Mejorar el servicio a los pasajeros nunca fue prioridad para los taxis, la modificación de la tarifa sí. ¿Cómo reaccionará el mercado ante la propuesta de una empresa que prioriza la experiencia del viajero y le ofrece un precio razonable por el traslado?
LA PLATA (Corresponsalía).- Durante esta semana, los conductores que habitualmente pueblan las paradas de taxis de la ciudad de las diagonales tuvieron casi un único tema de conversación, el desembarco de Uber en Argentina.
Si bien la mayoría de los Concejos Deliberantes a lo largo del territorio nacional se han manifestado abiertamente en contra de la propuesta de la compañía norteamericana, los taxistas de muchas ciudades de nuestro país ven como un peligro latente la llegada de esta “empresa de tecnología que promueve y ofrece un servicio de economía colaborativa entre terceros”, ya que temen perder viajes que hagan mermar su recaudación diaria y por consiguiente, verán disminuir sus ganancias.
El miedo de los trabajadores está bien fundado, ya que la empresa que tuvo su origen en los Estados Unidos y que ya se encuentra en más de 400 ciudades alrededor del planeta, ofrece a sus potenciales clientes opciones que el servicio regular de taxi no tiene y jamás se preocupó por brindar.
El “servicio al pasajero” nunca fue una prioridad para choferes y dueños de taxímetros, que siempre se preocuparon más en modificar las tarifas (con gremios que apoyaban y justificaban esta acción) que en buscar una solución que pudiera ser satisfactoria tanto para ellos, como para los consumidores.
Así, con los usuarios presos de un servicio que solo les ofrecía el traslado a un destino, en algunos casos con restricciones como la de no trasladar nada en el baúl, y en la mayoría con la de no poder pagar de otra forma que no sea en efectivo, los taxistas impusieron las reglas de juego con las que había que jugar, aunque no se estuviera de acuerdo.
Lo que comenzó una nevada tarde de París en 2008, cuando Travis Kalanick y Garrett Camp tuvieron problemas para conseguir un taxi y pensaron en la idea de conseguirlo tocando un botón, hoy es una realidad que no solamente ofrece nuevas posibilidades laborales y mejora el transporte en las ciudades donde se instala, sino que puede obligar a los taxistas locales a mejorar el servicio, si no quieren perder su clientela a manos de una propuesta que les dará lucha desde cualquier punto en que se la mire.
El desconocimiento del rival al que tiene que enfrentar también es una constante en los representantes gremiales de taxistas y remiseros, que por ejemplo en la capital provincial han puesto sobre la mesa el hecho que los vehículos Uber no cuentan con ‘seguro para el pasajero’ como impedimento para realizar la actividad. Si bien este punto es cierto, ya que el dueño del vehículo no paga por este seguro, este punto está perfectamente aclarado en la web de la empresa, donde se indica que “De principio a fin, cada viaje alrededor del mundo está asegurado, y de esta manera protegemos a viajeros, conductores y todas las demás personas en el camino”.
Otra de las ventajas que ofrece este servicio es la de poder calificar al conductor y su vehículo. Para ello la empresa tiene un código de conducta que debe ser aceptado y respetado tanto por el chofer como por el pasajero. Saber quien realiza el traslado y poder contactarlo en caso de olvidarse algo en el vehículo, son ventajas que no están disponibles hoy en el servicio de transporte local, donde salvo honrosas excepciones, lo que se olvida en un taxi no se vuelve a ver.
En países como España o Francia, Uber no ha podido instalarse y debió “momentáneamente” retirar su oferta de servicio; pero a diferencia de Argentina, la flota de vehículos no supera allí los cinco años de uso y el baúl está a entera disposición del pasajero, ya que el GNC no es una opción a la hora de usar combustible. Esto se da porque tanto los automóviles que van a ser usados para el traslado de pasajeros, como el combustible que utilizan para funcionar, tienen exenciones impositivas por parte del estado nacional, algo que por estos lares los representantes sindicales de los taxistas nunca buscaron para sus afiliados.
Es claro pensar entonces, que es también por el servicio y no solamente por el precio, que los taximetreros de todo el país cuestionan la llegada de Uber, que de poder instalarse patearía el tablero y modificaría las reglas de juego a favor de los usuarios, haciendo que gremios, dueños y choferes, deban modificar su posición históricamente cómoda, donde la variable de ajuste en la actividad siempre fue el pasajero.
El conflicto está en puerta, pero si quienes hoy trasladan gente de un punto “A” a un punto “B” deciden buscar la manera de ‘amigarse’ con los clientes ofreciendo un servicio de calidad y acorde al precio que se paga por él, el desembarco de una empresa como Uber, que disfraza el transporte de pasajeros en un servicio de economía colaborativa entre terceros, no debería generar más miedo que el de perder solamente algunos viajes al día, algo muy diferente al que hoy domina las paradas de las principales ciudades del país, en donde se afirma que acabaría con la actividad.