La misma se realizó en el Teatro Municipal Colón el sábado pasado. Dirigida por el maestro Diego Lurbe y con la actuación solista de Mario Romano, deleitaron a una multitud.
Por Eduardo Balestena
En el marco de su ciclo anual la Orquesta Sinfónica Municipal se presentó en el Teatro Municipal Colón, dirigida por el maestro Diego Lurbe, con la actuación solista de Mario Romano.
La Rapsodia para clarinete, de Claude Debussy (1862-1918), escrita en 1910, abrió el programa. Concebida originalmente como una pieza de concurso para piano y clarinete y orquestada en 1911, sus exigencias son de diferente índole: la belleza del sonido pianissimo, los accelerando, las articulaciones. Es una pieza de colores y matices tanto en el instrumento solista como en la orquesta.
El Concierto nro. 1 para clarinete, de Carl Maria von Weber (1786-1826) fue el siguiente opus. Con requerimientos muy diferentes, más que nada en la rapidez virtuosística del primer y tercer movimiento y la dulzura expresiva del segundo, implica para el intérprete un consumado manejo de la técnica: control de la respiración, pasajes a registros extremos con gran rapidez, en una obra que, literal y figuradamente, no le da respiro.
Mario Romano, solista de clarinete de la Orquesta Sinfónica Municipal, integrante además de la Orquesta Sinfónica de Olavarría, es un músico versátil que se ha destacado, entre ellas con la Orquesta Music Hall, en otros géneros, también como saxofonista.
Asimismo, ha abordado, entre otras obras de cámara, la sonata opus 114 de Johannes Brahms (en uno de los ciclos de De Bah a Piazzolla). Lo destaca su musicalidad, flexible, expresiva, a la vez precisa; el sentido de la frase; el sonido, siempre cálido y afinado así como el manejo del instrumento, el trabajo con sus dinámicas y en el hecho de que nunca parece exigido al límite de sus posibilidades, control que significa que no pierda la fluidez de un fraseo musical que lo caracteriza.
En la segunda parte tuvo lugar el estreno de la Sinfonía de los trenes, del músico y compositor marplatense Mario Corradini. Destacado guitarrista, autor y musicoterapeuta, señaló, en las palabras previas a la audición de su obra, que la escritura de ésta obedece al recuerdo de infancia de acudir al paso del tren, recuerdo en el que se destaca el sonido característico de ese paso. Sus movimientos describen musicalmente: el viaje en tren; los andenes donde se producen las esperas; los amores vinculados al convoy y el viaje de vuelta.
Es particularmente interesante el modo en que esta idea es plasmada musicalmente: en el primer movimiento más que producirse una descripción basada en los sonidos de la marcha, se explora la percepción y los sentimientos del viajero, con recurrencias de distintos patrones rítmicos y efectos sonoros que aluden a los sonidos que percibe, acentuados por lo que para él representan los distintos momentos de esa marcha.
El segundo y tercer movimientos tienen en común la exposición de un motivo sencillo, en una sección o en un instrumento solista (como el oboe en el tercer movimiento) enriquecido por aportes sucesivos y elaborado luego, para concluir en una reexposición.
El tema de amor convive, en un momento, con el motivo de la marcha del tren en los cellos. El último es diferente: en el pie ternario (6/8); en rítmica: reiteración de compases sin acentuación, seguidos por un aumento en la intensidad, con determinados acordes; en la cita, velada, transformada, de distintos temas y géneros, parece significarse que el regreso lo es al hogar (material y espiritual), uno signado por la tradición de la música argentina, la culta y la popular, unidas en un discurso, unidad en un propósito, el de regresar: al recuerdo, a las fuentes, a lo entrañable.
Es importante el acceso a obras de compositores actuales, a sus ideas, a la posibilidad de aecceder a su trabajo y a sus trayectorias artísticas.
Las Obertura Las hébridas, de Felix Mendelssohn (1809-1847) cerró el programa. Obra de enorme riqueza, en sus planos sonoros, en sus dinámicas y frases, tiene momentos inefables, como la polifonía de los dos clarinetes y las voces de la sección de cornos.
La orquesta, más allá de las limitaciones de número, sonó compacta, ajustada, afinada, en obras de muy diferente carácter, circunstancia a la que debe agregarse que una obra en estreno requiere la preparación desde cero.
Destacaron especialmente Mariano Cañón (oboe); Gustavo Asaro y Ernesto Nucíforo (clarinetes); la sección de maderas y de cornos.
Tanto con la colocación de atriles como por la exhibición de carteles por parte de los miembros de las distintas secciones, carteles en los cuales figuraban los instrumentistas e instrumentos ausentes, la orquesta reclamó por el llamado a concurso para cubrir quince cargos faltantes, cuya ausencia la limita seriamente como organismo, al impedirle abordar una extensa parte del repertorio sinfónico.
Tal como destacó, en su breve y sentida exposición, Andrea Porcel (solista de corno inglés), la Orquesta Sinfónica Municipal, creada en 1949, es uno de los organismos del interior más antiguos y que, en su planta de 75 miembros, llevó a cabo memorables ciclos de conciertos (por los solistas y por las obras), para agregar que no sólo es parte del acervo de la ciudad y una fuente de trabajo, sino el lugar donde se plasma una vocación.