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El partido de la histeria, un partido para pensar

por Vito Amalfitano

A un mes de un partido bisagra en el camino a Rusia 2018. En Montevideo, el jueves 31 de agosto, se puede definir gran parte del futuro de la Selección Argentina de fútbol. Mucho más si el resultado es positivo, ahora que el fallo del TAS bajó otra vez a Chile.

Pero más allá del resultado el clásico con Uruguay en el Centenario será bisagra para comprobar el sesgo de la nueva etapa, de la Era Sampaoli en la Selección.

No porque haya que juzgar al entrenador y al equipo por un solo partido, sí porque la postura que Argentina pueda sostener en el Centenario le puede dar un plus de crédito y autoridad. Y el formato, la idea, la disposición en la cancha, es capaz de imponer una impronta, una línea, desde el mismo comienzo de la historia.

Porque no es un partido más. Porque el rival es Uruguay, porque es un clásico mundial y porque ambos se juegan mucho en el sendero hacia el Mundial.

La posición y el rol de Messi en la cancha puede ser indicativo valioso. Pero mucho más aun la forma que elija Sampaoli para rodearlo y para sacarle “mochilas”, de una vez por todas. El equipo debe permitirle hacer Lío en libertad, ofrecerle las herramientas y el contexto. El técnico ya tuvo reuniones con Ever Banega, pero no podrá contar con él en Montevideo porque está suspendido. E igualmente habrá que ver si lo imagina en la función que varias veces le dio Martino, y apenas una Bauza. Y por ahora habrá que vislumbrar si el DT tiene pensado algún otro futbolista para asumir la conducción del “departamento creativo” al servicio de Messi.

Tampoco hay que descartar que el entrenador crea que el propio Lío puede asumir esa conducción. La madurez de hoy del astro de Barcelona es, obviamente, muy diferente a la desde hace diez años, doce años, cuando siempre necesitó un Iniesta y/o un Xavi y casi nunca lo tuvo en la Selección, salvo cuando estuvo Riquelme.

Hoy Sampaoli empieza una gira europea para encontrarse con varios de sus nuevos dirigidos. París, Milan, Londres, Barcelona, Sevilla, Madrid. Evaluará lo anímico, como ve a cada uno para asumir este compromiso clave. “Los jugadores que veamos con cierto grado de presión, dificilmente participen”, anticipó.

Más allá de esos temas, adicionales, pero importantes por cierto, lo esencial es siempre el juego. Aunque Sampaoli se encargó de vincular las dos cuestiones. “En el partido de la histeria, necesitaremos jugadores que piensen”, manifestó en su última conferencia de prensa.

Ocurre que para que esto se traduzca en los hechos depende también de los intérpretes que Sampaoli elija. El jugador es la medida de todas las cosas y esta idea saludable, de estimular el pensamiento para vencer a la histeria, deben ejecutarla los futbolistas capaces de llevarla adelante. Se habla de la suma de Pizarro al medio, lo cuál puede servir para ayudar a Biglia pero no precisamente para engrosar ese “departamento creativo”. Y en la nómina de los jugadores que verá Sampaoli en Europa figura Manuel Lanzini, aunque ni por asomo se perfila, a priori, para dar “la talla” de Banega en esa tarea de conducir los caminos a Messi.

Otra cuestión a atender es el aspecto defensivo. Más allá de las dudas que genera el formato de los tres defensores, que pueden ser cinco, también aquí la selección de futbolistas será más importante que el dibujo. Sampaoli piensa a Mascherano como central, pero duda en ponerlo en Montevideo por el fuerte juego aéreo de Uruguay. Javier Pinola puede ser una buena elección que indique también ambiciones ofensivas. Pinola, como defensor, es el primero de los atacantes. Rápido y dúctil, jugó un solo partido oficial para River, contra Guaraní, pero pareciera que estuviera hace diez años en el club. En un jugador a la medida de un equipo grande, que achica hacia adelante, y que necesita, por tanto, defensores que achiquen hasta el medio o más allá. Si Pinola estuviera en el Centenario también indicaría una postura, abonaría en la práctica esa otra idea que expresó Sampaoli sobre las ambiciones que tendría que mostrar el equipo en Montevideo:Necesitamos ganarle a Uruguay para pasarlos y dejarlos atrás”.

Se viene el partido bisagra. No solo para allanar la ruta a Rusia. Sino para que se vea el camino elegido. Para llegar a Moscú, y más allá.

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