En la previa de una nueva edición del superclásico, Alejandro Diez (Peñarol) y Bruno Sansimoni (Quilmes) anticiparon un partido que por un rato divide a la familia.
por Sebastián Arana y Marcelo Solari
Son primos hermanos. Ambos nacieron en Olavarría, muy unidos entre sí, aman el básquetbol y hasta comparten el mismo representante: Gustavo Monella. Sin embargo, los separa una pequeña gran diferencia. Alejandro Diez juega en Peñarol y Bruno Sansimoni, en Quilmes.
Este viernes, en una nueva edición del superclásico del básquet argentino, volverán a enfrentarse. El anticipo lo hicieron con LA CAPITAL, en una extensa entrevista en la que no faltaron las anécdotas, los recuerdos, alguna intimidad y, por supuesto, un profundo análisis del significado del clásico y de la actualidad ambos equipos. La invitación a leer está hecha.
-Sabemos que son primos ¿Podrían contar un poco más y cómo se metió el básquet en la vida de los dos?
-El parentesco viene por parte de nuestras madres, que son hermanas. Yo arranqué a jugar a los 13 años. Tuvo mucho que ver el papá de Bruno. Me llevaba a ver básquet. Mi familia nada que ver, es toda futbolera. Nunca se hablaba de básquet en mi casa. Pero el hermano de Bruno, Julián, jugaba al básquet e íbamos mucho a verlo. Yo jugaba al fútbol, de defensor, en Ferro de Olavarría, aunque me gustaba mirar básquet. Ibamos a ver a Estudiantes de Olavarría cuando estaba en el TNA y también en los primeros años de la Liga A (Diez).
-Yo había arrancado con el fútbol también, pero duré creo que seis meses -risas-. Empecé a jugar al básquet por mi hermano y por Ale. Tendría 5 o 6 años y ellos ya jugaban juntos y entonces arranqué a jugar yo (Sansimoni).
-Por lo que cuentan eran muy unidos, se separaron al venir Alejandro a Mar del Plata y volvieron a reunirse acá en 2014. Dicen que Peñarol te quería. ¿Cómo te decidiste por Quilmes?
-En ese momento me pareció que la mejor opción era venir a Quilmes. Yo había estado en algún campus años antes y me gustó lo que me habían dicho. Veía que le daban lugar a los juveniles, estaban Taya -Gallizi- y Luca -Vildoza-. Aposté por eso y creo que no me equivoqué y las cosas están saliendo bastante bien (Sansimoni).
-A mí me llamaban ¡eh! El “Negro” -Osvaldo- Echevarría me volvía loco porque lo querían en Peñarol. Justo el club estaba volviendo a reclutar jugadores y lo charlábamos en familia, yo trataba de aconsejarlo pero la decisión era de Bruno. No influí en su elección (Diez).
-Cuando Alejandro empezó a jugar en la Liga ¿vos lo seguías?
-Sí, sí, allá, en Estudiantes. Yo era muy chico y mucho no me acuerdo, pero iba a verlo siempre (Sansimoni).
-Yo me acuerdo mucho de la Liga Junior. Jugábamos con mi otro primo, Julián, en Estudiantes. Y nuestras familias nos seguían para todos lados. Bruno era la mascota. Ese año lo adoptamos. Y él estaba re-contento. Tenía 8 o 9 años y nosotros 17 o 18 (Diez).
-¿Y jugando en Peñarol lo venías a ver?
-Me acuerdo de un clásico que vine. Y ganó Quilmes -risas- (Sansimoni).
-Sí, fue tremendo. Ultima bola, un foul y vale del Sepo Ginóbili, en el cierre del año 2006. Me acuerdo (Diez).
-Y también fui al que se jugó en Olavarría. Y otra vez ganó Quilmes (Sansimoni).
-¿Son de juntarse con cierta frecuencia?
