En 2001, fundó el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, una institución cultural dedicada a coleccionar, conservar y difundir el arte latinoamericano desde principios del siglo XX hasta la actualidad.
Por Manuel Fuentes
A los 22 años, Eduardo Costantini tenía tres hijos, trabajaba, estudiaba Economía y cuando llovía, salía en bicicleta a vender bufandas. Hoy es el fundador del Malba, el museo que alberga la mejor colección de arte latinoamericano del mundo, y el desarrollador de Nordelta, una ciudad en las afueras de la capital argentina que está considerada un modelo de urbanismo moderno.
A Constantini (Buenos Aires, 1946) siempre lo ha guiado una firme determinación de avanzar. La voluntad, la consistencia y el trabajo basado en la ética son su forma de enfrentar los desafíos.
“Yo empecé de cero. Trabajaba mientras estudiaba. Los días eran largos, pero yo tenía el propósito de ir hacia adelante”, relata en una entrevista con EFE este empresario y filántropo argentino, conocido tanto por su éxito en el mundo de los negocios como por su destacada labor como mecenas del arte.
En 2001, Costantini fundó el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), una institución cultural dedicada a coleccionar, conservar y difundir el arte latinoamericano desde principios del siglo XX hasta la actualidad.
“Empecé a coleccionar a los veintipico años. Durante más de una década compré obras de acuerdo a lo que me gustaba, pero no tenían la calidad artística para estar en un museo.”
Pero en 1980, conoció a Ricardo Estévez, un gran experto en arte que le enseñó a coleccionar y que se convirtió en su mentor.
Aprendiendo a coleccionar arte
Entonces decidió enfocarse al arte latinoamericano y fue reuniendo una colección de alta calidad con artistas como Frida Kahlo, Diego Rivera, Joaquín Torres-García, Antonio Berni, Xul Solar ,Tarsila do Amaral, Roberto Matta y Wilfredo Lam.
“Vi un terreno estratégico en Buenos Aires y decidí que era mejor poner un museo que construir un edificio y hacer negocio”, cuenta.
La ubicación del Malba en una exclusiva zona de la ciudad, la calidad de la colección permanente, la disponibilidad de recursos financieros y la profesionalidad de su equipo son las grandes fortalezas del museo, destaca su fundador.
“El desafío más importante es la financiación. En la cultura latinoamericana hay una baja percepción del apoyo a los museos y generalmente no hay una legislación impositiva favorable”, lamenta.
De hecho, Constantini está financiando de su propio bolsillo Malba Puertos, una extensión del museo con un presupuesto de diez millones de dólares en Puertos Escobar, una moderna urbanización que está construyendo en el nordeste de la provincia de Buenos Aires.
La colección del Malba abarca del modernismo latinoamericano en adelante y contiene obras escogidas de maestros del arte latinoamericano. Pero el museo además desarrolla programas educativos y tiene áreas dedicadas específicamente al cine y la literatura.
“La selección se basa en la calidad, los grandes maestros de arte latinoamericano y sus mejores obras, las que rompieron con la tradición. Cada vez que aparece una pieza superlativa, intento comprarla”, confiesa.
El Malba en la promoción del arte latinoamericano
Costantini se muestra orgulloso de la influencia del Malba en la promoción del arte latinoamericano.
“Al principio la visibilidad era mucho menor, pero el arte latinoamericano ha crecido en presencia y valoración. Hoy en día, las grandes obras de arte latinoamericano dialogan a la par con las de los grandes artistas internacionales.”
En este mundo globalizado, a Constantini le gustaría que se valorara más las culturas originarias y la importancia de la mujer en el arte, para que “haya una igualdad de oportunidades y visibilidad, y se imponga la calidad de la obra.”
Para este destacado filántropo, los museos son un lugar acogedor, “un refugio natural donde exaltar los valores culturales a través del arte”.
Convencido de que los seres humanos tienen una responsabilidad social, Eduardo Costantini donó su colección privada al Malba el mismo año de su fundación.
“Los museos crean comunidad, educan y enriquecen al interactuar con el público. Es una manera de disfrutar la colección de una forma más significativa”, confiesa.
Costantini piensa que la tecnología debe ser utilizada para mejorar los propósitos de las instituciones y está convencido que la inteligencia artificial aplicada al arte nunca reemplazará al ser humano.
“Hay improntas humanas que la inteligencia artificial no puede replicar. No creo que perdamos nuestra identidad como personas”, asegura Costantini, para quien la vida es “una construcción continua” y el éxito, “vivir de acuerdo a los valores”.
“El objetivo es crecer siempre, estar activo y entusiasmado”, concluye.
EFE.