Hace dos meses que Nación dejó de enviar comida y el municipio también cortó la ayuda. Muchos cerraron y los que subsisten solo abren uno o dos días a la semana.
La compleja situación económica y social que atraviesa la Argentina, en combinación con las políticas implementadas por el gobierno de Javier Milei, ha sumido a los comedores y merenderos de Mar del Plata y Batán en una profunda y delicada crisis que se traslada directamente a la gente de que depende de ellos para comer.
Desde hace al menos dos meses, se paralizó por completo la entrega de alimentos, lo que ha condujo al cierre de varios de estos espacios barriales, mientras que otros solo logran abrir uno o dos días por semana y, en simultáneo, la demanda crece diariamente en forma alarmante.
En General Pueyrredon hay más de 300 comedores y merenderos, un sostén vital en los barrios con condiciones de vida más precarias. En todos, actualmente, hay familias en lista de espera. La alimentación diaria de miles de personas depende de lo que allí se cocina. En los últimos dos meses se cortó el envío de alimentos, pero cada vez concurre más gente, incluso trabajadores formales a quienes ya no les alcanza y, a su vez, muchos adultos mayores, que también piden medicamentos.
Lorena Quiroga, dirigente local de la organización Libres del Sur, expresó con preocupación: “El año pasado ya veníamos con algunas dificultades que, con el cambio de gobierno, se profundizaron. No todos los comedores y merenderos pudieron seguir funcionando. Los que siguen, han reducido la cantidad de días. Antes funcionaban de lunes a viernes y hoy, ante la falta de alimentos, funcionan una o dos veces por semana lamentablemente; la situación es muy angustiante”.
Desde el cambio de gobierno, los comedores no han recibido ningún tipo de apoyo ni alimentos. “El envío hoy es cero”, afirmó Quiroga. Libres del Sur tenía hasta fines del año pasado unos 70 comedores y merenderos, de los cuales hoy subsisten 56; los demás cerraron y “las compañeras que estaban a cargo siguen ayudando como pueden”.
A nivel nacional “no hay respuesta”, a pesar de los reclamos y las movilizaciones. De hecho, el Ministerio de Capital Humano, a cargo de la ministra Sandra Pettovello, ni siquiera tiene un articulador designado a nivel local.
En tanto, el municipio cortó la ayuda antes, en noviembre. “Desde el municipio, a través de los Comités Barriales de Emergencia, el año pasado era bastante discontinuado pero se venía recibiendo algo de alimentos frescos, pero desde noviembre ya no se recibe nada y la angustia y la preocupación de las compañeras que mantienen de pie los comedores, crece a la par de la demanda, que es enorme”, graficaron.
En los últimos días, luego de varias movilizaciones de las organizaciones sociales, la gestión municipal prometió, sin certezas ni plazos, retomar el envío de viandas.
La falta de alimentos no es el único problema que enfrentan estos espacios comunitarios. La situación se agrava con la inflación y la falta de respuestas concretas por parte de las autoridades municipales y nacionales. Los sueldos estancados y el aumento de los servicios básicos hacen que muchas familias dependan exclusivamente de los comedores y merenderos para poder alimentarse.
La incertidumbre y la angustia son palpables entre las personas que acuden en busca de ayuda. La preocupación crece entre quienes están a cargo de estos lugares, ya que no pueden dar respuesta a todas las familias que se acercan en busca de ayuda. “La demanda es enorme, y la chance de ayudar a los vecinos muy corta, no alcanza de verdad”, sostuvo la dirigente de Libres del Sur.
La situación se torna aún más crítica con el inminente aumento del boleto y, también, con el inicio de las clases. Muchas familias no pueden afrontar los gastos básicos, como la compra de alimentos y útiles escolares.
A su vez, la discontinuación de programas de ayuda, como el programa Hogar, que cubría parte del costo de las garrafas de gas, agrava la situación.
“La gente recorre comedores y merenderos, pero también barrios enteros en busca de algo para comer”, indicó Quiroga, evidenciando la magnitud del problema que enfrentan las comunidades más vulnerables de Mar del Plata y Batán.
Ante la falta de respuestas por parte de las autoridades, organizaciones como Libres del Sur y otras entidades de la sociedad civil se han visto obligadas a redoblar esfuerzos para poder brindar apoyo a quienes más lo necesitan. Recurren a donaciones, ponen de su propio bolsillo, algunos comedores apelan al Banco de Alimentos y todos, mientras tanto, estiran la comida haciendo lo imposible para que miles de familias puedan comer.
Las perspectivas a corto y mediano plazo no son buenas. Mientras el presidente Javier Milei asegura que entre abril y mayo la Argentina “tocará fondo”, en los comedores y merenderos se preparan, sin alimentos, para afrontar una situación todavía más crítica y rodeada de incertidumbre.
“La gente la está pasando súper mal. Es una realidad que desde algunos sectores no se ve. La gente va con vergüenza al comedor a pedir comida, y ya no solo trabajadores informales, sino también trabajadores registrados y adultos mayores. La preocupación es muy grande y el gobierno no da ninguna respuesta”, cerró Quiroga.