-Sí, cuando viene la familia de Olavarría nos reunimos, a veces vamos a la playa, a tomar mate. Pero no siempre nos coinciden los horarios y con los entrenamientos y el descanso mucho tiempo no tenemos (Diez).
-Cuando podemos, nos vemos. Vivimos a tres cuadras de distancia (Sansimoni).
-¿Y hay “chicanas” o apuestas?
-Hablamos mucho de básquet pero nunca apostamos nada. Aunque siempre hay alguna cargada. Yo llevo muchos clásicos y lo gasto porque él recién arranca. Todo bien. La familia se divide un poco, pero todos quieren lo mejor para cada uno (Diez).
-Pase lo que pase, se ponen contentos. Mientras juguemos, está todo bien (Sansimoni).
-¿Qué percepción tienen del clásico desde adentro?
-A mí me pone muy feliz ser parte. Y por suerte, en los ocho años que llevo en Peñarol, me ha ido muy bien en cuanto a resultados. La expectativa es siempre la misma. Es un partido totalmente diferente. No importa como llega cada uno. Nosotros estamos viviendo un presente complicado aunque pudimos tomar aire con el último triunfo ante Boca. Jugamos de otra manera, más sueltos. La llegada del nuevo extranjero -Steffphon Pettigrew- nos vino muy bien. Tenemos el equipo completo salvo la lesión de Nicolás Zurschmitten, a quien no lo tendremos por el resto de la temporada. Pero lo afrontamos de otra manera. La cabeza nos dio un vuelco. Habíamos tocado fondo en la última gira. Perder ocho partidos seguidos no es nada fácil, más en una ciudad donde la gente sabe de básquet, salís a la calle y te preguntan qué pasa. El entorno es complicado y Peñarol tampoco estaba acostumbrado a una racha negativa. La estábamos pasando mal en serio. Por suerte asomamos un poco la cabeza. Y diría que ganar el clásico es hermoso pero mucho más por la gente que por el equipo. Los hinchas están como obsesionados con el clásico, lo viven con mucha intensidad (Diez).
-Yo debuté en la Liga justo en un clásico y es tremendo. De afuera ya era algo extraordinario porque lo querías ver por la televisión o la computadora. Y de adentro es mucho mejor todavía. Se empieza vivir distinto, casi como un hincha. Desde una semana antes de jugarlo la gente te dice que hay que ganarlo como sea. Nosotros también lo sentimos así. Hacía 12 días que no jugábamos y teníamos en 48 horas primero a Boca y después a Peñarol. Sin querer, la cabeza se te va un poco al clásico. Vivirlo de adentro es algo muy lindo (Sansimoni).
-¿Un clásico que recuerden particularmente de los que jugaron?
-Varios. Recuerdo uno en la temporada que volví, el segundo, con el “Tulo” -Fernando- Rivero de entrenador. Me tocó hacer cerca de 20 puntos. Lo definimos al final con un par de triples y me tocó ser protagonista en ofensiva y ganamos en un final cerrado (Diez).
-Elijo el mismo, porque fue el que debuté -risas-. Y también me acuerdo mucho del último que ganamos en la temporada pasada. Lo habíamos pasado horrible y llegamos hasta la última fecha con chances de tener que jugar por la permanencia. Fue un desahogo terrible. Una mezcla de sensaciones. No pudimos entrar a play-off, pero el alivio fue terrible (Sansimoni).
-Nos encontramos en un par de jugadas. Me acuerdo que él estaba defendiendo no sé si a Alejandro Konsztadt o Luciano Massarelli y yo venía a la carrera para hacer una cortina. Creo que le grité “¡guarda, Bruno!” porque venía sin frenos y yo me conozco. Me puedo llevar puesto hasta al árbitro -carcajadas-. Tenemos la foto (Diez).
-¿Cómo los trata la gente de la otra vereda? ¿Han tenido algún problema, algunas situación?
