El clima acompañó el cierre del segundo fin de semana de enero: la máxima que superó los 27°. Con buena afluencia de turistas, los balnearios lucieron fuertemente concurridos, pero no a tope como otros años en esta época, según señalaron visitantes, guardavidas y vendedores ambulantes, con ventas "flojas".
Mar del Plata vivió un espectacular domingo que marcó el cierre del segundo fin de semana de enero, en el que miles de turistas y familias locales se volcaron a las playas con el clima como aliado, y si bien la concurrencia a la arena fue significativa, los propios turistas, guardavidas y vendedores ambulantes reconocen que “hubo mucha menos gente que otros años”.
A pesar del día ideal que tuvo la ciudad, con una temperatura que se mantuvo por encima de los 25° durante buena parte de la jornada y llegó a la máxima de 27,5° a las 11.20, se advertía sobrado lugar en las playas céntricas, en las del norte y también en la zona de Varese y Cabo Corrientes.
Desde la altura, al circular por la costa, se observaba el cielo completamente despejado, el sol radiante y playas con amplios espacios de arena completamente vacíos.
La marea estuvo baja durante la primera mitad del domingo, y eso hizo que muchos se volcaran directamente hacia la orilla con la intención de estar cerca del mar y poder refrescarse. Otros, como siempre, buscaron tranquilidad sobre la arena seca o bien junto a las escolleras.
Entre sombrillas, heladeras, esterillas, carpas y lonetas de todo tipo y color, miles de familias viajaron desde diferentes puntos de la Argentina para disfrutar sus vacaciones en Mar del Plata. Al tratarse de un domingo, además, se sumaron a la playa muchos marplatenses que tuvieron el día libre.
Sin embargo, a pesar de las excelentes condiciones meteorológicas con las que cerró el fin de semana, en todo el corredor costero comprendido entre Cabo Corrientes y La Perla, la afluencia a la playa fue moderada, lejos de la impresión de “estalló el verano”, característica de otras temporadas.
Los propios turistas y también marplatenses advirtieron que las playas no estuvieron colmadas. “Venimos todos los años y se ve poca gente; es decir, vinieron turistas pero nada que ver con otros años. Creo que por primera vez encontramos fácil lugar para estacionar en la costa”, describió un matrimonio de Lanús que veranea desde hace varios años en la ciudad.
“Somos de Mar del Plata. Está muy tranquila la playa por ser domingo, demasiado. Pero bueno, está difícil la situación y se ve que mucha gente no pudo venir esta vez“, contó una familia en la zona de la Bristol.
En Cabo Corrientes, los guardavidas, atentos al mar, señalaron que “el verano viene tranquilo, lógicamente hay gente pero la playa no está estallada”, lo que en su actividad disminuye la cantidad de rescates y emergencias a atender, aunque “siempre hay gente que necesita de nosotros y estamos a disposición”.
El mismo comentario hicieron los guardavidas de la zona de Las Tocas. “Muy tranquila estuvo la primera quincena. El sábado hubo un poco más de gente, pero son días. Y no tiene que ver tanto con el clima. Evidentemente no vino tanto turismo como otros veranos”, dijo.
Venta ambulante “floja”
LA CAPITAL dialogó con vendedores ambulantes de la playa y todos coincidieron en que, al menos por ahora, la venta “este verano viene floja” y que “la gente se cuida mucho en lo que gasta”.
Tanto aquellos que venden pareos, como quienes recorren la arena con sus carritos de vestidos, pelotas, juguetes para la playa, o bien quienes “patean” la orilla con sus canastos de churros, chipá o facturas, sostienen que las ventas distan mucho a las de otros veranos.
Desde su puesto de mallas y sombreros a metros del Torreón del Monje, Nora mostró preocupación por las pocas ventas que viene teniendo. “Vengo a vender desde 1997 y no me acuerdo otro verano así, quizás el del 2001, pero a pesar de que vendemos barato y mantuvimos en algunos casos los precios del año pasado, la gente se trae todo, compra lo justo y necesario”, indicó.
Alejandro camina cada día por toda la orilla de las playas céntricas con su carro lleno de mallas y vestidos. Lleva varios años en esta actividad y aseguró que “se vende poco, lo justo, la gente pregunta mucho los precios, compara y te piden algún descuento; es un verano muy gasolero”.