Río 2016

El clásico en las tribunas y la hipocresía del espíritu olímpico

La hostilidad entre espectadores brasileños y argentinos creció y el clásico en las tribunas se desborda.

Por Vito Amalfitano

Desde Río de Janeiro, Brasil

Desde el “Brasil decime qué se siente” para acá la hostilidad entre espectadores brasileños y argentinos creció y el clásico en las tribunas se desborda, no solo cuando hay enfrentamientos entre representativos propios.

En realidad, en el Mundial de fútbol el que tiró “la primera piedra” fue el público brasileño, al cantar enfervorizado por Bosnia en el Maracaná. Ahí nació el “Brasil decime qué se siente” y el gran espectáculo de los argentinos, cuando podían viajar 30.000.

Ahora los argentinos son menos pero igual se hacen sentir. Y es entendible que un aficionado brasileño al tenis tome partido por un número uno del mundo como Djokovic, al que admira. Pero sí da mucho fastidio que los “torcedores” locales canten por cualquier ignoto deportista y se pongan la camiseta de cualquiera para gritar agresivamente contra los argentinos. Eso tuvo dos puntos extremos, cuando cantaron “Corea/Corea” para ponerse del lado de la rival de Paula Pareto en la final de judo y sobre todo cuando insistieron con el “Sousa/Sousa”, el rival portugués de Del Potro en segunda ronda, y llegaron a insultar al tandilense. En ese momento reaccionaron un par de hinchas argentinos y fueron golpeados por otros tantos brasileños. El resultado es que se llevaron demorado a un argentino.

El problema, también hasta con golpes de puños, se repitió en el Carioca 1, en el básquetbol de Argentina -Croacia. Y en otros escenarios, cada vez que compitió un argentino. La reunión burocrática de dirigentes para “sellar la paz” no sirve de mucho en estos casos. Sí la imagen que pueden dar los deportistas, como los jugadores de rugby que posaron juntos luego del contundente 31 a 0 de Argentina sobre Brasil. Igual el folklore y los cánticos no deben molestar, el problema es la agresividad con que los brasileños reaccionan.

Ahora la preocupación es por el choque de mañana a las 14 en básquetbol, en el que incluso Brasil se juega más que Argentina. Pero que nadie piense que en ese caso Argentina disputará localía en duelo de hinchadas. La diferencia será desproporcionada, los brasileños tienen la mayoría de las entradas. Aunque los argentinos siempre nos las ingeniemos para “hacernos sentir”.

Por otra parte, en más de uno de esos casos, sobre todo en el tenis, pero también en el básquetbol, desde los altoparlantes se pidió “respeto al espíritu olímpico”, casualmente cada vez que empezaba a cantar muy fuerte el público argentino. Discutible por cierto. En el espíritu olímpico del Barón de Coubertin no debería figurar que el básquetbol tenga animadores como los de la NBA, que el negocio del merchandising y la venta de cualquier cosa haya alcanzado niveles tan exagerados alrededor de los estadios o que se expenda cerveza en cada escenario, lo que puede exacerbar cada reacción. Y para que se tome más cerveza aún, con cada una que se compra se regala un vaso alusivo a cada deporte de los Juegos. El negocio está garantizado. Pero el espíritu olímpico, con el alcohol de por medio, bien gracias.

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