-No, por suerte no. Siempre me han respetado. Mucha gente me reconoce haberme quedado mucho tiempo en el mismo club, no pasarme de bando. Algunos saben que tuve oportunidad de ir a Quilmes. Antes de jugar el tercer año en Boca me llamó Leandro Ramella y me ofreció venir con un buen contrato pero probablemente nunca se dé por todo lo que me une a Peñarol. No lo haría. Y la gente de Quilmes creo que me respeta eso, ser fiel a una camiseta. Sólo una vez, el primer año que vine yo me manejaba en colectivo para ir al Polideportivo. Una vez subí al micro, saqué el boleto, estaban todos los asientos ocupados y yo era el único que quedé parado. Y escucho del fondo unos gritos: “¡Pingüino! ¡Amargo!” Me empezaron a bardear cuatro con la camiseta de Quilmes. Me quedé callado y todo quedó ahí (Diez).
-A mí también me han respetado. Más allá de alguna puteada por la calle de alguno que te reconoce y te grita. Creo que si en la cancha te comportás bien y no hacés ninguna boludez y afuera te manejás correctamente y no provocás en las redes sociales, está todo bien (Sansimoni).
-Viviste una cosa muy loca la temporada pasada, porque de prácticamente no jugar, de golpe pasaste a jugar 40 minutos. ¿Cómo lo manejaste?
-Nunca me lo esperaba. Sabía que podía llegar a tener 3 o 4 minutos por partido y me encontré, por necesidad del equipo, jugando 40 minutos. Al segundo o tercer juego se lesionó Luca -Vildoza- y enseguida nos quedamos sin “Junior” -Luis Cequeira-. Fue algo muy difícil. Es otro ritmo. Yo venía de jugar Liga Junior o Liga de Desarrollo, y la competencia profesional es otra cosa. Lo tomé con tranquilidad. En los primeros partidos, Leandro Ramella casi no me hablaba porque no quería abrumarme con tanta información. Cuando se fueron recuperando los lesionados y empecé a jugar menos, ahí volvió a darme indicaciones sobre lo que tenía que mejorar (Sansimoni).
-Te fuiste a Boca en busca de tener más minutos porque adelante tenías a Leo Gutiérrez. Volviste después de tres años y ¡sigue estando Leo!…
-Sí, es increíble todo lo que transmite Leo a sus casi 39 años. Haberme ido fue una decisión que tomé junto con mi representante. No fue fácil. Quería irme bien del club. En Boca me tocaron grandes entrenadores -Oscar Sánchez, Néstor García y Carlos Duro- y también excelentes jugadores como John De Groat, Daniel Santiago, Robert Battle. Yo maduré y entendí que mi rol tenía que ser el de aportar minutos de calidad cuando me tocaba entrar. Tenía ganas de volver a Peñarol y lo hice convencido de que ese rol también lo iba a cumplir acá. Tengo el honor de haber hecho una amistad con Leo, hablamos mucho y ni hablar de todo lo que aprendí con él (Diez).
-Alejandro ya trazó un panorama de la actualidad de Peñarol. ¿Cómo analizás la temporada de Quilmes?
-Vemos bien nuestra temporada. Sobre todo por cómo fue el inicio. Hubo muchas complicaciones, no se sabía si Quilmes iba a jugar la Liga, arrancamos una semana después que la mayoría. El equipo se fue armando durante la pretemporada misma. Lo que esperaba la gente de nosotros era pelear abajo y salvar la categoría. Recién ahora vemos la situación de otra manera. Hace un par de partidos que nos pusimos como objetivo mirar un poquito más la parte de arriba de la tabla. Somos un equipo que no tiene ni mucha experiencia ni mucho talento, sacando dos o tres jugadores. Todo lo que tenemos que suplir con mucho esfuerzo y entrega y la gente lo valora. Acá les jugamos de igual a igual y les ganamos a equipos como Quimsa, Bahía Básket, Estudiantes de Concordia o La Unión de Formosa. Ahora estamos enfocados en escalar algún puesto, sin descuidar la parte de abajo (Sansimoni).
