La ONG Huellas extiende fronteras con su ayuda en Latinoamérica e invita a sumarse a esta iniciativa altruista y que permite descubrir el verdadero significado de la solidaridad.
Cada 5 de diciembre, el Día Internacional del Voluntariado invita a reflexionar sobre el impacto transformador de las acciones solidarias en las comunidades y en las vidas de las personas. Bajo el lema “Cada voluntario, un cambio”, esta jornada reconoce y celebra a quienes, con dedicación y compromiso, contribuyen a construir un mundo más justo y solidario. Este día no sólo es una oportunidad para agradecer a los voluntarios por su labor, sino también un llamado a la acción para quienes aún no han descubierto el poder de dar.
“Nunca me había imaginado que podía unir mis dos grandes pasiones: ayudar a los demás y viajar”, cuenta Ezequiel Rodríguez, voluntario y fundador de la ONG internacional Huellas, que colabora con niños y ancianos en situación de vulnerabilidad. “Viajar con un propósito profundo, que deja huella, multiplica la experiencia de manera increíble”.
“Al aterrizar, la azafata de Arajet anunció por el parlante: ‘Bienvenidos, Huellas, a El Salvador’. Ese momento me marcó muchísimo al llegar con nuestra ayuda a Centroamérica. Nos emocionó e hizo sentir sobre todo acompañados, que en esto no estábamos solos”, relata el fundador que se prepara para su próximo desembarco a Ciudad de México de la mano de la aerolínea dominicana.
El voluntariado trasciende las fronteras de la ayuda puntual: es una forma de vida, un acto de entrega que genera conexiones profundas y cambios positivos. Los voluntarios dedican tiempo, energía y habilidades a diversas causas, como acompañar a personas mayores, colaborar con niños en contextos vulnerables y contribuir al bienestar de quienes enfrentan adversidades.
Ser un voluntario intercultural es embarcarse en una aventura que combina la pasión por viajar y el deseo de marcar una diferencia positiva en el mundo.
Transformar vidas a través de pequeños gestos
El poder del voluntariado radica en la suma de pequeñas acciones que, juntas, crean un impacto significativo. Sergio Moringa, voluntario de Huellas, describe su experiencia de viajar para hacer voluntariado como “transformadora”: “Te cambia todo: la forma de pensar, actuar y relacionarte con los demás. Aprendés de vos mismo y de las personas que conocés en el camino”.
Yanina Giménez, quien compartió la experiencia en Centroamérica, relata: “Desde el momento en el que me subí al avión supe que iba a ser una experiencia nutritiva, con mucho conocimiento y muy gratificante. Y así fue, me vine con otra mente, fue muy lindo”.
Participar en un voluntariado en otro país va más allá de prestar ayuda; es una oportunidad para tender puentes entre culturas, romper barreras y aprender de realidades distintas. El voluntariado internacional permite intercambios culturales y de conocimiento que enriquecen tanto a las comunidades locales como a los voluntarios. Es un proceso bidireccional, donde la empatía y la solidaridad no sólo ayudan a los demás, sino que también fortalecen el sentido de propósito y humanidad de quienes participan.
Además, viajar como voluntario representa una oportunidad única para enfrentarse a desafíos y desarrollar habilidades como la adaptación, la resolución de problemas y el trabajo en equipo. Estas experiencias son un recordatorio de que, aunque las culturas puedan ser diferentes, las emociones, las necesidades y los sueños son universales.
Agustina Ibarrola, voluntaria referente en CABA, viajó a Montevideo, Uruguay, y comparte una experiencia que encapsula el espíritu de viajar con sentido social. Durante su visita, una voluntaria local le confesó que admiraba los videos que veía en el Instagram de Huellas (@huellas.social), en los cuales los voluntarios bailaban con los abuelos, algo que no sucedía allá. “Le dije: Vamos a animarlos”, recuerda Agustina. Ese simple gesto de bailar con una abuela transformó el ambiente. Al final del día, la colaboradora local expresó emocionada: “Trajeron muy buena energía a Montevideo”.
Para Agustina, este instante simbolizó el verdadero propósito del voluntariado: “Esa fue la huella más grande porque justamente eso fuimos a llevar desde Argentina: energía, alegría y conexión”, reflexiona.
La expansión del voluntariado internacional en América Latina refuerza la idea de que la solidaridad no conoce fronteras. Viajar puede ser una fuerza para el bien. Estas iniciativas no sólo fortalecen la red de apoyo en la región, sino que también promueven un mensaje claro: en un mundo globalizado, los problemas compartidos necesitan soluciones colectivas.
Un acto de amor que transforma
El voluntariado no es sólo una acción altruista; es una forma de vida que permite descubrir el verdadero significado de la solidaridad. Para quienes lo practican, es una oportunidad de crecimiento personal. Para quienes reciben apoyo, es un recordatorio de que no están solos y de que siempre hay personas dispuestas a tender una mano amiga. Viajar para hacer voluntariado es ser parte de una cadena de solidaridad que se extiende a lo largo y ancho del mundo.
En este Día Internacional del Voluntariado, la ONG Huellas celebra a todas las personas que eligen dedicar su tiempo y habilidades a construir un mundo mejor. Sus historias inspiran e invitan a reflexionar sobre la propia capacidad de cada uno para generar cambios. Para mayor información, visitar el sitio web huellas.social