Volverá a hacer su programa desde el Radio City. "Las costumbres que se usan, los ejemplos de la poesía y de la literatura están todos contaminados de un patriarcalismo que no se advierte como inconveniente", observa.
-Vuelve al rito, Alejandro: radio en un teatro de Mar del Plata.
-Sí, volvemos pero de un modo muy parcial. Recuerde que nosotros permanecíamos unos diez o doce días o una semana por lo menos. Hacíamos lo que se llama una temporada. Y ahora hacemos lo que también se llama una función. Por lo menos volvemos a tomar contacto con la realidad teatral de Mar del Plata, a la cual estamos tan acotumbrados. Extraño aquellas largas temporadas, son distintas modalidades a las que se va adaptando la radio, el teatro, todo el circuito… conforme a las realidades económicas.
Acompañado por Patricio Barton, Gillespi y el Trío Sin Nombre, el gran Alejandro Dolina realizará este domingo, desde las 21,30 en el Radio City (San Luis 1750), su clásico programa de radio con público: “La venganza será terrible”. Se trata de un ciclo radial que lleva más de treinta años en el aire (hoy por AM750) y que mezcla historia, poesía, filosofía, humor y música.
“Nuestro programa no se parece en nada al programa que empezamos hace treinta años, sin embargo es el mismo. Pero no hacemos siempre lo mismo, los que hacemos el programa nos vamos modificando porque no estamos tan seguros de lo que hacemos, algunas cosas nos gustan, otras no, no tenemos una receta adecuada, tenemos algunas regularidades y muchas irregularidades”, explica Dolina a LA CAPITAL.
Agudo observador de los fenómenos que ocurren en la sociedad actual, Dolina dice que vivió un 2018 con una “gran desazón y tristeza” aunque sin encono. “No tengo tanta capacidad de encono, hay gente que se enoja y está bien que se enoje”, sigue, en relación a la pobreza generalizada y al aumento del desempleo, entre otros males.
No obstante, en este enredo que supone la actualidad mundial, Dolina avizora una hendija de luz. “La gesta de las mujeres es la única que tiene un signo de futuro”, describe, aunque aclara, pide permiso, para que no caer en la complacencia. El feminismo “es un tema que debe ser legítimamente opinado por las mujeres, que son las que viven las injusticias”. Y remata: “Que aparezcan ahora los muchachos de la esquina haciéndose los feministas para ver si cuelan algo a mi no se si me simpatiza del todo”.
-¿La discusión que planteó el feminismo en todos los ámbitos lo llevó a replantearse actitudes?
-Me parece que a la vista de todos estos fenómenos si uno no piensa algunas de sus actitudes es que está demasiado seguro de sí mismo como para ser considerado cuerdo. Las personas demasiado seguras de sí mismas por lo general están locas, ya que la otra alternativa es que sean geniales y siendo que uno ve más locos que genios, hay que sospechar de todas las personas seguras… yo pienso en mínimas situaciones cotidianas, cómo saludo a mis compañeras de trabajo, a mi me parece que bien, pero no estoy tan seguro, no sé… Uno ve personas muy dulces que sin embargo tienen arraigados algunos protocolos que incurren en el machismo inconsciente, que es el peor de todos, porque de eso no se vuelve. El tipo es machista pero no lo sabe, hay que estar atentos, porque las costumbres que se usan, los ejemplos de la poesía y de la literatura están todos contaminados de un patriarcalismo que está tan naturalizado que no se advierte como inconveniente.
-¿Habrá que hacer el mundo de nuevo?
-Es que de eso se trata, vivir en el mundo es hacerlo continuamente nuevo. Vivir el mundo es hacerlo nuevo.
Es como dice mi amigo Barton, esta es la única revolución antisistémica que se está produciendo en el mundo, casi todos los movimientos políticos, filosóficos son más bien de retroceso. Lo que hay en el mundo es Donald Trump, Bolsonaro. Son mayoría esos movimientos de reacción. En este mundo la gesta de las mujeres es la única que tiene un signo de futuro, e incluso a veces obviamente sucede en todas las revoluciones, es un poco exagerado, pero es así. Todas las revoluciones contienen su jacobinismo, su Robespierre y sus excesos. Es lógico y hay que aguantárselo. Yo pongo un punto de esperanza en ese lugar, pero no solo por lo que concretamente se está poniendo en tela de juicio, el tema patriarcal, sino porque es un movimiento de avance, de verdadero cambio, no un cambio nominal. Alguna clase de esperanza yo mismo deposito, en la medida en que ésta es una cuestión que debe ser atendida por sus dueñas.