-¿Cómo imaginan el partido de esta noche?
-Duro, como todos los clásicos. No importa cómo llegue el equipo, es un partido aparte. Venimos los dos de ganar, bien. Es mejor llegar ganando que perdiendo, como hoy nos sucede a los dos. Pero no me parece determinante. Pero el clásico es todo distinto: los días anteriores, la entrada en calor, las prácticas, el scouting, la gente en la calle… Cuando vamos al club a comer o a entrenar la gente te saluda de una manera especial, te pide ganar el partido. Los dos estamos muy parejos en la tabla y el partido será importante para ambos (Sansimoni).
-Llegamos con la cabeza renovada. Después de las ocho derrotas necesitábamos salir a flote porque estábamos en una situación fea. El arribo del nuevo extranjero nos dio otro aire, puntos, confianza, personalidad, talla para el puesto… Nos cambió la cabeza. Con Boca se jugó con otra actitud y convicción. Perder tanto te va quitando confianza para tomar decisiones. Fuimos muy irregulares. Tuvimos rachas de tres o cuatro victorias. Pero también otras en las que empezamos a perder y no parábamos. Sufrimos dos series largas adversas: una de siete y otra de ocho derrotas. Perdíamos un partido y nos íbamos cayendo de a poco. A lo que se sumaban las lesiones y que no podíamos encontrar la dupla de extranjeros. Con Boca se vio otro partido y levantamos la cabeza. Sabemos que debemos ganar. Estamos en la recta final y nuestro objetivo de comienzos de temporada era ingresar en los play-offs. Estamos lejos, pero queremos sumar cosas para el equipo. Pettigrew nos vino justo porque era el puesto que necesitábamos reforzar y ahora jugamos cada uno en su posición (Diez).
-¿De cuánto sirven los partidos anteriores?
-No mucho. Nosotros cuando hacemos los scouting miramos los últimos dos o tres partidos de nuestros rivales, no más allá. Hace varios meses que jugamos contra Quilmes y pasaron muchas cosas. Por ahí nos fijamos más en el que nos tocó perder, tenemos más en cuenta de qué modo nos lastimaron, los puntos que nos hizo -Ariel- Eslava en el poste bajo o las situaciones de pick and roll que jugó -Luca- Vildoza en el segundo tiempo. Pero éste es otro partido. Nosotros llegamos renovados. En estos últimos dos o tres días en el club se respiró otro aire. Necesitábamos un cambio de timón. Perder con Boca hubiera sido durísimo para el club, para los hinchas. Se notaba mucho el nerviosismo. Ahora necesitamos ganar para seguir en la pelea. Quedan dieciocho partidos y queremos llegar a los play-offs (Diez).
-Nosotros también nos enfocamos en los últimos tres o cuatro partidos del rival que enfrentamos. Tomamos en cuenta algunas cosas de los dos clásicos que ya jugamos esta temporada. Pero poniéndolas en su contexto. En el primero llegamos muy desarmados, el segundo fue otra historia. Algunas cosas se repiten. Por ejemplo, contra Alejandro jugamos muchas veces y sabemos que Leo -Gutiérrez- va a tirar sus triples. Algunas cosas se repiten, pero habrá nuevas cosas. Todavía no vimos los videos, pero deberemos hacer ajustes para cuidarnos del americano nuevo. Igual, en los clásicos, más que el scouting y la táctica, prevalece la actitud, el esfuerzo, la predisposición para ganar todas las pelotas divididas. Si te equivocás con una regla defensiva, lo tenés que arreglar tirándote de cabeza al piso… (Sansimoni).
-Tampoco nosotros nos debemos olvidar que Bruno cerró muy bien el último clásico. Nos habían sacado 18 y nos habíamos puesto a siete. Ahí apareció él y nos mató… (Diez).
