Observatorio del Paisaje

El paisaje en el Real Estate



Por Nico Antoniucci

A la hora de elegir un nuevo hogar, la búsqueda se orienta claramente hacia dos factores esenciales: seguridad y bienestar. Este último está estrechamente vinculado a la percepción del espacio y su impacto en nuestra salud y calidad de vida. Pero, ¿por qué el ser humano siente la necesidad de estar rodeado de espacios verdes de alta calidad paisajística o de buscar un hogar en edificios biofílicos? Al final de esta columna, descubriremos cómo estos factores pueden aumentar el valor de nuestros inmuebles.

La inclinación de los compradores hacia entornos urbanos con acceso a áreas verdes no es solo una preferencia estética; es una necesidad que responde a nuestra condición humana. Vivir a menos de 5 minutos a pie de un parque o plaza asegura estándares elevados de calidad de vida, ya que estos espacios fomentan la sociabilidad y la interacción con el entorno. Durante la niñez, en particular, los espacios al aire libre son fundamentales para el desarrollo de la identidad y la conexión con un lugar y una cultura. Los parques y plazas son remedios naturales contra la soledad, el mal de nuestro tiempo, y a la vez, nos exponen a diversos puntos de vista y formas de pensamiento, lo que enriquece nuestras habilidades sociales y estimula la creatividad, especialmente en los niños.

Además, los entornos urbanos de alta calidad, caracterizados por calles arboladas, jardines armoniosos y acceso a espacios públicos, tienen un impacto significativo en nuestra salud. No solo porque las arboledas actúan como filtros naturales contra la contaminación acústica y del aire, sino también porque el contacto con la naturaleza genera endorfinas, relacionadas con la sensación de felicidad. Asimismo, la interacción social en estos espacios propicia la liberación de oxitocina, fundamental para la regulación natural de la presión arterial.

Después del confinamiento debido a la pandemia, se ha observado un incremento en la demanda de propiedades que satisfagan estas necesidades. Si bien para muchos el valor estético del paisaje es importante, la verdadera búsqueda radica en el bienestar y en la creación de espacios que permitan disfrutar de los momentos que realmente importan, como compartir tiempo de calidad con otros o consigo mismo bajo el sol y rodeado de naturaleza. Un barrio con una adecuada arboleda puede aumentar hasta un 20% el valor de una propiedad, y lo mismo ocurre con un inmueble que cuenta con un jardín bien diseñado y equipado con amenities como piscina, solárium, parrilla, fogonero, living al aire libre, y un área cómoda de comedor. Estos espacios al aire libre no solo invitan a los adultos a disfrutar del exterior, sino que también estimulan a los niños a explorar, jugar e interactuar con la naturaleza, alejándolos de las pantallas y fomentando su imaginación.



Un jardín no solo es un área de juego para una familia con niños, sino que también establece un vínculo de cuidado y observación de la naturaleza, interactuando con insectos y animales.
Si se añade un pequeño huerto, el valor educativo de ese espacio se multiplica, proporcionando a los niños experiencias enriquecedoras y a los padres la satisfacción de ver a sus hijos aprender y conectar con la naturaleza. El cuidado de un huerto inculca en los niños una responsabilidad que es clave en la formación de adultos comprometidos con el mundo.

Finalmente, no quiero dejar pasar la oportunidad de subrayar la responsabilidad social que tenemos como vecinos en el cuidado de la arboleda urbana. Aunque Mar del Plata no sea aún una ciudad biofílica, y pese a que nuestros abuelos sentaron las bases de una gran ciudad, nuestros dirigentes en los últimos 50 años han descuidado la calidad de las obras en esta materia, especialmente en el cuidado y proyección del arbolado público. Cada vez que alguien mutila un árbol de la vereda, arroja basura en la vía pública, o daña una pared con pintadas, no solo se devalúa nuestro patrimonio económico, sino también nuestra salud. La ciudad es una construcción colectiva, y todos somos responsables de crearla, cuidarla y defenderla. Amemos Mar del Plata; hacerla bella es un camino hacia una vida más feliz y saludable

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