Francisco criticó las que llama "colonizaciones ideológicas" que, en su opinión "eliminan las diferencias", como la ideología de genero, o que "anteponen la realidad de la vida a conceptos reductivos de la libertad".
BUDAPEST, Hungría.- El papa cargó este viernes contra quien “presume como conquista del insensato derecho al aborto”, que dijo “es siempre una trágica derrota”, durante su primer discurso en Hungría ante las autoridades del país.
Tras haberse reunido con la presidenta, Katalin Novák, y el primer ministro, Viktor Orbán, el papa criticó las que llama “colonizaciones ideológicas” que, en su opinión “eliminan las diferencias, como la ideología de genero, o que anteponen la realidad de la vida a conceptos reductivos de la libertad; por ejemplo, presumiendo como conquista de un insensato derecho al aborto que es siempre una trágica derrota”.
Y por otra parte, aplaudió el “construir una Europa centrada en la persona y en los pueblos, donde haya políticas efectivas para la natalidad y la familia” y “donde naciones diversas sean una familia en la que se vela por el crecimiento y la singularidad de cada uno”.
Pero en una clara referencia a los valores cristianos de los que Orbán, de fe calvinista, asegura ser un defensor, Francisco afirmó que “no pueden ser expresados por medio de la rigidez y las cerrazones porque la verdad de Cristo conlleva mansedumbre y amabilidad”.
Recordó en un país en el que el Gobierno mantiene una política dura contra la migración que en la Constitución se declara “que la asistencia a los necesitados y a los pobres es una obligación”.
Asimismo abogó para que Europa se ocupe de la crisis migratoria “sin excusas ni dilaciones”.
Mientras que sobre la Iglesia católica del país, que recibe financiación del Estado, Francisco abogó por una “provechosa colaboración” con el Estado pero sin “prestarse a una especie de colaboracionismo con las lógicas de poder”.
El papa continuará su viaje en Hungría con una reunión con los obispos del país, mientras que el sábado visitará a los migrantes, muchos de ellos ucranianos, pero también procedentes de África y Asia, de los que se ocupa Caritas.
EFE