Opinión.
Por Marcelo Sosa
El triste y lamentable incendio en nuestra reserva de Biosfera Parque Atlántico Mar Chiquito, en jurisdicción de la base militar CELPA, este evento nos convoca nuevamente a la discusión sobre el daño de la mano del hombre en la Reserva.
Gracias a la labor incansable de los bomberos de la región el incendio pudo contenerse, pero lamentablemente casi 700 hectáreas se perdieron, con una pérdida de Flora y Fauna incalculable, lo cual nos obliga a replantearnos cómo seguir como vecinos y funcionarios.
He presentado resoluciones en el Concejo Deliberante, otras Resoluciones votadas en la Legislatura Provincial, motorizadas por legisladores de la quinta sección electoral, ha habido movilizaciones vecinales, pedidos del ejecutivo local, y nada ha sido escuchado hasta ahora. Dos veces por año vemos y escuchamos en un humedal ejercicios militares con piezas de artillería en la Reserva de Biosfera, inaceptable en estos tiempos. Queremos conciencia ambiental y brindar un ejemplo claro y contundente a nuestros jóvenes y niños y niñas.
La pandemia demostró que no podemos salvarnos solos, vivimos en comunidad. Los gobiernos locales, nacionales y organismos internacionales deben abordar la problemática de forma urgente y conjunta. Durante muchos años la política abordó la justicia ambiental como un mero slogan de campaña o como una problemática de agenda momentánea y marketinera.
En Mar Chiquita llegó el momento de defender nuestra Reserva con uñas y dientes en favor de las próximas generaciones.
El cuidado de la Reserva debe ser un tema de agenda común, sin política partidaria, un acuerdo que integre lo individual, lo social y lo ambiental.
Marcelo Sosa.
La riqueza de su fauna reside principalmente en las aves y en los peces (corvinas, lisa, pejerrey, lenguado, aunque no faltan coypos, carpinchos, tucos, gatos salvajes, peludos, mulitas, cuises, zorro gris o zorro de las pampas, entre otros. El número de aves llega a 168, distribuidas en 51 familias, incluyendo patos, benteveos, chorlos, gaviotas y gaviotines, horneros, macaes, garzas y gallaretas, imaginemos por un minuto el sufrimiento de estos animales durante una práctica de tiro o un incendio, más su peligro de extinción.
Debemos gestionar YA, para que esto pare de una vez, en pos de lograr la sustentabilidad económica, social y ecológica, de las 26.488 hectáreas de la Reserva MAB.
Estas 1.740 hectáreas que componen CELPA, expropiadas durante el gobierno militar de Onganía, deben dejar de tener prácticas regulares de tiro misilístico tierra-aire, aire-tierra y bombas fumígenas así como también prácticas de infantería de marina. La permanente ejecución de dicha actividad repercute en el ecosistema autóctono, provocando el éxodo y la disminución de numerosas especies de aves migratorias y residentes.
La comunidad de Mar Chiquita no puede permanecer indiferente. Comencemos otra etapa, a la altura de nuestra historia y por el futuro de nuestros pibes y pibas.
*Vecino de Mar Chiquita. Militante peronista y funcionario nacional.