Rodrigo Goncalvez, Alberto Gabba y Juan Di Mateo fueron los coordinadores del operativo. En una entrevista con LA CAPITAL reconstruyen lo ocurrido: el llamado, las primeras escenas y le desesperación en medio de las llamas.
La conversación telefónica no duró más de cinco segundos. “Necesito agua”, escuchó Rodrigo Goncalvez mientras sacaba la camioneta desde su casa. Del otro lado de la línea, Alberto Gabba marcaba prioridades en medio del caos y las urgencias.
Goncalvez, director de Defensa Civil, y Gabba, jefe de Bomberos, se conocen hace muchos años y han pasado juntos diferentes situaciones de emergencia. El conocimiento es tal que no sólo se formó una amistad: a Goncalvez le alcanzó con escuchar dos palabras y el tono utilizado por Gabba para tomar dimensión de la magnitud del incendio que arrasó el domingo a la noche con la distribuidora Torres y Liva.
Bomberos, rescatistas, médicos, enfermeros y policías fueron los héroes de una tragedia que si bien no dejó víctimas fatales, por sus características estuvo a la altura de los incendios más importantes de la historia de Mar del Plata. En un contexto de caos, humo, altas temperaturas y mucho miedo, la coordinación de todos los esfuerzos cumplió un rol central.
Rodrigo Goncalvez, Alberto Gabba y el director del SAME; Juan Di Mateo, fueron los encargados de, en tiempo récord, montar un operativo que evitó daños mayores. Todos los protagonistas coinciden: si no hubo víctimas o heridos de consideración, fue en buena parte por el accionar de bomberos y rescatistas.
Pasaron algunos días del incendio y la zona de Rivadavia y 20 de Septiembre es pura desolación. Basta con ver los escombros y la estructura a punto de derrumbarse para tomar dimensión del desastre. El silencio completa la escena: reina la tristeza.
Mientras todavía hay bomberos en el lugar, Goncalvez, Gabba y Di Mateo, compartieron con LA CAPITAL los detalles de un incendió que conmovió a la ciudad.
“Estaba en mi casa, fui alertado y rápidamente estuvimos acá. Llegué alrededor de las 22, a los minutos que había empezado”, arrancó el director de SAME y siguió: “Lo primero que encontré fue a los bomberos trabajando en forma denodada y una hoguera de fuego que no te dejaba acercar al lugar. El trabajo que ha hecho esta gente es para recalcar”.
Rodrigo Goncalvez estaba acostado mirando televisión cuando recibió el llamado. “Al ratito me confirman el dato así que me cambié y salí. Cuando estoy sacando la camioneta, me llama Alberto Gabba con quien he trabajado en infinidad de casos. Fue una conversación de cinco segundos: “Necesito agua”; me dijo. Corté y a las tres cuadras llamé a uno de los gerentes de Obras Sanitarias y después a uno de los directores de Vialidad. Sólo escuchar la voz de Alberto Gabba me dio una valoración de lo que se estaba viviendo”, recordó.
Para Gabba, los llamados de alerta son parte de la rutina diaria: vive al lado del cuartel de Bomberos. “Escuché la autobomba que salía. Yo me doy cuenta cuando salen violentamente o tranquilos. Bajé, pregunté y no subí más a mi casa hasta el lunes a la noche”, recordó.
El peor
Los responsables del operativo coinciden en la evaluación de los hechos. Fue la situación más difícil que les tocó atravesar.
“Ha habido muchos eventos en Mar del Plata de esta característica, pero si tenemos que cuantificar los daños y hacer una valoración personal, sin dudas que el incendio es de lo más importante que ha pasado en la historia. Por el lugar geográfico en que se encuentra, por los vecinos que afectó, y también por las propiedades”, consideró Goncalvez.
A Juan Di Mateo le tocaron en su carrera, “muchas situaciones de gran magnitud pero como esta, nunca”. “Por la dimensión y magnitud del incendio”, apuntó.
En la misma línea, Gabba recordó que tuvo “un sinnúmero de intervenciones e incendios de magnitud, pero como este no”. “La gravedad está manifiesta porque son edificios donde viven familias, hay altas cargas de fuego, es un lugar hostil en el que no conocemos las puertas, los accesos. Se arranca de cero cuando uno ingresa a oscuras. Sin luminarias de emergencia, sin antideslizantes en los escalones. Es una situación que fue difícil”, remarcó.
Primeros momentos
Ya habían pasado las 22 del domingo y mientras las fotos y videos del incendio circulaban por los grupos de whatsapp y por redes sociales, los bomberos y rescatistas empezaban a aplicar el protocolo. “Llegué al lugar y convoqué a mi equipo. Ya habíamos pedido el agua, recursos de vialidad. Y encontré una situación que me movilizó como pocas veces. Muchas gritos, mucha gente llorando. Las llamas, la temperatura…
Fue uno de los eventos más complejos de la historia de Mar del Plata”, rememoró Goncalvez. “En la emergencia uno contextualiza los diferentes momentos y situaciones. Tenemos el plano social, el sanitario y el operativo”, añadió.
Para el director del SAME, la prioridad fue armar un anillo de contención para empezar a trabajar, “principalmente en la contención a las víctimas y familiares, y después la demanda de la gente que va sufriendo diferentes situaciones como inhalación de humo”. “Montamos el operativo que siguió hasta el otro día a la noche y vino un equipo de psicólogos para seguir con una contención más específica”, recordó.
“Vi bomberos trabajar 24 horas sin parar”
Al jefe de los bomberos Alberto Gabba le tocó la tarea más difícil: combatir las llamas. “Se trabajó con la mayor celeridad posible, tratamos de evitar la propagación, al extremo de que se combatió de manera desigual porque el acceso era difícil. Pero después de 4 horas de trabajo se logró contener. Una vez que se hizo, hicimos un ataque ofensivo, asegurándonos de tener la cantidad de agua suficiente”, contó.
Cuando el fuego pudo ser controlado, y los vecinos estaban fuera de peligro, la asistencia médica estuvo apuntada principalmente a los bomberos y rescatistas.
“Vi bomberos que arrancaron a las diez de la noche y eran las diez de la noche del otro día y seguían trabajando sin parar. Estuvieron 24 horas sin parar”, recordó Di Mateo.
-Solidaridad y trabajo en equipo: las historias en medio del drama