Eduardo López aceptó "como una chance" que el regreso de la actividad pueda darse "después de septiembre" pero subrayó la condición de que haya "temperaturas que ronden los 27 grados" para que el coronavirus "no tenga capacidad de transmisión".
El infectólogo Eduardo López, asesor del gobierno nacional en la lucha contra la pandemia de coronavirus, consideró hoy que “diciembre es un mes de seguridad” para la vuelta del fútbol argentino, sin descartar que pueda concretarse algunas semanas antes siempre que baje la intensidad de los contagios en el país.
López (MN 63.586) aceptó “como una chance” que el regreso de la actividad pueda darse “después de septiembre” pero subrayó la condición de que haya “temperaturas que ronden los 27 grados” para que el coronavirus “no tenga capacidad de transmisión”.
“Creo que ese escenario hasta diciembre no va a estar, por eso diciembre me parece un mes de seguridad. Para la vuelta del fútbol, el coronavirus tiene que ser un virus de contagio ocasional, disminuir la cantidad de casos a un ritmo menor al 1 por ciento diario”, explicó en una nota con Télam.
La proyección del especialista pone seriamente en riesgo los planes de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que suspendió la temporada 2019-20 pero reservó el derecho a que los ascensos de todas las categorías se produzcan en la cancha. Además, la dirigencia guardó la expectativa de jugar un torneo relámpago, con formato adaptable al tiempo disponible de disputa, y también la Copa Argentina para definir dos plazas a la Copa Libertadores 2021 y mitigar las consecuencias de la crisis económica que atraviesan los clubes.
López admitió que el fútbol integra la agenda de discusión del Comité de Expertos que conformó el presidente Alberto Fernández, pero “como una situación de espectáculo masivo”, al igual que otras actividades que también se encuentran completamente paralizadas desde el comienzo de la cuarentena, el pasado 20 de marzo.
“Si es el virus no tiene una franca caída no se puede comenzar a planificar nada. Hoy no es viable que haya fútbol y, por el momento, tampoco entrenamientos como se lo expliqué a (Sergio) Marchi (secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados) en una conversación reciente”.
López alertó sobre “cinco puntos clave que producen agrupamientos importantes de personas” en los deportes de conjunto como el fútbol, el rugby, el hockey sobre césped o el básquet.
“El primero son los vestuarios, donde se juntan entre 20 y 30 personas y, como me decía Marchi, en muchas canchas del fútbol argentino son espacios reducidos en los que no podría respetarse el distanciamiento social. El segundo son los baños, con el mismo concepto que el anterior”, enumeró.
“Tercero -continuó- están los lugares para dar las charlas técnicas, que suelen ser cerrados y concentran 15 o 20 personas muy juntas; cuarto tenemos los comedores y por último los micros para el desplazamiento de las delegaciones”.
“En el caso del fútbol, el juego en sí no representa un momento de riesgo para el contagio porque el contacto físico entre los jugadores se da por poco tiempo. Distinta es la situación del rugby -diferenció-, donde existen formaciones físicas y se pierde el distanciamiento durante el partido. Además, en Argentina, el rugby es una actividad prácticamente amateur y se agrega otro factor: el tercer tiempo”.
López, que también asesora a las autoridades del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, reconoció que esos condicionantes también limitan las posibilidades de la vuelta a las prácticas, pese a que varios clubes del fútbol argentino ya tienen un protocolo destinado a la seguridad de los entrenamientos en campo.
“Sucede que los entrenamientos tienen áreas comunes como vestuarios, comedores… En Europa se está intentando hacer (prácticas colectivas) pero no es fácil. El tema de las máscaras, como se está planteando en Inglaterra, no lo veo. Primero hay que analizar muy bien cómo funciona el filtro de silicona mediante fórmulas matemáticas y de computación”, señaló.
“Recién ahí se podrá saber si sirve para un entrenamiento o para un partido. Tener cubierta la nariz y la boca con una mascarilla (de neoprene) hay que pensarlo muy bien. Creo que su eventual implementación llevará como mínimo dos meses”, concluyó.