Exigen materiales de obra que, aseguran, el Ejecutivo no les entregó. Cuántos son, cómo pasan sus días y de qué manera se organizan para continuar con su plan de lucha.
por Julia Van Gool
Unas cinco cooperativas, acompañadas por diferentes organizaciones barriales, protagonizan, desde el lunes 5 de marzo, un acampe frente a la Municipalidad. Desde iniciada la protesta, vivieron cuatro alertas meteorológicos por fuertes tormentas y otros tres por intensos vientos, situación que los obligó a pasar varias horas dentro de las seis carpas y los dos grandes toldos que levantaron para protegerse. De día, el número de personas llega a alcanzar los 100; de noche, son entre 40 y 50.
Muchos no se conocían antes de iniciado el conflicto. De hecho, aseguran que el reclamo relacionado con la ejecución del programa Mejor Vivir -que surge del Ministerio del Interior de la Nación, pero a nivel local está a cargo de la comuna- terminó por “fortalecer” una red de colaboración entre las entidades. Esto se percibe, incluso, hacia el interior del acampe, en su dinámica de trabajo y división de tareas.
Según cuenta a LA CAPITAL Norma, referente del Movimiento Teresa Rodríguez, cada organización tiene a cargo la elaboración de una comida, como también la responsabilidad de aportar alimentos, maderas o frazadas para hacer de su plan de lucha algo más llevadero.
“Está siendo cada vez más difícil, no sólo por el desgaste natural de estar acá tantos días, sino también porque no vemos que esto vaya a solucionarse pronto y los alimentos ya se nos están acabando”, asegura, mientras a unos metros se tapa una olla que, hasta hace unos pocos minutos, tenía la última ración de fideos y pollo.
Raúl, de la cooperativa A trabajar, fue el encargado del almuerzo de ese sábado 24, lluvioso y frío. Y, mostrando la olla vacía, se lamenta: “Tuvimos que ir a buscar fideos porque no alcanzaba, cada vez viene más gente que necesita un plato de comida”.
Es que según cuentan, pese al frío y a la noche -las dos cosas señaladas como las más “duras” de esta experiencia-, la gente “está mejor en el acampe que en sus casas, donde ya no tienen nada”.
Por eso, cuando de las razones de la protesta se trata, mencionan su reclamo a la Municipalidad por los materiales requeridos para ejecutar las últimas obras de los trabajos que les fueron asignados, pero inmediatamente se enfocan en cuestiones aun más profundas, las que resumen en palabras como “hambre”, “trabajo” y “techo”, conceptos que serán recogidos por Tomás, un militante de organizaciones de Derechos Humanos que acompaña a los manifestantes de Plaza San Martín. “Acá no se está cumpliendo uno de los derechos esenciales, que es el del trabajo, el de la posibilidad de progresar”, señaló.
No sentirse solos
Las horas pasan lentas y si bien tienen organizado un sistema de turnos para que irse a descansar o bañarse, los juegos de cartas, las anécdotas de los más pequeños y las charlas alrededor del improvisado fuego son de las pocas cosas que los sacan del ambiente de protesta que ahí se vive.
Para Raúl, en contextos de necesidad y crisis, es primordial encontrarse dentro de una organización, donde la “contención” esté garantizada.
De hecho, asegura que aquellos que se encuentran “desamparados” son los que terminan siendo “peligrosos” para sí mismos y para el resto de la sociedad.
“Siendo parte de una organización no se está solo, siempre hay alguien que te va a tender una mano, que te va a ayudar”, asegura.
“Pero cuando están solos, están desamparados, empiezan a hacer todo lo que está al alcance para salir de donde están, pero cuando ya no les queda nada y nadie los ayuda, ahí es cuando se puede ser peligroso”, agregó.
Walter tiene 44 años y hace 35 que vive en los alrededores de la Municipalidad, donde todo el mundo lo conoce como “Sombra”.
Hace algunos meses que forma parte de la Coordinadora de Unidad Barrial (CUBA) y al igual que Raúl, pone el foco en el alivio que trae el no sentirse solo.
“Cometí errores en la vida, pero vivir en la calle es muy duro, se me murieron muchos amigos de frío. Si esto (por el reclamo) se soluciona, puedo tener la posibilidad de tener un techo”, dice, emocionado, mientras acomoda los ramos artesanales que hace para ganarse la vida.
Pobres contra pobres
Todos los referentes consultados por LA CAPITAL destacan que la red de colaboración se expande, también, al resto de la comunidad, algo que insisten en agradecer en cuanto tienen la posibilidad.
“Nunca falta el vecino que se acerca, nos trae algo para comer, alguna frazada o algún abrigo para los nenes. Y el que no tiene para darnos, nos demuestra su apoyo”, señaló Norma, del MTR.
De todas maneras, a los pocos días de iniciado el conflicto, las quejas de comerciantes de la avenida Luro comenzaron a incrementarse, llegando incluso al despacho del intendente Carlos Arroyo.
“Un par de veces pasó que algún compañero fue a comprar agua y recibió un mal trato, pero no más que eso”, recordó Norma. Y agregó: “Yo entiendo que se quejen, pero que hayan bajado las ventas no es por culpa de nuestro corte. Las ventas bajan por culpa del gobierno y porque la gente no tiene plata”.
En la misma línea se pronunció Marcos, de Votamos Luchar: “La gente a veces no se da cuenta que, si esto sigue así, ellos también van a estar acá con nosotros”.
El acampe cumple hoy 21 días y al cansancio propio de la lucha, se le suman la lluvia y las temperaturas invernales vividas este último fin de semana.
“Hay que cuidarse porque hoy sale cara una gripe”, aconseja Walter, mientras se sube el cierre de la campera hasta la pera.
Norma, minutos antes se refería a lo mismo, pero no mostraba signo de debilidad: “Nos golpean los de abajo y nos golpean desde arriba, pero nosotros acá vamos a seguir”.
El conflicto
Las organizaciones sociales se encuentran en conflicto con el municipio por incumplimientos en el programa Mejor Vivir del Ministerio de Trabajo de la Nación, que a nivel local está a cargo de la comuna.
La iniciativa tiene como propósito llevar adelante tareas de remodelación y ampliación de viviendas a través de las cooperativas.
Sin embargo, el conflicto en esta oportunidad surge por el reclamo de cinco cooperativas ante la falta de entrega de los materiales requeridos para ejecutar las últimas obras que les fueron asignadas, cuyos contratos ya fueron firmados meses atrás.
Tras 18 días de acampe, este viernes, la Municipalidad se reunió con referentes de cuatro de las cooperativas, a quienes les aseguraron que los materiales habían sido entregados en los plazos correspondientes.
Bajo el compromiso de “comprobar si algo se ha hecho mal” y volver a encontrarse la próxima semana, los cooperativistas trasladaron el acampe desde la calle Yrigoyen a la plaza San Martín.