Presente en la mayoría de las provincias vitivinícolas, en 2022 registró un total de 17.448 ha cultivadas, lo cual representa el 8,4% del total de vid del país.
La uva Bonarda se posiciona en la actualidad, con más de 17 mil hectáreas de extensión, como la segunda variedad tinta plantada en la Argentina después del Malbec; y el descubrimiento de su potencial enológico promueve la elaboración de productos de calidad, más allá de su aptitud para mejorar vinos de corte.
Presente en la mayoría de las provincias vitivinícolas de la Argentina, en 2022 se registró un total de 17.448 hectáreas cultivadas con el varietal, 8,4% del total de vid del país, consignó un informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en el marco de la Semana del Bonarda.
El año pasado la producción total de Bonarda en el país fue de 1.816.353 quintales, 9,4% de la cosecha total, y se comercializaron 104.566 hectolitros (hl) de varietal puro de Bonarda y 85.776 hectolitros en corte con alguna otra variedad.
Del total, 88% del vino Bonarda se despachó al mercado interno y 12% se exportó; del total, las ventas de vinos varietales Bonarda puro han aumentado 5,3% mientras que sus cortes disminuyeron 31,2% respecto al año anterior.
En diálogo con Télam, el enólogo e investigador Roberto González, uno de sus principales promotores en el país, explicó que esta “excelente variedad” cayó en el “ostracismo, no sólo en Argentina sino en el resto del mundo”.
“La Bonarda tuvo un bajo perfil, pero estuvo siempre presente, participando mucho en los cortes de vinos argentinos”, remarcó González, quien recordó que incluso “muchas veces se la confundió con el Malbec”.
En los últimos años, indicó el especialista, “empieza a trascender de a poquito gracias a dos grandes virtudes: el bajo grado alcohólico que le da su madurez tardía y taninos suaves, lo que le ha permitido tallar en las bases de la pirámide segmentaria de la cartera de vinos”.
Para González, autor del libro “Bonarda: la historia de un gran vino” y enólogo de la bodega Nieto Senetiner, se trata de “una variedad que permite llegar a los consumidores más jóvenes, en su introducción al mundo del vino, y acompañarlos en su camino a la alta gama, en la que el varietal tiene un gran potencial”.
En su libro, lanzado el año pasado, González relata la historia de esta cepa, su origen y los periplos del varietal en territorio argentino en un pormenorizado registro de datos técnicos, curiosidades y anécdotas.
Según el relevamiento del INV, la provincia de Mendoza tiene la mayor cantidad de Bonarda del país, alcanzando en 2022 las 14.670 ha (84,1%), seguida por San Juan con 2.008 ha (11,5%); mientras que el resto de las provincias solo hay 770 ha (4,4%).
En ese sentido, González recordó que la Bonarda se desarrolló principalmente en la región del sur de Mendoza, en San Rafael, y posteriormente en la zona del este de Mendoza debido a que se trata de una variedad de maduración más larga.
En relación a la Semana del Bonarda y la creación en 2014 del Plan de Desarrollo y Promoción del Bonarda señaló que “hemos ido trabajando muchas bodegas con las entidades públicas y académicas en un modelo sustentable” para dar a conocer la cepa y darle la oportunidad de “poder trascender a nivel internacional como ha pasado con otras variedades en Argentina”.
Con distintas actividades y diferentes espacios, la Semana del Bonarda busca descubrir la diversidad de vinos que propone esta variedad y conocer a las bodegas y sus hacedores.
De la iniciativa participan el Plan Bonarda, el Fondo Vitivinícola, la campaña genérica El Vino Nos Une, el Distrito del Vino de CABA, la Cámara Argentina de Vinotecas y Afines, la Asociación Argentina de Sommeliers, la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, la Municipalidad de San Martín y la Corporación Vitivinícola Argentina.
Télam.