Opinión.
*Por Julio César Tuseddo
Reconociendo los múltiples, fundamentados y valiosos estudios que evidencian el grave impacto en la salud pública que tienen los daños producidos durante la atención sanitaria, la OMS ha planteado que la seguridad de los pacientes debe ser una prioridad en las políticas sanitarias a nivel mundial para reducir el daño que los mismos servicios de salud producen y que son en alto grado prevenibles. Por ese motivo en mayo de 2019 los 194 Estados Miembros de la OMS reunidos en la 72.ª Asamblea Mundial de la Salud respaldaron el establecimiento del Día Mundial de la Seguridad del Paciente (Resolución WHA 72.6), que se conmemora anualmente el 17 de septiembre.
A modo de expresar la preocupación sobre el problema, edificios públicos en todo el mundo son iluminados de naranja, color elegido por la OMS para poner en relieve el problema. Es así como las pirámides de Keops, el
Imperial College de Londres, el Cristo Redentor de Río de Janeiro y otras icónicos estructuras en el mundo cumplen con ese ritual con el objetivo de que la población en su conjunto tome conciencia del problema y se planteen
acciones en las políticas sanitarias. A partir de este año el Palacio Municipal hará lo propio gracias a la iniciativa de la Concejala Paula Mantero.
Los objetivos generales de la jornada anual son fomentar la comprensión mundial en torno a la seguridad del paciente durante la atención sanitaria, aumentar la participación pública en las políticas seguridad de la atención
de la salud y promover acciones mundiales para mejorar la seguridad; todo esto para minimizar los daños a los pacientes generados por la asistencia
Para tener en cuenta, datos publicados por la OMS informan que:
● 2,6 millones de personas mueren cada año por daños que pudieron ser evitados en situaciones de atención médica
● El 15% de los costos hospitalarios pueden atribuirse al tratamiento
resultante de errores de seguridad del paciente en los países de la
OCDE. (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico)
● 1 de cada 10 pacientes sufren daños que pueden ser evitados mientras reciben atención hospitalaria en países de ingresos altos.
● Hasta 1 de cada 4 hospitalizaciones causan daños que pueden ser evitados a los pacientes cada año en países de ingresos bajos y medianos.
● Hasta 4 de cada 10 pacientes sufren daños que pueden ser evitados en los entornos de atención médica primaria y ambulatoria.
● Las estimaciones muestran que hasta un 20% -25% de la población general experimenta daños que pueden ser evitados durante la atención.
Este año el lema de la jornada será Medicación sin daño, teniendo en consideración que los errores y las prácticas de medicación inseguras son una de las principales causas de lesiones y daños evitables en los sistemas sanitarios de todo el mundo vale señalar que a nivel mundial, el costo asociado con los errores de medicación se ha estimado en $42 mil millones de dólares anuales.
Se proponen soluciones para abordar muchos de los obstáculos que enfrenta el mundo hoy para garantizar la seguridad de las prácticas de medicación.
Factores humanos como la fatiga, escasez de recursos, malas condiciones ambientales o escasez de personal afectan las prácticas de prescripción, transcripción, dispensación, administración y seguimiento de medicamentos, lo que puede provocar daños graves, discapacidad e incluso la muerte.
Para mitigar este fenómeno se han desarrollado múltiples intervenciones en diversas organizaciones a nivel mundial para reducir la frecuencia y el impacto de los errores de medicación, acciones que deberían ser promovidas por quienes gestionan los servicios de salud, para reducir el impacto del problema, aunque para ser objetivos, en la práctica son de aplicación demasiado variable y a veces nula.
La pandemia de COVID-19 ha acentuado el problema al poner de manifiesto los enormes defectos que afectan la funcionalidad de los servicios de salud y que los hace altamente inseguros, tanto que hoy se estima que es 1700
más seguro viajar en avión que recibir servicios de salud. Es que los servicios de salud intentan administrar medicamentos del siglo XXI con estructuras organizativas, procesos de gestión y sistemas de medición del
siglo XIX según expresa del académico de Harvard Michael Porter. Este defectuoso sistema de salud expone a los trabajadores de salud a violencia, estigmatización, trastornos psicológicos y emocionales, enfermedades profesionales, litigios judiciales, pérdida de valor profesional y en algunos casos hasta el suicidio, (es oportuno destacar que la tasa de suicidios de los médicos triplica la de la población general). Por otro lado, trabajar en entornos estresantes hace que los profesionales de la salud sean más propensos a cometer errores que pueden perjudicar al paciente.
Es prudente también observar que según estimaciones de la OCDE el 15% de los presupuestos de los hospitales se gasta en recuperar lesiones producidas por los mismos servicios, por lo que mejorar la seguridad de los servicios de salud es económicamente redituable.
Por todo lo visto podemos concluir que pacientes, trabajadores de salud y sistema son afectados gravemente por la condición de inseguridad que los servicios de salud ofrecen. Los primeros por sufrir un perjuicio no relacionado con el curso natural de su enfermedad; los segundos por sufrir la carga moral que el daño producido al paciente le acarrea; y el tercero por padecer las consecuencias de perder confianza por parte de los usuarios y ser ineficientes al no optimizar la inversión económica.
Debemos levantar todos la voz para visibilizar el problema, para que el sistema de salud incorpore a su práctica una cultura de trabajo que ponga como prioridad máxima la seguridad de los servicios que brinda. Es el desafío moral y ético de nuestros tiempos.
*Médico
Embajador Argentino de la Patient Safety Movement Foundation
Ex Director del CEMA