Interés general

El real significado de “la mano de Dios”

Mensaje del obispo de Mar del Plata, Gabriel Mestre, a los fieles en el marco de la Semana Vocacional diocesana. Alienta la reflexión sobre la vocación, es decir "el llamado de Dios para cada uno".

Como todos los años, desde que se instituyó la Semana Vocacional -desde la década del -30, incluso antes de ser diócesis como tal- el obispo de Mar del Plata, escribe un mensaje a toda la diócesis, con motivo de alentar la reflexión sobre la vocación, es decir “el llamado de Dios para cada uno“.

Este año monseñor Gabriel Mestre, se refirió a “La vocación: ser instrumentos de la mano de Dios en el mundo”. Y así expresa a los fieles a través de varios pasajes bíblicos el significado real de “la mano de Dios”. “La sólida experiencia de fe hace cantar que la mano de Dios lo sostiene. Con la luz de la manifestación de Nuestro Señor Jesucristo, podemos proclamar con claridad que su mano nos sostiene. Esta es la experiencia fundamental que debemos renovar día a día. No dejar que se enfríe nunca este encuentro con Dios que se acerca y que con su mano nos sostiene, nos levanta y sana nuestro corazón”.

Más adelante expresó “Si esta experiencia de encuentro con la verdadera mano de Dios es realmente profunda, sella nuestra vida de tal manera que se transforma en auténtico camino vocacional. ¿No es acaso nuestra común vocación cristiana ser instrumentos de la mano de Dios en el mundo? Los discípulos misioneros que se dejan sostener por su mano, son con sus propias manos instrumentos de la mano de Dios en el mundo”.

Y detalló: “En algunos ambientes utilizamos la expresión popular dame una mano, dale una mano. Desde la verdadera mano de Dios esta expresión adquiere un sentido insospechado para cada uno de nosotros: darle la mano a alguien es responder al llamado vocacional de Dios que nos invita a ser sus manos en el mundo. Por eso, como instrumentos del Señor, tenemos que estar siempre dispuestos a dar una mano en el servicio pastoral a los niños, los jóvenes, los ancianos, los enfermos, los más pobres…”.

“Afirmémoslo una vez más: la gran vocación del cristiano es sentirse sostenido por la mano de Dios y ser instrumento en el mundo con sus manos de la misma mano de Dios.

Entonces, con serenidad y profundidad deberíamos preguntarnos: ¿Recuerdo en qué momentos de mi vida me sostuvo la mano de Dios?

¿Cuántas veces lo ha hecho…? ¿Me dejo sostener por la mano de Dios?

¿Dejo que Jesús me tome de la mano y me levante en medio de mis enfermedades espirituales? ¿Dejo que me tienda su mano cuando me hundo a causa de mi poca fe? ¿Me dejo conducir por la mano de Dios cuando mi vida está llena de preguntas e incertidumbres? ¿Descubro mi vocación como un llamado a ser la mano de Dios en el mundo? ¿Dejo que mis manos sean instrumentos de Dios para que su poder llegue a las personas de mis ambientes cotidianos? ¿Descubro mi vocación cristiana como un servicio de la mano de Dios sosteniendo y acompañando a todos aquellos que entran en contacto con mi vida? Cuando mis manos han sido instrumentos de la mano de Dios: ¿He sentido dicha, plenitud, verdadera felicidad…?”.

Como conclusión de su mensaje, monseñor Mestre señaló: “La verdadera mano de Dios hoy nos sostiene y nos levanta para que los que tenemos definida nuestra vocación específica podamos crecer en fidelidad a la misma. La verdadera mano de Dios también sostiene y levanta a todos aquellos jóvenes que hoy tienen que discernir y definir su vocación. Dejémonos tocar por la mano de Dios y seamos para nuestros hermanos, para nuestro agitado mundo contemporáneo, instrumentos eficaces de la mano de Dios que sostiene, sana, levanta y libera”.

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