El defensor del lector del diario Perfil, el periodista marplatense Julio César Petrarca, escribió un amplio artículo sobre el ataque de un grupo neonazi en Mar del Plata. "No se trata de un grupito inocente de loquillos desbocados sino de peligrosos huevos de serpiente cálidamente cobijados en un nido cercano a los poderes", sentenció.
El fin de semana, los diarios nacionales publicaron informes especiales sobre la nueva aparición de grupos neonazis en Mar del Plata. El defensor del lector del diario Perfil, el prestigioso periodista -además marplatense- Julio César Petrarca, expresó su reflexión bajo el título “Los huevos de la serpiente”. Sobre una carta publicada en el mismo diario escribió que “advierte sobre el peligro que implica mirar al costado cuando avanza, crece, opera, casi de manera impune, la ideología y práctica violenta de los nazis en Mar del Plata, ciudad en la que parece importar poco semejante acción que ha provocado ya palizas a ciudadanos, pintadas de esvásticas en lugares a los que sus autores han elegido como enemigos de su causa y manifestaciones más o menos avaladas, inducidas o protegidas por poderes locales en distintos estamentos”.
“En verdad -añade Petrarca-, esta situación hasta ahora localizada en una ciudad merece una atención periodística comprometida con el “no pasarán”, porque se trata de informar sobre esos hechos y también fijar posición, para que los lectores sepan de informaciones y de complicidades más o menos manifiestas para poner vallas ante el avance de los violentos. No es una mera declamación la que hace el autor de la carta: Mar del Plata ha sufrido muy intensamente la acción –que llegó al asesinato y la tortura- de personajes y organizaciones claramente identificados con la ideología nazi en las décadas del 60 y el 70. Fue una ciudad que vivió primero las acciones de grupos como Tacuara, respaldados por sectores importantes de la iglesia católica y ciertos dirigentes políticos de diverso signo; luego la aparición y práctica de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), que inauguró su práctica homicida con la estudiante de arquitectura Silvia Filler en 1972 y desarrolló un plan sistematico de eliminación de militantes de izquierda (en particular de la juventud peronista) que fue ampliado casi sin solución de continuidad más tarde por la Triple A. Por entonces, la ciudad veía esvásticas en sus paredes y los poderes públicos callaban por temor o por complicidad. En los medios periodísticos del balneario se decía poco o nada, y menos aún en los espacios de opinión”
Conocedor de la reciente historia marplatense, Petrarca añade que “para establecer un paralelo revelador, algo similar sucedía en Alemania y en Austria con los diarios cuando Adolfo Hitler apenas comenzaba su carrera al poder. Un artículo de Antonio Maestre, periodista español que colabora en el sitio La Marea de Madrid, recuerda: “Antes de que Adolf Hitler llegara al poder y fuera tarde para detener su ignominia, un grupo de periodistas y editores del Münchener Post habían escrito artículos, editoriales y advertencias sobre el peligro que suponía para Alemania y el mundo aquel pequeño hombre austríaco. Sin embargo, Martin Gruber, Erhard Auer, Edmund Goldschagg y Julius Zerfass, los primeros en predecir lo que ocurriría si el líder nazi accedía al gobierno, han sido olvidados por la historia”. No fueron éstos –integrantes de la redacción de ese pequeño periódico bávaro fundado por los socialistas de la región y perseguidos luego por Hitler y sus acólitos- los únicos en advertir lo que vendría, aunque los historiadores coinciden en definir como tibias o inexistentes las posturas críticas de los medios alemanes o austriacos hacia el nazismo en ciernes.
Cuando Hitler asumió el poder en 1933, los nazis controlaban menos del tres por ciento de los 4.700 periódicos que circulaban en Alemania, más que en cualquier otra nación industrializada, con una circulación total de 25 millones de ejemplares. Si bien Berlín era la capital de la prensa, las imprentas de ciudades pequeñas dominaban la circulación de periódicos (el 81% estaba en manos de empresas locales). A partir del arrollador avance del nazismo hacia un poder sin limites, los periódicos germanos debieron someterse a la nueva política comunicacional pergenada por Joseph Goebbels y por el propio Hitler o desaparecer.
Por todo ello, es un grueso error minimizar o cerrar los ojos ante los avances del nazismo en Mar del Plata con guiños explícitos o implícitos del poder político local, las autoridades eclesiásticas y personas o grupos interesados en promover las ideas y práctica de la derecha extrema: no se trata de un grupito inocente de loquillos desbocados sino de peligrosos huevos de serpiente cálidamente cobijados en un nido cercano a los poderes. El diario Perfil se ocupó ya del tema en varias ediciones. Este ombudsman propone a los lectores del diario seguir atentamente lo que está sucediendo en Mar del Plata y mantener en su memoria el registro de lo vivido en esa misma ciudad hace más de treinta años para que no vuelva a repetirse”, concluye el escrito de Petrarca.