por Raquel Vivanco
A pesar de haber avanzado en el reconocimiento de muchos de nuestros derechos y de contar con múltiples instrumentos legales a nivel nacional e internacional que dan cuenta de ello, las relaciones desiguales de poder que generan violencia contra las mujeres persisten en nuestros días.
La naturalización de las distintas expresiones de violencia sexista por parte de la sociedad, y la ausencia de políticas públicas tendientes a erradicarlas sostienen y perpetúan en el tiempo la discriminación y la violencia contra las mujeres, inhibiendo del pleno disfrute y ejercicio de ciudadanía a más del 50 % de la población: las mujeres.
Si bien la realidad nos dice que el hogar es el lugar en el que las mujeres se encuentran más inseguras y expuestas a situaciones de violencia (los femicidios son cometidos mayoritariamente por hombres de su círculo íntimo), el diseño del espacio público tampoco contempla el acceso a servicios y a transitar de manera libre, segura y autónoma en igualdad de condiciones a unos y otras.
La violencia contra las mujeres en el espacio público se expresa de diferentes maneras, y a pesar de que sólo algunas de ellas son identificadas como tal: asaltos, violaciones, arrebatos, existen otras tantas manifestaciones de la violencia sexista que se encuentran fuertemente arraigadas en la cultura, entre ellas los mal llamados piropos, silbidos, bocinazos, comentarios sexualmente explícitos, gestos vulgares, etc.
En ningún caso la violencia contra las mujeres es abordada por el Estado como un problema de inseguridad, a pesar de que en muchos países de la región la inseguridad forma parte de las prioridades en las agendas de los gobiernos.
Con el propósito de visibilizar el acoso callejero que sufrimos las mujeres en el espacio público como una manifestación más de la violencia sexista y como un problema de seguridad ciudadana, el cual se debe abordar de manera urgente en la Ciudad de Buenos Aires, las MuMaLá (Mujeres de la Matria Latinoamericana) junto con el Instituto ISEPCi llevamos adelante una encuesta que presentamos en abril del 2016 con la diputada nacional Victoria Donda, cuyos datos dan cuenta de lo extendida de esta problemática, ya que los mismos arrojan que el 100% de las mujeres encuestadas fueron víctimas de algún tipo de acoso callejero a lo largo de su vida, y en todos los casos las mujeres comenzaron a sufrirlo desde edades muy tempranas (entre los 9 y los 22 años). Mientras que el 70% dijo lidiar con comentarios sobre su apariencia, el 47% de las mujeres afirmó haber sido seguida por un hombre en alguna ocasión, lo que denota que el caso de acoso sufrido, y denunciado, por Lucia Cabrera es el de muchas mujeres de la CABA.
Otro dato a destacar es que el 100% de las mujeres dijo llevar adelante distintas estrategias de prevención para no ser acosas en la vía pública, como por ejemplo: evitar transitar por lugares oscuros o desolados (87%), cambiar de vereda ante la presencia de un grupo de hombres (74%), tomar rutas alternativas (67%), asesorarse previamente de los lugares a los que va ir (66%), ir acompañada (63%), usar intencionalmente ropa que no llame la atención (51%) entre otras. El informe completo se puede ver aquí
A partir de que se hicieran públicos los datos que relevamos en la encuesta un legislador de la Ciudad de Buenos Aires presentó un proyecto de Ley para que el Acoso Sexual Callejero fuera una contravención en el ámbito de la Ciudad, la cual se aprobó en diciembre del 2016 con el N° 5742, y define como Acoso Sexual en espacios públicos a “las conductas físicas o verbales de naturaleza o connotación sexual, basadas en el género, identidad y/u orientación sexual, realizadas por una o más personas en contra de otra u otras, quienes no desean o rechazan estas conductas en tanto afectan su dignidad, sus derechos fundamentales como la libertad, integridad y libre tránsito, creando en ellas intimidación, hostilidad, degradación, humillación o un ambiente ofensivo en los espacios públicos y en los espacios privados de acceso público”.
Cuando Lucía Cabrera denunció a su acosador, un taxista que la siguió durante varias cuadras con su auto a plena luz del día, desconocía la existencia de una ley que sancionara el acoso sexual callejero, pero tenía en claro que estaba siendo víctima, una vez más, de una de las tantas manifestaciones que asume la violencia sexista contra las mujeres en el espacio público, y esta vez decidió denunciarlo.
El policía que escuchó a Lucia e hizo bajar del auto a su acosador tampoco sabía de la existencia de la nueva norma, pero una búsqueda rápida por internet lo llevó a dar con la Ley 5742 y así fue que pudo llevarse adelante la denuncia que habilitó la primera audiencia de mediación por un caso de acoso sexual en la vía pública, sentando un precedente en la materia que nos permite hacer visible una de las manifestaciones de la violencia contra las mujeres más arraigadas y aceptadas culturalmente por la sociedad y que hoy en la CABA podemos denunciar. Por su parte, el acosador deberá realizar un curso sobre DD.HH., convivencia y diversidad, y esperamos con esto se eduque y en adelante respete la autonomía y la libertad de las mujeres.
Como sociedad debemos reflexionar fuertemente ya que las mujeres tenemos derecho a transitar de manera segura y libre el espacio público.
No queremos sentirnos valientes cuando salimos a la calle, queremos sentirnos seguras.
(*): Coordinadora Nacional de MuMaLá (Mujeres de la Matria Latinoamericana).