La investigación de la fiscal María Isabel Sánchez fue sellada para la prensa. Poco es lo que trasciende. Sin embargo la reconstrucción de lo sucedido en el barrio El Martillo en base a testimonios y otros elementos ya muestra un doloroso trasfondo.
Franscico Chávez tenía 15 años y jugaba al fútbol en el equipo barrial de El Martillo. Era un adolescente que vivía de la forma más sana que podía en un contexto donde excluirse de las malas relaciones no era sencillo. Y tampoco lo será para decenas de chicos que tienen escasas opciones.
Chávez murió en la madrugada del lunes por el disparo en la cabeza que recibió al quedar en medio de un efrentamiento del que no era parte. Su homicidio no tendrá quien lo pague, porque alguien se encargó de dar justicia de la peor manera: por mano propia. Nelson Alderete (25), su homicida, fue asesinado horas más tarde aunque antes logró matar a otro menor, a Brian Falcatto (17).
La trama sobre la que reposa el sangriento episodio del barrio El Martillo tiene la consistencia ondulada de la violencia y también de lo fatal, en tanto inevitable.
La fiscal María Isabel Sánchez decidió sellar la causa para los medios de comunicación y no dar novedad alguna sobre su avance. Sin embargo algunos detalles de lo sucedido van reconstruyéndose en base a testimonios de distintas personas del barrio y al impulso de la misma investigación.
Lo más doloroso que surgió en las últimas horas es que Chávez habría sido una víctima inocente de una disputa entre otras personas. Según LA CAPITAL pudo saber, Chávez estaba el domingo por la tarde en la calle cuando Mariano Lescano (18) lo animó a subirse al Gol Trend. Eran poco después de las 19 y el vehículo apenas si círculo algunos metros cuando al pasar por Sicilia y Vidal fue atacado a tiros. La fatalidad quiso que el proyectil impactara en la cabeza de Chávez y le causara, aunque con algo de retardo, la muerte.
En esos disparos está la clave de lo que investiga Sánchez. ¿Para quién iban dirigidos? Para Chávez, no. ¿Para Lescano? ¿O fue tan solo un error de Alderete?
Chavez era un pibe al que se lo destaca por sus virtudes y también por su inquietud para salir adelante por medio de las actividades en el CIC El Martillo y su rol preponderante en el equipo de fútbol “Jesús te Ama”. Le decían “Piraña”.
Las autopsias
LA CAPITAL pudo saber que las autopsias revelaron que Alderete tenía el cráneo destruído y estaba casi decapitado, no producto de heridas cortantes severas sino por la acción de los disparos de escopeta recibidos. Su fallecimiento se produjo por “paro cardiorrespiratorio, incineración y heridas arma de fuego múltiples (se recuperaron perdigones y dos tacos cartucho escopeta)”
En tanto, la causa de la muerte de los dos menores ya estaba clara, debido a su paso por el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA). De tododos modos, el informe preliminar de la autopsia indicó que Chávez murió por “paro cardiorrespiratorio por shock hipovolémico producto herida proyectil arma de fuego con disleracion cerebral”, mientras que Falcatto fue por “paro cardiorrespiratorio por shock hipovolémico producto herida proyectil arma de fuego en tórax”.
Para la fiscal Sánchez el ataque inicial en el que murió Chávez es clave porque, según una de las hipótesis, es una venganza por el crimen de Matías Moyano (31), un convicto asesinado el 30 de abril cuando dejaba la cárcel de Batán en salidas transitorias y que era amigo de Alderete.
Hoy la investigación solo puedo avanzar en dirección al esclarecimiento de la muerte de Alderete, un sujeto que tenía antecedentes por encubrimientos y robos desde el año 2014. Por eso es que no se descartan detenciones en las próximas horas del entorno de Lescano y Falcatto, el otro menor asesinado.
La secuencia está clara: Alderete atacó el auto de Lescano y causó la muerte no deseada de Chávez; los amigos y cercanos a Lescano fueron en busca de venganza y nuevamente fueron atacados, con el resultado de la muerte de Falcatto; finalmente, el tercer enfrentamiento acabó con la vida de Alderete.
Los muertos y heridos, salvo Alderete, resultaron ser adolescentes. Recién en el momento de dar muerte a Alderete apareció una escopeta en escena, la cual fue descargada en su cabeza hasta destrozarsela.
Lo que sí parece estar claro es que nada es como algunas versiones indicaban en la desconcertante mañana del lunes. Aunque como en cualquier barrio de la periferia profunda de Mar del Plata, la venta de droga está presente en este caso no sería de relevancia para explicarlo.
El restante herido de gravedad, Lautaro Olivera (18), se debate entre la vida y la muerte. Sus allegados aseguran que ni siquiera vive en el barrio El Martillo y que fue alcanzado por una de las balas cuando pasaba por allí.
Una historia repetida en el Conurbano Marplatense (aquel anillo exterior de la ciudad) es la resolución de conflictos por medios de la violencia. Con droga o sin droga. Con armas, siempre.