El artista Marcos López generó controversia con la obra que tiene como protagonista a uno de los símbolos turísticos de la ciudad.
La rambla amaneció diferente. Bajo un cielo encapotado, el lobo de mar no estuvo solo: un pato inflable de amarillo rabioso, unos laureles verdes y un mar de plástico azul acompañaron la permanencia indiscutible del monumento marplatense.
Muchos no lo pudieron creer. ¿Fue un turista el que se atrevió a tal cosa? Las redes sociales, como tribunas calientes, se hicieron eco de la novedad. Comentarios molestos, comentarios sobre la mirada que los otros, los de afuera, tienen de Mar del Plata, chistes fáciles, oraciones de ciudadanos ofendidos. ¿Qué era eso? Lo cierto es que del lobo hablaron todos: a favor y muchos más en contra.
Polémico, provocativo, el artista visual Marcos López decidió intervenir el símbolo de esta ciudad balnearia. Y a pedido de la organización del Festival Internacional de Cine, no dudó en llevar su estética al monumento, elegido siempre como postal de vacaciones, veraneo o descanso.
“Toda mi obra se podría desarrollar solamente en Mar del Plata. Es más, todo lo que tengo para decir de la identidad argentina, el color, la cultura popular, mi esencia como artista la podría representar con una serie de fotos en la rambla y la playa Bristol. Mis recuerdos de infancia y adolescencia se reparten entre las Sierras de Córdoba y Mar del Plata. Al lobo de mar lo siento como propio”, dijo el artista, que es dueño de una obra original, en la que expuso con inteligencia creativa la mezcla de lo popular, lo bizarro, lo culto y las marcas que dan vueltas por la sociedad.
“Reciclar, redefinir, remixar la idea de triunfo, premio, condecoración con el juego infantil. El capricho. En vez de ponerle un cascabel al gato, ponerle un pato inflable al lobo de mar. Trabajar con la obviedad. El lugar común. El chiste fácil. Ciudad Feliz / Pato feliz / Lobo feliz”, explicó sobre la decisión de colocar esos elementos al lobo de piedra.
La plazoleta Almirante Brown, donde suele llevarse a cabo la apertura del Festival de Cine, vivió, en ediciones anteriores, otra polémica. La organización decidió tapar el monumento al Almirante Guillermo Brown con fines estéticos. Entonces, los ciudadanos guardianes de las tradiciones también protestaron.