia de sus padres y la cultura de su país de origen.
La causa había sido elevada a juicio en septiembre del año pasado y todos los recursos, apelaciones y pedidos de excarcelación, incluso un pedido de cambio de competencia hacia el fuero provincial, habían sido rechazadas.
La excarcelación concedida ahora por el juez Falcone no significa que la homologación del acuerdo que resta por resolverse sea un hecho. Solo que, según su criterio, sí están dadas las condiciones de seguridad procesal para que el joven aguarde en libertad.
El fiscal Pettigiani solicitó una condena de 6 meses de prisión de cumplimiento efectivo para el caso en que el juez Falcone acepte el acuerdo, pena que ya ha sido ampliamente cumplida por el joven.