por Vito Amalfitano
MOSCU, Rusia.- Sí, es verdad, Argentina perdió contra los finalistas. Pero que demostraron estar a años luz de la Selección. Mal de muchos (bien de dos), consuelo de tontos. Nunca más hay que dejarle una rendija al engaño. Mejor decir que Argentina ganó un solo partido y en la agonía contra Nigeria. Estamos como antes del Mundial 74 y de Menotti. Cuando aún no existía literalmente la Selección. Esa es la realidad.
Hace mucho tiempo que no somos los mejores del mundo. El segundo puesto en Brasil fue una circunstancia. No el producto de un proyecto en serio ni de un equipo que se formó así desde años antes. En realidad, se recuerda, salió en el medio de la competencia. Se pasó de un equipo muy ofensivo, con “los cuatro fantásticos”,-se decía-, a uno muy defensivo, que casi no pateó al arco con Holanda. Es cierto que se jugó mejor que Alemania en un partido, la Selección fue infinitamente menos que Alemania en todo el resto del Mundial.
Hace mucho tiempo que Messi no es el mejor del mundo. Hasta hay que discutir si lo fue alguna vez, al menos en la Selección. Siempre se pasó de una afirmación estática, a la que no se la acompañó con argumentos permanentes y fundamentos renovados. Lío perdió explosión hasta en Barcelona, que hace tres Champions en las que no logra imponer su juego. Y nunca fue en Argentina lo que le hicieron creer que era, líder, conductor, capitán. Se hizo mal él al creérsela.
No vaya a ser cosa que ahora recrudezca el autoengaño. El desastre de la Selección en Rusia no fue menos desastre porque los que llegaron a la final son los dos equipos que le ganaron. La verdad es que entre Francia y Croacia le hicieron siete goles a Argentina; que Francia solo le pudo haber hecho seis o siete; que Croacia le dio una paliza táctica y futbolera; que por lo menos veinte equipos de este Mundial jugaron a más ritmo con la pelota que la Selección; que solo se le ganó a Nigeria en la agonía; que se empató con Islandia, un equipo amateur con un DT odontólogo y un arquero director de cine; que los cuatro semifinalistas y una decena de equipos más llegaron con una idea al Mundial, sabiendo a que jugaban, hasta Islandia o Rusia, por ejemplo; Argentina nunca supo.
Rakitic es volante clave en Barcelona. Mascherano ya está en el fútbol chino. Biglia llegó con mucho desgaste. Modric es líder y conductor de Croacia, es también importante pieza en Real Madrid. Messi no es líder de nada. Es la gran figura que queda en Barcelona, pero hasta hace minutos Iniesta le sacaba todo el peso con liderazgo y conducción.
Francia es el producto de un proyecto de veinte años. En Argentina hace rato que los proyectos no duran ni cinco minutos. El último serio fue el de Pekerman. A Basile “lo cortaron” unos irrespetuosos y Gerardo Martino, que tenía una idea, y su Selección estaba primera, se tuvo que ir por el desgaste que le provocó Daniel Angelici, primero con la influencia para la irresponsable intervención del actual gobierno nacional y de la Inspección General de Justicia en la AFA y después con la no entrega de los jugadores de Boca para los Juegos Olímpicos.
El trabajo de Francia en Clairefontaine parte desde la base, desde todos los equipos juveniles. Hay continuidades. Didier Deschamps, hoy el DT, era el capitán de aquel equipo campeón del 98 que a su vez fue el producto que inició Aimé Jacquet. Uno de los entrenadores de su equipo, Domenech, dirigió al juvenil de Francia que jugó en Mar del Plata en 2000 y después fue el técnico de la mayor que salió subcampeona en Alemania. Hoy Francia juega su tercera final entre las útimas seis disputadas. Desde antes del 98, en las escuelas de fútbol de Francia, se hace un trabajo “enfermizo” y minucioso sobre la técnica, como en Alemania o España,-que hoy viven las transiciones que también sufrió este proceso francés, como en 2002-. No es casualidad hoy la destreza técnica con la que Pogba distribuye y maneja el juego en los partidos de Francia; el “timming” de Kanté para cortar y pasar, y siempre clarificar con el compañero; el talento y la clarividencia de Griezmann; la explosión con la pelota pegada al pie de Mbappé.
Aquí se trabaja menos y mal con la técnica desde hace muchos años. Por que se cree que eso ya está, se da por sobreentendido. Hasta que comprobamos que hasta los japoneses tienen más técnica en velocidad. Hay que empezar de vuelta. Convoquen a un sabio. Estamos como antes de Menotti. Y a César lo siguen llamando de todo el mundo para que explique el fútbol. Menos desde Argentina, dónde solo lo tienen en cuenta ahora para cargos simbólicos. Así estamos.