Se trata de la Micaela Aracil. Fue aprehendida por fuerzas federales en el aeropuerto internacional de Ezeiza. El juez Santiago Inchausti había ordenado su captura luego de que la imputada no se presentara a una serie de audiencias. Está acusada de ser parte de una asociación ilícita.
La hija de uno de los dueños de Sobremonte, acusada de ser parte de una asociación ilícita, fue detenida en el aeropuerto internacional de Ezeiza cuando regresaba al país.
Fuentes consultadas por LA CAPITAL, informaron que Micaela Aracil, fue detenida por fuerzas federales el pasado 11 de marzo cuando regresó a la Argentina de Costa Rica.
El juez Santiago Inchausti había ordenado la captura nacional e internacional de Micaela Aracil en marzo, luego de que la procesada se ausentara a una serie de audiencias en el marco de la investigación por la posible comisión del delito de asociación ilícita fiscal en el complejo Sobremonte.
Micaela Aracil – hija de Eduardo, otro de los imputados- no se presentó a unas audiencias a las que debía ir junto a su fiadora para terminar de cumplimentar los pasos legales que se habían fijado en su procesamiento sin prisión preventiva.
Micaela Aracil, al irse de Argentina hacia Costa Rica, entró en “rebeldía” y por eso si libraron las órdenes de captura nacional e internacional.
La Justicia Federal había procesado en junio del año pasado a los dueños del Complejo Sobremonte y a otras personas por el delito de asociación ilícita fiscal con la que habrían realizado maniobras de evasión tributaria entre 2003 y 2014 mediante la interposición de personas físicas y jurídicas con la finalidad de eludir el pago de tributos nacionales.
En ese momento, se fijaron cauciones personales por la suma de un millón de pesos y de cien mil pesos y se ordenaron embargos por la suma de cinco millones de pesos.
La Fiscalía interviniente es la Federal Nº 1, a cargo de Laura Elena Mazzafferri, y la Administración Federal de Ingresos Públicos es parte querellante en la causa.
Para los representantes del Ministerio Público Fiscal, la explotación ficticia del lugar se llevó a cabo -al menos desde 2003 hasta 2014- a través de una cuidadosa ingeniería compuesta por sociedades y personas físicas que actuaron como testaferros con el único propósito de encubrir a los dueños, quienes son los verdaderos beneficiarios del funcionamiento del lugar, evitando de este modo el cumplimiento de sus obligaciones impositivas. El Complejo Sobremonte, un multiespacio que engloba pistas de baile, restaurantes y lugares de esparcimiento desde hace casi 40 años, aumentó considerablemente su dimensión en el transcurso del tiempo.