Antes de presentarse por primera vez en el Estadio Polideportivo, este miércoles, el clarinetista de la orquesta cooperativa qué más ha crecido en los últimos años, habló del presente, el sentir y los proyectos del conjunto.
Vienen de una gira internacional en la que se presentaron en Francia. Descollaron en el Luna Park. Exploraron distintos ritmos manteniendo la esencia de la cumbia colombiana, de la música popular. Compartieron escenario con colegas de distintos géneros y son sinónimo de fiesta y diversión. La Delio Valdez, la orquesta cooperativa de cumbia colombiana de mayor proyección en la actualidad, vuelve este miércoles a Mar del Plata, en plena temporada, por primera vez en el Estadio Polideportivo Islas Malvinas, para ofrecer su impronta, su fiesta, sus historias hechas canciones.
“Estamos muy emocionados, muy ansiosos porque es una cantidad de gente la que entra en el Polideportivo para la que nunca tocamos en Mar del Plata. Es una apuesta grande y estamos preparando un show especial” confió Santiaho “El Ruso” Moldovan, el clarinetista de la populosa orquesta.
El artista contó que, tras la gira internacional por México y Europa “hubo un pequeño viraje en el repertorio, hacia algunos clásicos y temas tradicionales de la cumbia colombiana que hacíamos en nuestros inicios, que se reflotaron y vuelven el espectáculo aún más bailable” y aclaró que “”estarán todos los clásicos de La Delio”.
-¿Cómo están viviendo la evolución del grupo que no para de crecer?
– Es una felicidad, un orgullo, no terminamos de acostumbrarnos a que la gente sea tan cariñosa, pero es lo que soñamos cuando empezábamos: viajar por el mundo y por nuestro país con la música que hacemos, poder derribar fronteras, conocer gente, conocer colegas, conocer amigos y seguramente que seguiremos trabajando para que así sea.
También implica cada vez una responsabilidad y una profesionalización más grande. Hemos sumado mucha gente al equipo que nos ayuda y creo que con el tiempo nos hemos ido perfeccionando en lo musical y también en lo cooperativo, en lo humano, porque es mucho tiempo de convivencia y bueno y vale la pena poder viajar de buen humor llevándose bien y disfrutando cada momento.
Santiago “El Ruso” Moldovan, clarinetista de La Delio Valdez.
– Desde lo creativo, ¿cómo van trabajando los ritmos tradicionales con el sonido moderno que le aportan a su propuesta musical?
– Es una especie de movimiento pendular entre lo tradicional y lo que uno va explorando. Siempre es necesario para nosotros ir buscando nuevos sonidos, nuevos lugares por donde meternos. En ese sentido nuestro último disco de estudio, El Tiempo y la Serenata, abrió mucho la cancha a diferentes canciones con estéticas muy diferentes. Cada canción es un pequeño mundo, una pequeña propuesta. Pero el corazón tradicional cumbiero y bailable siempre está latiendo en el fondo de la Delio.
– ¿Cómo es, en este contexto, trabajar de modo cooperativo? ¿Cómo se organizan? ¿Cuál creen que es la clave de que les de resultado?
– Es un camino diferente al que toman la mayoría de las bandas o de las agrupaciones culturales. Es, en algún punto, desafiante por el hecho de que cualquier cosa hay que estar consensuándola, porque todos tenemos el mismo derecho a opinar y eso hace que a veces las decisiones y los resultados sean un poco más lentos. Pero tiene la ventaja de que todas las decisiones que surgen del colectivo y decantan de las decisiones grupales tienen otro poder y otra validez y generalmente nos hacen tomar el rumbo adecuado. Después tiene toda la dimensión humana, es un proyecto en el que todos somos socios y donde es inevitable tener en cuenta los momentos de cada uno, las situaciones por las que pasamos, poder entendernos y si un compañero puede trabajar menos en determinado momento porque le está pasando algo, va a estar el colectivo para reemplazarlo o para ayudarlo.
También tiene la cosa de que muchas veces uno piensa que las cosas deberían ir por un lado y las cosas van por el otro entonces es un ejercicio que hay que hacer, de dejarlo pasar, de confiar en las decisiones colectivas y en el ámbito artístico eso implica muchas veces correrse del deseo propio, del narcisismo propio y es un trabajo muy enriquecedor desde el punto de vista humano.
– ¿Cuál sienten que es el rol del arte, de los artistas -o de ustedes como artistas- en la actual situación socio-política de nuestro país?
– Es una pregunta complicada. Creo que el arte y sobre todo la música es un reflejo de la sociedad en la que surge. No creo necesariamente que haya que atribuirle a la música una dimensión de denuncia o de protesta, pero sí que es evidente que, si nosotros como miembros de esta sociedad vivimos las cosas que vive todo el mundo, es natural que en nuestras canciones hablemos de ello.
Y por otra parte también creo en la música como un elemento de hacer un poco de bien, sanar un poco algunas cosas, creo que siempre las canciones dejan un mensaje, a veces más simple, a veces más complejo, más superficial o más encriptado.
Soy de los que creen que ese mensaje le tiene que hacer bien a la gente y por sobre todas las cosas, la música y la cumbia que hacemos nosotros es música de encuentro, es música para hermanar a la gente, para juntarse, para bailar, para que mientras la gente baila se desvanezcan un poco las diferencias de todo tipo: de clase, de género, entre presos, entre locos, entre personas que viven en la calle, creo que la cumbia tiende a igualarnos, así que es una música muy poderosa y no hay que subestimarla.