Platense, el autor viene de la poesía, pero se dedica a la novela erótica, un género que cultiva en "Jannah". Este libro cierra una trilogía que abrió con "Clavelina" y "Bianca".
“La mujer es el grupo humano más sometido, vejado y esclavizado de la historia de la civilización”; con estas declaraciones el escritor Eduardo Kovalivker sintetiza su modo de ver el mundo femenino y el que describe en su último libro, “Jannah”, donde trata el tema de género sin dejar el romanticismo y el erotismo de lado.
Jannah es el nombre de la protagonista del texto -editado por Hojas del Sur, que cierra la trilogía que comenzó con “Clavelina” y continuó con “Bianca”-, una profesora sexualmente insaciable que conoció en Israel a Eli, el protagonista masculino de la historia de Kovalivker.
Eli es un hombre enamoradizo, bohemio y con problemas psiquiátricos que se debate entre el amor de Jannah y de su contrafigura, Lili, una guerrillera de izquierda que conoció en la Argentina.
En sus trabajos anteriores, el autor platense escribió sobre la temática de las mujeres. En “Clavelina” narró la historia de una joven que vive en una isla caribeña y que fue educada para ser prostituta al igual que su abuela y su madre; en tanto que en “Bianca” cambia el paisaje y se centra en la vida de una condesa italiana, que no se sabe si es un personaje real o es un espíritu corporizado que el lector deberá develar hacia el final del libro.
Kovalivker se recibió de Ingeniero Químico en 1969, y durante muchos años dirigió la droguería Suizo Argentina. Pero ahora, alejado ya de ese rubro, se dedica de lleno a una pasión que nunca abandonó: la escritura.
-¿Cómo te acercaste al mundo de la literatura?
-A través de la poesía. Amé ese género porque mi madre me la inculcó desde que era pequeño. Luego hacía poesías para mis compañeritas de la escuela y, ya entrado en la adolescencia, escribí algún que otro poema, como casi todos; pero recién a los 20 años empecé a escribir poemas que fui guardando. En esa época escribía muy poco porque estaba totalmente dedicado a mi profesión. Mi primera novela la publiqué en 1984 y fue “Las horas que quedaron”.
-¿Qué te llevó a escribir, fue una necesidad de salir un poco del mundo de las ciencias exactas?
-No, en mi adolescencia me gustaba escribir y más tarde eso se convirtió en mi manera de expresar mis sentimientos y deseos. Siempre me gustó escribir. Mis ocupaciones desde que terminé mis estudios y hasta hace unos años fue, como la de la mayoría de los hombres, trabajar para formar una familia; en realidad no me quedaba mucho tiempo libre para escribir. La mayor parte de mi obra la hice en los últimos años, cuando ya me iba alejando de mis obligaciones.
-¿Cuánto tardaste en darte cuenta de que eso que escribías era más que un hobby?
-Mi historia es la que le pasa a la mayoría de la gente que siempre de chico soñó con ser pintor o cuidador de flores, o escritor o poeta, y tiene que elegir una profesión para ganarse la vida. Elegí ingeniería química y con los años hice crecer la empresa de mi padre que en un principio era chica; luego se la legué a mis hijos, y hace varios años que no tengo nada que ver con ella. Lentamente, cuando fui delegando funciones, comencé a dedicarme cada vez más a lo que siempre había amado: la poesía. Pero como no entra entre la gente, porque está destruida por los pseudopoetas que escriben cualquier cosa y dicen que es poesía, se me ocurrió escribir novelas para ir contando cosas.
-¿Incursionaste en otras temáticas antes del erotismo?
-Seis libros de poesía y una novela de corte fantástico y reivindicativo.
-¿Por qué elegiste el género erótico?
-Me divierte escribir sobre este género. Provengo de la poesía, área muy olvidada en estos tiempos, y quise ponerme a escribir novelas eróticas, con acción y romances, historias de vidas con fuerte contenidos eróticos, y vi que este tipo de novelas tuvo muy buena aceptación de los lectores.
-¿Hay algún libro que te haya marcado?
-Los poetas que me marcaron son Neruda, Darío, Almafuerte, Borges y muchísimos más.
-¿Qué te parece esta revolución de la novela romántica que se evidenció en los últimos tiempos?
-Siempre hubo autores eróticos románticos, desde el principio de la historia. Hace más de 50 años de que comencé a leer intensamente. Para mí una mujer hermosa siempre fue una novela romántica en gestación. En mi vida leí mucho los clásicos, amo a los escritores latinoamericanos y siempre hubo hombres y mujeres fantásticos, como Alfonsina Storni, Margaret Yourcenar o Isabel Allende. Nunca me fijé en el sexo a la hora de leer.
-¿Sentís que estás “invadiendo” un género femenino por excelencia?
-No siento que esté invadiendo ningún sector. Desde chico escribí poesías románticas, no eróticas. Hoy continúo escribiendo novelas románticas con características eróticas porque me divierte y además me permite trabajar tramas en donde, generalmente, la mujer se sobrepone a la posición de inferioridad que el mundo da como natural. Quiero que quede claro que la mujer es el grupo humano más sometido, vejado y esclavizado de la historia de la civilización.