por Virginia Hebrero
MILAN, Italia.- “¿Pero qué hacen aquí? ¿Cómo han llegado? Está prohibido totalmente, váyanse o los hago detener”. El alcalde de Casalpusterlengo, uno de los once pueblos en cuarentena en el norte de Italia por el coronavirus, está furioso y no atiende a razones.
Un camino secundario nos ha llevado casi de casualidad a este municipio incluido en la “zona roja” de Lombardía, a solo 45 kilómetros de Milán, sin que ningún control nos haya impedido el paso.
El regidor, Elia Delmiglio, que circula en un coche patrulla acompañado por policías locales que portan mascarillas, no puede entender cómo hemos llegado y nos manda salir sin permitirnos hablar con ninguno de los pocos vecinos que están cerca.
“Estamos en la ‘zona roja’, dentro está el Ejército, aquí no se puede entrar”, nos sigue gritando.
La expansión del coronavirus prosigue en Italia con siete fallecidos hasta el momento y la región de Lombardía, en el norte, es la más afectada, con 212 de los 283 casos de contagio registrados en todo el país, según las últimas cifras oficiales ofrecidas hoy por el jefe de la Protección Civil, Angelo Borrelli.
También hay casos en Véneto (38), Emilia Romaña (23), Piamonte (3), Alto Adigio (1) todas en el norte, y en Lazio (3), Toscana (2), estas dos regiones en el centro, y hoy se sumó un caso en Sicilia (sur), en total ocho regiones.
Casalpusterlengo se encuentra a pocos kilómetros de Codogno, epicentro del virus en Italia, donde se registró el primer paciente de esta epidemia, un hombre de 38 años del que aun se desconoce cómo contrajo el virus.
El Cuerpo de Carabineros de Codogno confirmó a Efe que en la zona periférica que rodea a estos municipios se encuentran desde última hora del lunes 40 militares que vigilan que nadie entre ni salga del área afectada, para evitar la propagación del virus.
Los once municipios son Vo’ Euganeo, en Véneto, y Codogno, Castiglione d’Adda, Casalpusterlengo, Fombio, Maleo, Somaglia, Bertonico, Terranova dei Passerini, Castelgerundo y San Fiorano, en Lombardía, y en ellos viven unas 50.000 personas.
Junto al Ejército hay además 124 carabineros que sirven de apoyo, y también otros miembros de las fuerzas del orden.
Precisamente en Somaglia, en la “zona roja” trabaja Alberto, un joven que ahora está de “libranza forzosa” en su casa de Mellegnanello, ya que el viernes le dijeron que no vuelva a su puesto de trabajo, un negocio de productos capilares, hasta dentro de 14 días.
“Esto es ‘zona amarilla’. Eso significa que las tiendas y negocios cierran a las 18 horas, para limitar la afluencia, pero no estamos en cuarentena”, cuenta a Efe mientras trabaja para remozar la bonita granja donde vive con sus padres.
“Ahora estoy aquí porque hace poco me comunicó mi empresa que si todo va bien podremos volver al trabajo el 9 de marzo”, afirma, y recuerda que Somaglia es uno de los diez pueblos de Lombardía en “zona roja”.
“Algunos de mis colegas viven en Codogno y otros pueblos de la ‘zona roja’ y ellos sí están en cuarentena. Yo todavía me puedo mover, esperemos que la cosa mejore”, añade.
Volviendo a la carretera principal, en dirección a Codogno, sí se encuentra el control policial que impide el paso a esa zona aislada.
A la entrada de Zorlesco se ha instalado el puesto de control y varios coches patrulla se cruzan en la carretera. Los agentes, tapados con mascarillas piden los papeles a los pocos vehículos que tratan de pasar y solo autorizan a las ambulancias y vehículos de protección civil.
Con bastante frecuencia entran y salen ambulancias ululando la sirena con su personal protegido por los monos blancos y la mascarilla, la indumentaria que se ha hecho popular en los medios desde que estalló la crisis del coronavirus de Wuhan.
Alfreda Bertoni, una mujer de unos 60 años, grita furiosa y explica a algunos periodistas presentes allí que tiene que ir al médico en Codogno y no la dejan pasar.
“Aquí ven el certificado que me ha hecho ayer el médico. Estoy enferma de crisis epilépticas y depresión. Me están haciendo morir, no puedo soportar esta situación. ¿Por qué motivo no me dejan pasar? Es que todos tienen el coronavirus? Ayer me han tratado como una delincuente”, grita histérica.
Su marido añade: “Italia es la vergenza de la vergenza, lo he intentado, pero no se puede hablar ni con el alcalde. Han colocado el puesto de control donde no es la ‘zona roja’, es una indecencia, tratan a los ciudadanos como chivos expiatorios”, se indigna antes de subirse al coche con su mujer para darse media vuelta.
EFE