Opinión

El impacto de las nuevas tecnologías en la educación

Por Gustavo de Elorza Feldborg

Profesor e investigador universitario

En los tiempos que corren, la educación debe configurarse con relación a la oportunidad de empleo que brindan las nuevas tecnologías como instrumento pedagógico, con el propósito de que los estudiantes se apropien y construyan estrategias que les serán de utilidad para enfrentar y solucionar las necesidades de la sociedad actual y de la futura que les tocará vivir.

Hoy en día, la brecha que separa al potencial transformador de las nuevas tecnologías en el centro educativo y el éxito en su implementación y conquistas no depende ni de la cantidad ni del nivel de complejidad del equipamiento que posea la institución educativa, sino de la habilidad para aprender, planificar y transformarse que tienen las personas y las instituciones.

El modo en que cada institución se relaciona con la tecnología, el modo de gestión fomentado desde la dirección, el entorno o clima institucional y el acceso a la tecnología conforman los componentes sobre los que se piensa la incorporación de las nuevas tecnologías en cada institución.

Los directivos tienen un papel fundamental en el ingreso de las tecnologías a la institución, porque son quienes deben expresar su voluntad, actitud y aptitud clara de negociar con los distintos actores. Se requieren debates que conduzcan a procesos de acercamiento, formulación colectiva entre los actores diversos, para que las nuevas tecnologías finalmente no queden restringidas a actividades aisladas asociadas solo a determinados docentes.

Lo importante para la institución, es la visión del futuro, esto implica la capacidad de imaginar generaciones mejor formadas científica y tecnológicamente, con la habilidad para programar sus propias netbooks, donde se desarrollen competencias para buscar y generar información original y capacidades para discutir ideas y propuestas. Dado que la circulación de información en tiempo real a través de las redes sociales produce fenómenos también sin precedentes, con un mayor control de la población sobre la misma.

Otro punto transformador a considerar, tiene que ver con la ubicuidad de las nuevas tecnologías que potencia una ubicuidad del conocimiento conformando nuevas redes digitales que terminan en lo que conocemos como Inteligencia Colectiva (Lévy, 1956). Las nuevas tecnologías son ubicuas porque se tratan crecientemente de dispositivos móviles con conexión inalámbrica que pueden usarse en cualquier lugar y momento (Gallego Lema, 2016).

Esto entrega una nueva perspectiva a la relación entre la institución educativa, el entorno y el afuera. El centro educativo sigue siendo el centro del aprendizaje, pero ahora empieza a tener importancia su coordinación con los otros espacios de aprendizaje no formal. La tecnología se comporta como un puente que acerca el centro educativo al afuera y el afuera al centro educativo.

Las instituciones educativas ya no tienen el monopolio educativo de enseñar que tenían en otras épocas, más bien, son articuladoras que permiten en el mejor de los casos integrar los aprendizajes que tienen lugar en otros entornos.

Sin lugar a dudas, atravesamos un cambio de época. La psicología, en este contexto, está observando con particularidad el fenómeno de la atención multifocal o la hiperatención. Las instituciones educativas deben pensarse en sí mismas no como supermercados de conocimiento sino como organismos de re-aculturación. La hiperatención guarda relación con la presencia cada vez mayor de las nuevas tecnologías en la vida de niños, jóvenes, adultos y adultos mayores. La sensación de vivir conectados (online) o frente a una pantalla es una oportunidad para preguntarse por las tecnologías y por las tecnologías de la mente, tanto en sus aspectos de fortalezas y debilidades.

La idea de la existencia de centennials, nos acerca a una mirada de que no todos consumen y utilizan la tecnología del mismo modo. Los centennials no han conocido un mundo sin computadoras, sin internet y sin teléfonos móviles.

Las mentes jóvenes suelen estar más expuestas a estas nuevas tecnologías y también son más sensibles al impacto que producen. Es decir, la hiperatención tiene relación con la transformación en la percepción y en el procesamiento cognitivo de datos de la mente, por la fusión con la interfaz del mundo digital que ofrecen una dinámica acelerada, cambiante y sobre estimulada en el uso de lo cotidiano.

Para Dussel y Finocchio (2003) los docentes no están bien posicionados, también podemos agregar que tampoco están bien capacitados para el contexto que deben enfrentar en un aula con Centennials dentro de las instituciones educativas. En la actualidad y luego del análisis de muchas prácticas y capacitaciones docentes en todos los niveles educativos, estamos en condiciones de reconocer una brecha edu-generacional que les juega en contra (de Elorza, 2016). Los docentes de hoy, necesitan poder ubicarse en estas nuevas coordenadas y obtener el mayor provecho posible de todos los recursos digitales, en especial de las plataformas interactivas que faciliten el acceso a los contenidos y con nuevas formas de trabajo que enriquecen los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

Para ello, es necesario otro tipo de perspectiva en la formación pedagógica, e incluso la formación de docentes teniendo en cuenta que la forma en que sean instruidos, capacitados y formados los docentes, será la que ellos transmitan y apliquen a sus propios estudiantes, produciéndose un trasbasamiento generacional, como en toda educación.

Hay que saber usar las tecnologías para que la insistencia en este punto no conduzca a una ejercitación del tipo buscar-cortar-pegar, porque esta secuencia procedimental termina eliminando la riqueza que tienen las nuevas herramientas, sino por el contrario, se debe desarrollar y fortalecer acciones y procesos de interacción, interactividad, comunicación, transmisión, colaboración y participación de procesos que enseñen a pensar y enseñen a aprender haciendo.

Por supuesto, que la inclusión de equipamiento tiene su correlato directo en la cultura y lo educativo. Introducir netbooks, notebook, etc. y conexión a Internet modifica las dinámicas de trabajo, y la relación entre estudiantes y docentes con el conocimiento, su manera de producirlo y distribuirlo. Según Dussel y Finocchio (2003), la incorporación de la tecnología e Internet en el aula contribuyen a diluir la frontera entre los ámbitos escolares y extraescolares y a hacer que contenidos de las industrias y los consumos culturales penetren el aula con mayor facilidad, lo que hace que las transformaciones deban mirarse con cautela y no con un optimismo infantil sobre la tecnología. El tiempo escolar queda inmerso por lo no escolar, los chicos graban escenas de clases y las difunden.

Nuestra presencia en el mundo ya se encuentra atravesada por los recursos digitales. Estas innovaciones obviamente proponen cambios en la atención, en la subjetividad, en las relaciones bajo estos nuevos parámetros y, posiblemente, establezcan algunas reglas para preservar los espacios de trabajo didáctico y pedagógico, tan necesario para estos tiempos.

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