La Ciudad

El artista invisible que se convirtió en uno de los personajes del año

Mario Magrini colocó hace un año la "Mujer misteriosa" de Playa Chica. Fue la sensación de la temporada.

Por Natalia Prieto

np@lacapitalmdq.com.ar

La intriga duró casi una semana. El fin de semana largo de Carnaval del año pasado, precisamente en el amanecer del 14 de febrero, apareció en la zona de Playa Chica un escultura misteriosa de autor desconocido que representaba a una mujer. En pocas horas, el hecho se convirtió en suceso. Y se propagaron las teorías sobre su origen.

Que se trataba de un homenaje a la defensa de los derechos de la mujer, contra los femicidios; que era “Marianita”, una modelo de un trabajo práctico de una materia de primer año de la escuela Martin Malharro; que era una escultura que representaba a la vicepresidenta de la Nación, Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner; y hasta lo catalogaron como un homenaje a los marinos desaparecidos en el submarino ARA San Juan.

Las hipótesis crecían verbalmente, al pie del monumento, mientras desfilaban las personas para conocerlo y fotografiarlo, y saturaron las redes sociales. En tanto, el autor seguía en el anonimato.

Hasta que, casi una semana después, se develó el misterio: el doctor Mario Magrini se presentó en conferencia de prensa auspiciada por la Secretaría de Cultura local como su creador. Así, después de días de aparecer en páginas de diarios, portales virtuales y flashes televisivos, se terminó el misterio surgido durante el fin de semana largo de Carnaval. “Había poca actividad turística en el marco de la pandemia, había mucho periodismo de Buenos Aires y no había ni obras de teatro por la pandemia, así que fue la nota de color. Fue mucho más de lo buscado, fue eso, un choque de planetas”, rememora ante LA CAPITAL su autor, el doctor Mario Magrini, a los pies de su trabajo artístico más célebre.

A un año del hecho, y después de haberse convertido en uno de los personajes del 2021, el cirujano plástico que considera al arte como su “hobby”, asegura que fue “mucho más de lo buscado, fue ver qué pasaba y pasó mucho. Me sigue dando satisfacciones, hasta el hecho de que no la hayan vandalizado”.

Su talento artístico fue forjado a través de “muchos talleres de diferentes disciplinas, como pintura, dibujo, escultura, modelado. Fue una improvisación, surgió así”, describe quien es uno de los hijos de los creadores de la Guardia del Mar.

La escultura, que negó que se llame Marianita (nombre enarbolado debido a que trabajos de escultura de un curso de la escuela Malharro se realizan con una modelo viva que se llamaba así), fue el resultado de su familiaridad con el cuerpo humano y la estética. “El arte me ayudó en la medicina y la medicina me ayudó con el arte. Quizás sea una vocación tapada”, conjetura a orillas del mar el cirujano plástico.

Logística

La instalación de la escultura, que a falta de nombre su autor sugirió llamarla “Mujer misteriosa”, la realizó el propio Magrini el 5 de febrero. “La trasladé desde casa, en mi auto. No puedo negar la taquicardia, pero también la emoción. La fijé con una mezcla de cemento y arena”, explicó el autor el año pasado.

Previamente había hecho un trabajo de inteligencia para determinar el horario en que concretaría su “travesura artística”. “Seguí a través de las cámaras del Canal 79 -cuenta- la hora en que no había gente en el lugar. Así determiné que tenía que ser a las 4. Preparé todo y la cargué en el auto junto a un balde con mezcla para concretar la tarea”.

Así llegó hasta el sector de Playa Chica, a la altura del Parque San Martin casi llegando a Castelli, y bajó la estatua en un carrito hasta el sector de las piedras que ya había seleccionado.

“Al lugar llegué por sugerencia de una amiga arquitecta -rememora divertido-, que me señaló el Paseo Luziriaga, y me gustó porque no incomoda y es ideal porque mira hacia el mar”.

Entonces, durante varias noches, lijó las piedras para “sacarle el moho y que el cemento se adhiera” y esa madrugada puso manos a la obra con las pulsaciones en alza. La logística le jugó una mala pasada porque se quedó sin cemento, así que tuvo que volver a su casa a buscar más. 

La escultura fue realizada “hace unos 23 años, estaba casi arrumbada. Pasó muchos años en mi casa, después me mudé y fue a parar al jardín de mi hija. Así que cuando decidí hacer la intervención artística la recuperé, porque pensé que era una buena imagen para colocar frente al mar”.

Así amaneció hoy, a un año de su instalación, la escultura de Playa Chica.

Integración

El lugar elegido cumplía el objetivo, porque permitía que la escultura se integrara con el paisaje, que “no molestará visualmente” y al terminar de instalarla “salió el sol. Fue emocionante, porque veníamos de varios días de lluvia y ese dia amaneció despejado”, cuenta Magrini.

Todo ese trabajo lo realizó en el marco de “una adrenalina impresionante, porque también pensaba ¿y si me agarran?, ¿y si me llevan preso? También pensaba que algún grupo la podía robar o vandalizar o pintar. Pero nada de eso pasó”.

Una vez superado el primer acto, la adrenalina derivó en exitación porque la aparición de esa estatua anónima generaba cada más mayor intriga y más aún su autor.

Si bien su núcleo familiar conocía el secreto artístico, la presión comenzó a crecer con el correr de los días. Y fue así que “al sentirme medio amenazado y agobiado por todo el rebote mediático, hablé con el secretario de Cultura Carlos Balmaceda, le expliqué y me dijo que estaban interesados en develar el nombre del autor”.

Entonces se concretó la conferencia de prensa en Villa Victoria y chau misterio. “En aquel entonces pensé que no iba a durar -reseña el cirujano plástico-, pero me parece muy lindo que la hayan respetado, fue una bocanada de aire en ese momento que salíamos de un año muy difícil aunque no sabíamos que íbamos a entrar en otro año difícil”.

“Me parece bárbaro -añade- que siga generando interés y que a la gente le siga gustando. Fue una satisfacción, no lo podía creer, estaba un poco nervioso porque no quería ser protagonista de esto, pero me acercó a historias muy conmovedoras”.

En ese sentido recuerda “a una mujer que se le había muerto la hija, habían esparcido las cenizas en esta zona y ella ve a su hija en la estatua. Es muy conmovedor”. En otra oportunidad, un hombre le confesó que “no se había suicidado, acá en Playa Chica, porque miró a la escultura y eso lo frenó. Fue una señal”.

Magrini mira su obra y se le nota la conformidad y adelanta que “cranea” otra performance para el futuro, con figuras relacionadas con el mar, con su incesante ir y venir.

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