Esta es la primera vez en la historia de México en que las candidaturas se definen por el mecanismo de la encuesta, por el que se consulta a la población su preferencia sobre los candidatos para las elecciones presidenciales.
Esta es la primera vez en la historia de México en que las candidaturas se definen por el mecanismo de la encuesta, por el que se consulta a la población su preferencia sobre los candidatos para las elecciones presidenciales.
El Movimiento de Renovación Nacional (Morena) del presidente Andrés López Obrador definirá el nombre de quien encabezará la lista para las elecciones de 2024, que saldrá de una encuesta realizada entre miles de ciudadanos y para la que partían como favoritos la exjefa de Gobierno de Ciudad de México Claudia Sheinbaum y el excanciller Marcelo Ebrard.
Estaba previsto que a las 17 (las 20 en la Argentina) se informe a los postulantes los resultados de la consulta organizada por el partido, y luego se oficializará el nombre al resto de la población, informó Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional de la fuerza gobernante.
Física de profesión, Sheinbaum aventaja al excanciller Ebrard en la intención de voto, según dos sondeos de opinión publicados recientemente en medios mexicanos.
Si se confirma su nombre, esto quiere decir que la contienda electoral se decidirá por primera vez entre dos mujeres, ya que la oposición designó como candidata única a Xóchitl Gálvez, investida oficialmente el domingo pasado tras haber dominado las elecciones internas entre los tradicionales Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido de Acción Nacional (PAN).
El anuncio de los resultados representa una prueba de unidad para Morena, favorito para los comicios de 2024, mayoritario en el Parlamento y gobernante en 23 de los 32 estados mexicanos.
López Obrador se jactó el martes de no haber “inclinado la balanza” a favor de ningún aspirante, ya que está prohibido por la Constitución mexicana que el mandatario acompañe la campaña de algún candidato de su partido.
“Se acabó el ‘dedazo’, va a ser la gente que fue consultada en la encuesta” la que decida, dijo, al referirse al método que se utilizaba hasta ahora en México, cuando el presidente saliente designaba a su sucesor.
Sin embargo, el sector de Ebrard sembró dudas sobre la transparencia del mecanismo utilizado para designar la candidatura.
“Se informa que vamos muy bien, que todo va perfecto, que ya tenemos un porcentaje alto de avance, y nosotros queremos decir que a pesar de ello nos sigue preocupando este proceso”, dijo la senadora Martha Lucía Micher, vocera de la campaña del excanciller, a la prensa.
“Sigo muy preocupado por el proceso de la encuesta en curso”, había escrito ayer el propio Ebrard en la red social X (antes Twitter).
Los asesores del excanciller, quien seguía el escrutinio desde un hotel de la Ciudad de México, denunciaron varias “incidencias” que a su parecer afectan las encuestas, tales como formularios incompletos.
Esta es la primera vez en la historia de México en que las candidaturas se definen por el mecanismo de la encuesta, por el que se consulta a la población su preferencia sobre los candidatos para las elecciones presidenciales.
De confirmarse, el duelo entre Sheinbaum y Gálvez no solo implica que México podría ser gobernado el próximo año por una mujer por primera vez desde su independencia en 1821, sino también es un choque de orígenes, personalidades y estilos.
Nieta de abuelos judíos provenientes de Bulgaria y Lituania, Sheinbaum exhibe un talante reservado y prudente, sin carisma, según sus adversarios.
“Soy hija del 68”, dice la exalcaldesa, quien reivindica la herencia de las luchas sociales y no haber pertenecido jamás al PRI, el viejo partido hegemónico durante 70 años en el siglo XX.
Procedente de la burguesía intelectual capitalina, Sheinbaum promete continuar las políticas del saliente López Obrador, limitado a un único mandato de seis años, según la Constitución.
En nombre de Morena, afirma que defenderá a los más pobres y a las comunidades indígenas, y celebra los buenos resultados macroeconómicos del actual gobierno, tales como la fortaleza del peso mexicano.
Vestida a menudo con prendas de tradición indígena, la candidata opositora Gálvez es originaria de un pueblo del central estado de Hidalgo.
Xóchitl (flor en idioma náhuatl) nació en una familia pobre, de padre indígena otomí y madre mestiza, es ingeniera y emprendedora exitosa, tampoco duda en salpicar sus discursos de exabruptos.
“Mi regla de oro: no quiero rateros, ni huevones, ni pendejos”, repitió el lunes, al día siguiente de su designación, y agregó que combatirá la violencia con “ovarios”.
Gálvez retó además a Sheinbaum a hacer campaña por sí misma, sin ayuda del presidente.
“Ella (Sheinbaum) puede sola, que le diga: (…) ‘usted dedíquese a gobernar y déjeme ser la candidata'”, dijo en la entrevista.
Políticamente, Gálvez se declara liberal y progresista, sintetizando el ideario de los tres partidos que la respaldan: el liberalismo económico del derechista PAN, el ideal de justicia social del izquierdista del Partido de la Revolución Democrática y la herencia institucional del PRI.
“Conmigo, no habrá vuelta atrás a los derechos ganados, tanto de la comunidad LGBTQ y de las mujeres”, prometió.
El aborto fue despenalizado en México en septiembre de 2021, mientras el matrimonio igualitario es legal en los 32 estados.
Montada sobre la popularidad de López Obrador, Sheinbaum es la favorita para ganar la presidencia frente a Gálvez, según dos sondeos recientes.
Pero Xóchitl cree que puede recuperar terreno después de haber despertado y unificado a la oposición en apenas dos meses de campaña.