La Ciudad

El sindicato cruzó un límite y el conflicto entra en terreno incierto

Le declaró la guerra a Montenegro con un violento comunicado. Antes, el intendente había cancelado por decreto la discusión salarial. La pelea con Kicillof, otro frente.

Por Ramiro Melucci

Desde hace cerca de dos meses, casi no hay semana en que el conflicto municipal no haya escalado un peldaño. Por lo que pide uno y ofrece el otro. Por el paro o el descuento. Por la esencialidad o las medidas “persecutorias”. Por la presentación judicial o el “nuevo” convenio colectivo de trabajo, que tiene la particularidad de tener más de siete años.

Pero el último viernes todo pareció adquirir otro cariz. El intendente Guillermo Montenegro dio por terminada por decreto la discusión salarial (por el 10% que había ofrecido en un principio) y el Sindicato de Trabajadores Municipales (STM) respondió con el anuncio de un plan de lucha “a matar o morir”. ¿Matar a quién? ¿Morir por qué? Disparatado por donde se lo mire.

Con esa declaración el sindicato cruza un límite. Se trata de un conflicto salarial con un intendente que, se ve a la legua, está dispuesto a enfrentarlo. No puede desconocerse que todas las medidas que tomó después del último paro (descuento, eliminación del presentismo en caso de huelga, proyecto de esencialidad, declaraciones públicas) llevaron a acentuar el conflicto. Pero la respuesta no puede ser un llamado a la violencia. Alcanza con las alternativas legales que ya puso en marcha, tanto en el Ministerio de Trabajo de la provincia como en la Justicia.

Hasta esa última frase el comunicado sindical era fuerte pero estaba dentro de lo racional. Acusaba al intendente de haber mentido. Revelaba un acuerdo casi concretado por un aumento del 30%. Consideraba una “tomada de pelo” para “todos los trabajadores municipales” que después de eso no quisiera moverse del 10%. “La paciencia se acabó”, sentenció. Tras esa advertencia, el remate amenazante era innecesario. Le ofrendó a Montenegro otro argumento para calificarlo de irracional.

En el oficialismo, algunos se espantaron y otros hicieron silencio. El bloque de Vamos Juntos, que es el que maneja el PRO, repudió “el apriete, la extorsión y la violencia”. La UCR sigue sin intenciones de librar una batalla con los municipales en nombre de Montenegro. Tampoco la Coalición Cívica se pronunció.

El estado de conflicto permanente entre el gobierno municipal y el STM despierta reminiscencias del gobierno de Carlos Arroyo. Una de las grandes diferencias es que antes paro que se declaraba, paro que resultaba contundente. Ahora los descuentos ponen en duda esa ecuación. A nadie le gusta que le toquen el bolsillo, menos cuando la plata no alcanza.


El remate amenazante era innecesario. El sindicato municipal le ofrendó a Montenegro otro argumento para calificarlo de irracional.


El mismo viernes del aumento por decreto y la desafortunada declaración gremial, el secretario de Legal, Técnica y Hacienda, Mauro Martinelli, llevó a la sede local del Ministerio de Trabajo bonaerense el recurso para anular el convenio colectivo consensuado por el gremio con la gestión anterior. El texto también incluía una revelación: el acuerdo en cuestión no fue firmado por Arroyo, lo que torna más cuestionable su registro.

El intendente dejó plasmado por escrito lo que ya había denunciado en términos vulgares. La traducción impresa de que “el diablo metió la cola” fue la afirmación de que hubo “un ardid urdido en forma artera” entre el sindicato y el Ministerio para “proceder extemporáneamente a la registración” del convenio.

La acusación llega en un momento en que empeora la relación de Montenegro con Axel Kicillof. El intendente, como casi todos los de su partido, no asistió a la entrega simbólica de la segunda cuota del Fondo de Fortalecimiento Fiscal Municipal, en el Teatro Argentino de La Plata. Lo consideró un acto de campaña y recordó, a través de su hombre en la provincia, el senador Alejandro Rabinovich, que no es necesario firmar nada ni concurrir a ninguna parte para que se otorguen los fondos establecidos por ley.

A Mar del Plata le corresponden $ 834 millones. “Pero la plata todavía no ingresó y lo peor es no saber cuándo va a ingresar. El requisito de la firma de un acta no es argumento para no pagarlo”, se quejan en el municipio. Y, a los fines de calcular los intereses por pago fuera de término, cuentan los días que ya transcurrieron desde la fecha fijada por ley: 19. 

La tensión con Kicillof obra como prenda de unidad con la UCR, también muy crítica de los movimientos del gobernador. “Estamos como en la época del avión sanitario”, afirman cerca de Montenegro, en alusión al que mandó la Provincia para trasladar a un internado por Covid en octubre de 2020, según el municipio para mostrar que Mar del Plata había colapsado, según la Provincia porque efectivamente “no había camas de terapia intensiva disponibles en la ciudad”. Comparan, en fin, con el peor momento de la relación.


En el municipio cuentan los días a los fines de calcular los intereses por pago fuera de término del Fondo de Fortalecimiento Fiscal Municipal. 


En ese marco, la inauguración de la nueva ruta de transporte marítimo entre Mar del Plata y Santos semeja un oasis. De la puesta en marcha del servicio de la naviera francesa CMA CGM participaron autoridades portuarias, provinciales y municipales. “Es muy bueno el trabajo que hizo el Consorcio”, llegó a reconocer el intendente. No lo posteó.

El entusiasmo del kirchnerismo local venía de los días previos. En medio de la interna entre Kicillof y La Cámpora, el gobernador le otorgó el manejo de la escollera Norte al Consorcio Portuario para ampliar la operatividad del puerto. El área está a cargo de Marcos Gutiérrez, hombre de Fernanda Raverta. “Era un pedido que le habíamos hecho al gobernador. Que haya tomado esta decisión demuestra que la relación con nosotros sigue como siempre”, tradujeron en su entorno.

Pero lo partidario empieza a tomar cierto protagonismo en el PJ, sobre todo a partir del anticipado llamado a elecciones de Máximo Kirchner. Serán el 17 de noviembre y en Mar del Plata no hay nada escrito. “Todo se va a dar de arriba para abajo. De acuerdo a quiénes sean los candidatos nacionales y provinciales se van a elegir los de acá”, dicen en el oficialismo partidario.

En el Concejo Deliberante, las rendiciones de cuentas de Montenegro desfilaron en la comisión de Hacienda y tuvieron dictamen. El bloque de Unión por la Patria se abstuvo a la espera de una lectura más profunda de las respuestas que envió por escrito el Ejecutivo y Acción Marplatense votó en contra. Pero conviene detenerse en la bancada libertaria, que a pesar del evidente interés de Montenegro por acercarse a Javier Milei no aprobó ninguna. Apenas obsequió una abstención para las de OSSE y el Emvial, esta última con elogio incluido. Un guiño que tiene un hilo conductor con el sector del PRO que jugó abiertamente en el balotaje para Milei, que no fue el de Montenegro.

Los rechazos muestran que las coincidencias ideológicas y la aproximación discursiva no significan, por ahora, un aval de La Libertad Avanza a la gestión local. Muestran también que mientras el intendente se reúne todas las semanas con funcionarios nacionales, la relación con el armador local y seccional del espacio, Alejandro Carrancio, no fluye. Desde las comisiones del cuerpo deliberativo, sus concejales le siguen ofreciendo a Montenegro el manual de instrucciones para que la motosierra que jura estar manipulando corte mejor.

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