-¿Cuáles van a ser las claves de juego?
-Para nosotros controlar el pick and roll de Vildoza, las caídas de -Iván- Basualdo, que las hace muy bien, y cerrar un poco a -Tracy- Robinson, que es un jugador interesante y hace un poco de todo. Pero creo que todo pasa por nosotros. Tenemos que salir con la misma cabeza y jugar con la misma intensidad que frente a Boca (Diez).
-Ellos basan mucho su juego ofensivo en los dos extranjeros. Los tendremos que tener bien defendidos. Y tener controlado a Leo. No estoy diciendo algo nuevo tampoco, lo sabe todo el mundo. Pero en estos partidos esos jugadores son más peligrosos. Te descuidaste dos veces, te metió dos triples y por ahí te cambió el rumbo de un duelo que siempre es muy anímico. Hay que estar atentos a las jugadas fuera de sistema. Y también, como decía Ale sobre Peñarol, centrarnos más en nosotros. Queremos ganar por nuestros hinchas y por nosotros mismos para seguir con este envión (Sansimoni).
Con buenos motivos para enfocarse sólo en el juego
Luego del atentado del último 13 de febrero a la sede quilmeña, la inmediatez del clásico preocupó a muchos. Afortunadamente, a poco de las 21.30 de este viernes, la hora señalada para que la pelota vaya para arriba en el Polideportivo, los miles de seguidores que tienen Quilmes y Peñarol están más pendientes de lo deportivo que de otras cuestiones.
Es que la tercera edición de la temporada de Liga Nacional de Básquetbol del clásico marplatense sorprende a sus dos protagonistas mirando hacia arriba.
Sobre todo a Quilmes, que llega a este duelo con tres victorias consecutivas y -pese al susto sufrido con Boca con el declive defensivo del segundo tiempo- en un buen momento de juego.
Desde la gira por Entre Ríos y Sunchales, el equipo de Javier Bianchelli recuperó la memoria defensiva. Dato fundamental para un conjunto que usualmente reúne el medio centenar de puntos en las posiciones del “1” y el “2”, con titulares y relevos.
Quilmes se potencia enormemente cuando el juego fluye y, como consecuencia de esa armonía, anotan otros intérpretes. Si eso ocurre, en el Polideportivo puede ponerse muy difìcil para cualquiera.
Con Diego Cavaco recuperado -seis puntos en poco más de ocho minutos frente a Boca-, Bianchelli tendrá a todos sus soldados a disposición.
Salvo Nicolás Zurschmitten, baja por toda la temporada, Marcelo Richotti también dispone de todo el potencial peñarolense.
En su equipo, por obra y gracia de la aparición en escena de Steffphon Pettigrew, el clima, cargado de nubarrones, cambió radicalmente.
El debut del moreno sirvió para cortar la extensa racha de derrotas (8) y, sobre todo, para potenciar el juego del conjunto. Peñarol jugó el último lunes ante Boca como hacía tiempo no lo hacía.
Pettigrew les devolvió la fe a todos. Primero, y fundamental, a sus compañeros, algunos de ellos muy mejorados gracias a su influjo. Segundo, a los hinchas.
El nerviosismo trocó en optimismo y los aficionados “milrayitas” acudieron en buen número a la venta anticipada de localidades efectuada ayer y el miércoles en la sede social de Garay y Santiago del Estero.
Todos los ojos estarán puestos en el estadounidense proveniente de las Abejas de León. Los “milrayitas” se preguntan si siempre jugará así o en un nivel parecido. Y los quilmeños que -a juzgar por el último clásico- disponían de la fórmula para limitar la ofensiva rival, hoy pasan por el tamiz su presentación del último lunes para elegir la mejor fórmula para frenarlo.
Todos ingredientes deportivos para sazonar al mejor clásico de la Liga Nacional. Los otros, afortunadamente, parecen haber perdido posiciones.