Sube a escena este domingo en El Séptimo Fuego. La protagonista, Natalia Marcet, necesitó transformar su experiencia dolorosa, un tratamiento de tres años y la recuperación en una obra de teatro que busca hablar de aquello que se oculta.
“Naty, Naty, tenés que salir, para contar tu historia”. Esta es la primera frase que abre el espectáculo “Gordas” y esas fueron, efectivamente, las primeras palabras de su amiga Ana Woolf cuando la visitó. En un centro de salud, Natalia Marcet se recuperaba de bulimia y anorexia.
Dieciséis años después, la obra “Gordas” -con dirección de Woolf- sigue subiendo a escena en diversos escenarios y persigue el mismo objetivo: convertirse en una “pregunta irresuelta que provoca, corroe, incomoda, sacude y ayuda a decir”, indicó Marcet, actriz que regresa a Mar del Plata este domingo. A las 21 subirá a escena con esta obra en el escenario de El Séptimo Fuego (Bolívar 3675).
“Diciendo lo que nos pasa el cincuenta por ciento está sanado”, indicó la actriz en una entrevista con LA CAPITAL. Y recordó que el espectáculo está basado en los diarios personales que ella misma llevó mientras duró su tratamiento.
“Gordas nace a partir de una necesidad personal: poder transformar una experiencia vital dolorosa y compleja que duró muchísimos años, en algo que ayude a traer luz sobre una problemática que nos atraviesa como sociedad”, indicó y contó que el tratamiento duró tres años.
“Durante todo ese tiempo, una inquietud me daba vueltas: cómo poder ayudar a partir de mi experiencia personal, qué herramienta usar para poder transmitir todo eso que estaba vivenciando, viendo a mi alrededor que no siempre la recuperación es exitosa.
Con el teatro como herramienta, junto a Woolf puso en diálogo la experiencia para “armar algo sobre esta patología silenciosa, que día a día devora víctimas en la sociedad”.
Así, el punto de partida fueron los cuadernos escritos a mano, “a modo de diario personal, a modo de vómito catártico, durante la época de la sintomatología y del tratamiento”, evocó.
Marcet narró que, en la actualidad, “la obra es un personaje más”. “Como todo personaje, es personal, pero no es personal, es una línea de pensamiento que devela algunos aspectos personales. Donde la estructura escénica y la exquisita dramaturgia construida por Ana, a partir de la puesta en diálogo de las distintas dramaturgias que construyen la obra, son el timón que me ayuda a levantar la tapa del arcón de los recuerdos y contar la historia, como una capitana que timonea y sale airosa de su propia tempestad”, agregó.
-Respecto de los ’90 parece haber un cambio en torno a la percepción del propio cuerpo, más aceptación, ¿lo notás?
-Es cierto. Afortunadamente ha cambiado y sigue cambiando la percepción sobre el propio cuerpo. Y se habla muchísimo más sobre el tema. Hay conocimiento sobre el asunto. Existe la ESI, y en las escuelas se trabaja el cuidado de sí, como uno de los ejes centrales curriculares de esta asignatura. Hoy, muchas colectivas, arrojan luz sobre la diversidad corporal, y el modelo único hegemónico está totalmente tematizado. Pero a la vez, la presión es más fuerte. Yo tengo 54 años. En aquella época, cuando comencé con el primer síntoma oficial (una dieta feroz de seis meses), la presión venía en forma de concursos de belleza, desfiles de modelos, revistas de moda. Hoy la presión es, como yo digo 24/7/365. Es decir las 24 horas los siete días de la semana los trescientos sesenta y cinco días del año. Porque sos si estás en las redes sociales, sos si tu imagen está en las redes sociales. “Posteo, luego existo”, me dijo alguien en una nota en San Martín de los Andes, hace unas semanas. Esta necesidad de mostrarse todo el tiempo esplendida/o, perfecta/o, feliz, exitosa/o, hegemónica/o en las redes sociales, con esa imagen que es plana y sin volumen, hace que la presión sea mayor.
-¿Qué propone el espectáculo?
-El espectáculo se propone poner en escena algo que se oculta. Por pudor. Por vergüenza. Por lo que fuere. El espectáculo no propone soluciones porque es un espectáculo. No es un tratamiento. Eso es asunto de las y los especialistas en el asunto: psicólogas/os, medicas/os, y todas y todos las y los profesionales que se dediquen a ello. Lo que sucede con el espectáculo es que nos interpela, nos invita a mirarnos y a decir, a decirnos. Desde un primer momento sucedió que al final la gente me preguntaba sobre la patología, en tercera persona “tengo una prima… una amiga mía…”. El espectáculo sacude estructuras y nos espeja.