Ocurrió en 1995, cuando un peso era un dólar, y la oficina del organismo estatal estaba reservada para los trámites de los grandes contribuyentes. Tres delincuentes armados redujeron a todos los presentes y huyeron con un suculento botín. Podría haber sido una tragedia...
Por Bruno Verdenelli
verdenelli@lacapitalmdq.com.ar
Alrededor de 50 personas tiradas en el piso durante cinco minutos, mucho dinero y dos custodios rendidos, despojados violentamente de sus armas. Un asalto propio de un filme policial con escasa producción, aunque de gran efectividad.
El martes 22 de agosto de 1995 tres delincuentes cometieron un osado robo en plena avenida Independencia. ¿El escenario? La sede de la entonces Dirección General Impositiva (hoy AFIP). ¿El monto sustraído? Cerca de 45 mil pesos, que en ese momento equivalían a 45 mi dólares. Una suma verdaderamente importante en aquellos tiempos.
Como si todo eso fuera poco, el golpe fue perpetrado en pleno mediodía. La crónica de LA CAPITAL indica que los ladrones llegaron a las dependencias que el organismo estatal ocupaba en el edificio del Banco de la Edificadora de Olavarría cerca de las 12.10. Vestidos de sport y con sus rostros semitapados por pañuelos, lanzaron la típica frase y cundió el pánico.
“¡Esto es un asalto, todos abajo carajo!”, gritó uno de ellos. “Calladitos la boca y tranquilos”, lo siguió otro. Palabras bastante predecibles que, obviamente, generaron obedientes acciones en las víctimas, ante un estremecedor presagio de tragedia.
La pesquisa posterior, llevada a cabo por el comisario Velázquez -entonces titular de la seccional segunda de Mar del Plata- concluiría días después en que no se trataba de improvisados. Y era lógico, debido a que, cuanto menos, conocían que esa oficina estaba reservada en aquellos días para los trámites que realizaban los grandes contribuyentes del Estado.
Además de gritar y aterrorizar a todos con sus amenazas, los delincuentes redujeron a los dos agentes de seguridad del organismo ubicado en Independencia 2375. Les quitaron sus revólveres calibre 36 y después de obligar a los presentes a quedarse en el piso, fueron directo hacia las tres cajas registradoras del establecimiento. Después huyeron.
Eran tiempos en que todas las operaciones se hacían en efectivo. No existían las tarjetas de débito ni los medios de pago a través de internet. Y un peso podía cambiarse por un dólar. Es decir: en ese lugar había mucho dinero.
De acuerdo a la denuncia presentada formalmente por el contador de la DGI, Jorge Torterola, quien en 1995 tenía 42 años, los asaltantes permanecieron en el interior del organismo tan sólo cinco minutos y al escapar se llevaron 45 mil pesos.
La mencionada suma parece escasa, pero si se tiene en cuenta que el salario mínimo promedio de aquella década en cuestión era de 200 pesos, se puede tomar conciencia de que los ladrones se robaron un suculento botín.
Investigación
Las fuentes del caso confiaron a LA CAPITAL que los autores del estruendoso asalto tenían antecedentes penales por hechos similares y no eran novatos en su ilegal oficio. Por eso confiaban en que pronto caerían detenidos.
Los uniformados sabían que el trío había salido caminando del local. Luego, dos de los ladrones habían abordado una motocicleta marca Kawasaki y el restante, continuado su fuga a pie, sin despertar mayores sospechas entre los transeúntes habituales de las veredas situadas sobre la concurrida avenida.
Después de consumar los correspondientes peritajes, la policía marplatense mostraba cierto optimismo, que aumentaba al mismo ritmo que la cantidad de demorados. Pero lo cierto era que no contaban con ninguna prueba real: en esa época tampoco había cámaras de seguridad y todos los procedimientos judiciales eran aún más lentos que ahora.
“Las pistas son firmes y la cuestión podría quedar resuelta en pocos días más”, mencionó uno de los investigadores “de probada veracidad”, según la edición de LA CAPITAL del 25 de agosto siguiente.
Mientras tanto, en la misma nota se citaba que los operativos para esclarecer los detalles “del atraco” se sucedían “como un cadena en busca de su eslabón definitivo: la captura de los responsables”.
Pero esa fue la última vez que el diario publicó información relacionada con el caso. Todo parece indicar que se trató de un golpe audaz, como un filme del género negro poco producido, pero efectivo al fin.