La presencia de Diego acaparó todas las miradas del partido entre Aldosivi y Gimnasia. El entrenador recibió el afecto de los jugadores propios y rivales, unió en un cántico a las dos hinchadas y disfrutó como en los viejos tiempos su visita a Mar del Plata.
Por Juan Miguel Alvarez
Diego Maradona es siempre el polo de atracción. Por donde pasa, nada más importa a su alrededor. Este domingo se jugó un partido de fútbol muy importante para Aldosivi, pero la atención casi exclusiva la generó el “D10s” que se sentó en el banco de Gimnasia y Esgrima La Plata.
Maradona fue nuevamente feliz en esta ciudad. Como cuando metió sus primeros goles en Primera o cuando dio su última vuelta olímpica. Porque recibió afecto por doquier y también por el resultado deportivo que logró su equipo.
Desde que llegó al estadio José María Minella, el foco se centró en su persona. Como nunca, la zona de vestuarios se llenó de periodistas, fotógrafos y camarógrafos. La expectativa por su presencia fue mayúscula. Tanto que cuando apareció por el pasillo, se “sintió” el silencio que antecede al huracán. Después, todos intentaron captar sus gestos, provocar sus reacciones, lograr su complicidad.
Afuera, miles de fieles con el reloj en mano esperando la salida al campo de juego. Que cuando se concretó, unió como pocas veces el cántico de las dos hinchadas: “Olé, olé, olé, Dieeegoo, Dieeegooo”. A lo que siguió: “el que no salta es un inglés”.
Maradona saludó por varios segundos a la popular de Gimnasia, aplaudió a los hinchas de Aldosivi -que exhibieron una linda bandera argentina con la cara de Diego y la Copa del Mundo- y apretó el puño izquierdo (el mismo con el que le metió el gol a Inglaterra en 1986) para responder a los gritos de los más cercanos, ubicados en el palco lateral norte.
Se abrazó con su ex compañero del seleccionado juvenil Guillermo Hoyos, actual DT de Aldosivi. Y también fueron especialmente a mostrar su gratitud Leonel Galeano y Facundo Bertoglio, dirigidos por Maradona en la Selección. El segundo lo hizo, incluso, mientras se jugaba el encuentro, cuando Hoyos dispuso su ingreso por la lesión de Iñiguez.
Diego se sentó en una (doble) silla de plástico cinco metros delante del banco visitante, después que sus colaboradores se pelearon varios minutos con los camarógrafos que tapaban la visual.
Intercambió varios diálogos con Sebastián Méndez, el más activo del cuerpo técnico. Y la primera indicación directa la dio a los 22 minutos, en un tiro libre a favor. La jugada terminó en el primer gol. Creer o reventar. Para celebrarlo se fundió en un abrazo con todo el cuerpo técnico, como de costumbre.
En el segundo tiempo estuvo más activo. Se paró un par de veces, primero para decirle algo a Caire y más tarde hizo lo propio con Víctor Ayala, mientras era atendido Eric Ramírez.
Luego llegó el penal. “Patealo vos, patealo vos”, dijo señalando con el dedo a Matías García. El otro “10” se hizo cargo de la ejecución y marcó el tercer gol. Ahora el desahogo fue con un futbolista suplente, Franco Mussis.
En el tramo final fue todo fiesta en el banco visitante. Diego saludó a todos los que ingresaron y felicitó a los que fueron reemplazados, sobre todo a Ramírez, quien no jugaba desde hacía siete meses y salió con lágrimas en los ojos.
Se mantuvo parado durante varios minutos cerca del epílogo, ya con todas las cámaras encima. Y celebró como otro gol la salvada en la línea de Licht, el capitán que ayer fue relegado como suplente y cuando terminó el partido lo saludó con la misma gratitud que siempre.
Llegó el final, los repetidos abrazos y la caminata hacia su gente, cuyo cariño hizo olvidar cualquier dolor físico por los problemas en la rodilla. “El Diego es del ‘lobo’ y del ‘lobo’ no se va”, imploró la popular bajo la arenga del “10”. Los hinchas marplatenses, que habían despedido a su equipo con silbidos, saludaron a Maradona con aplausos. No es para menos. “Oh visto Maradona, “Oh visto Maradona, innamorato son”…