Las palabras de Marco Panatonic, director de la bella "Kinra", que sucede en los Andes peruanos.
El cineasta Marco Panatonic tiene 35 años, viene de Cuzco, Perú, nació en una casita humilde en los Andes peruanos y su primera película sucede allí. “Kinra”, tal su título, resultó el mejor largometraje del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Se quedó con el premio Astor Piazzolla más importante, en una ceremonia de clausura marcada por la reivindicación del cine de autor y por la necesidad de que los Estados apoyen a las producciones independientes.
“Es difícil hacer cine en cualquier parte del mundo, pero en Perú faltan escuelas de cine, cinematecas, asociaciones de cine y además Perú tiene una carga muy racista y muy clasista y los oficios artísticos se sienten como lejanos. Hay que ser especial para dedicarse a esto”, dijo el cineasta, que saludó en quechua cuando recibió su galardón.
Si bien este filme de ficción pudo hacerse porque el Estado peruano dedicó fondos para el rescate de las lenguas originarias, el cineasta entendió en una entrevista con LA CAPITAL que en su país falta formación en cine y falta más apoyo. Este panorama “hace más lento el proceso” para que su país produzca cine. “Falta confianza para generar en las personas para que puedan elegir el cine”, dijo sobre lo que ocurre en su país.
Por su parte, el productor del filme, Walter Manrique destacó la carga personal e identitaria de “Kinra”. “Esperamos que más personas puedan hacer cine, porque en Perú esto se ve como algo inalcanzable y Marco con su película nos ha enseñado que contar nuestras historias es un derecho y que tenemos el derecho de contarla de esta manera”.
“Es una película peculiar, con planos largos que nos invitan a reconocer a nuestros compatriotas y a reconocer que hay formas distintas de hacer y de sentir el cine y Marcos nos inspira, tenemos derecho a contar nuestras historias de la manera en que queremos y no necesariamente desde la visión industrial, eso es lo más valioso”, apuntó el productor, para quien los 157 minutos del filme hacen difícil su estreno en salas convencionales, no así en espacios independientes en los que la película ayude a debatir y discutir la identidad peruana.