Interés general

Desde España, una visión argentina sobre los efectos de la pandemia

Culminó el verano y un miramarense radicado hace varios años en Cataluña, contó a LA CAPITAL la situación sanitaria y económica en este momento atípico, con restricciones y sobre todo el panorama que se avecina de aquí en más en ese país.

MIRAMAR (Corresponsal).- En España comenzó el otoño y es momento de balance, pensar, barajar y dar de nuevo, sobre todo tras haber vivido un verano inédito marcado por la pandemia del coronavirus y todos sus efectos sanitarios, sociales y económicos.

En Salou, un pequeño y pintoresco pueblo de Cataluña, frente a las aguas del Mediterráneo y a unos 100 kilómetros de Barcelona, en 2009 un miramarense, Horacio Leguizamón (54), decidió radicarse y planear su vida tras varios años de trabajar como guardavidas en esa zona y también tener personal de seguridad en playas a su cargo.

Allí conoció a quien es su mujer, Begoña, con quien tuvo una niña Ainara. Llevan adelante un emprendimiento comercial, el restobar llamado “La Luz del Faro”, que entre su menú ofrece típicos platos de nuestra tierra.

“Se vieron reducidos los vuelos a Barcelona en un 80% y el turismo marca mucho la tendencia del año. Aquí en Salou, no estuvimos exentos sobre la merma público, esto hizo que trabajemos a un 60% con respecto a otros años con presencia de gente local. Tenemos Reus a 8 kilómetros que fue la ciudad más afectada por la pandemia en la zona”, remarcó Leguizamón ante LA CAPITAL.

La adaptación a las nuevas normas sanitarias fue progresiva y con distintas recomendaciones de los especialistas en salud de manera constante, algo que se transformó en todo un desafío para quien fuera en principio uno de los países con gran cantidad de contagios.

“Además de las mascarillas y guantes, las distancias de seguridad fueron aumentando o disminuyendo, algo que nos obligó a duplicar el esfuerzo para mantener abierto nuestro lugar de trabajo”, destacó el argentino.

Actualmente, dentro de su establecimiento gastronómico situado a pocas calles de la paradisíaca Cala Crancs, deben existir 2 metros entre una mesa y otra por lo que hubo que adaptarse también a esa normativa para evitar la expansión del coronavirus, además de la utilización del alcohol en gel y otras indicaciones de higiene.

“A medida que fueron cambiando las fases las recomendaciones se modificaron, sobre todo en cantidad de personas en el interior de los comercios. Eso afectó sensiblemente el aforo y las recaudaciones”, sostuvo Leguizamón.

Esta misma situación se vivió en las playas con medidas difundidas a través de carteles o megafonía, además del control por parte de socorristas con policía, aunque hubo casos en que debieron cerrarse accesos hasta que logró respetarse la distancia reglamentaria.

“La mayoría de la gente siempre respetó las normas, pero al principio cuando había libertades se descontrolaba la situación porque la gente hacía mucho tiempo que estaba confinada. Venían desde Lleida y Zaragoza, ciudades cercanas y ante las restricciones se volvían a sus hogares y era cómo empezar todo de nuevo”, remarcó el oriundo de Miramar.

Futuro económico

En esa región de Cataluña se aguarda un invierno complejo debido al desfasaje económico de un ciclo estival marcado por el Covid-19.

“Va a tener que haber mucha ayuda social por parte del Estado para que se pueda superar esa época del año. Aquí está Port Aventura, que sería la competencia de Euro Disney, un lugar donde entran generalmente 20.000 personas por día y este verano ingresaron sólo 4.000 o 5.000”, destacó Horacio Leguizamón.

“Están con comunicados que por ahí cierra porque dicen que no pueden sostenerlo, es apenas rentable y ha quedado mucha gente sin trabajo al igual que en hoteles que estuvieron con actividad sólo 2 meses cuando llegan a estar abiertos hasta 10 meses. Se aguarda que, mediante el Expediente Temporal de Regulación de Empleo puedan al menos cobrar una ayuda del gobierno”, aclaró.

Estar lejos

Si bien pudo establecerse, formar una familia, tener allí también su primer hijo nacido en Argentina, a uno de sus hermanos a pocos kilómetros de Salou y otro que viaja todos los años a trabajar, la imposibilidad de contar este año con sus padres por varios meses con él, significa una preocupación.

“Sabemos que ellos están cuidándose ahí en Miramar donde tenemos parientes, pero se extrañan porque además siempre están dispuestos a ayudarnos con la niña. Si bien mantenemos comunicación permanente deseamos tenerlos pronto con nosotros. También aspiro regresar a mi ciudad de visita, pero por el momento es difícil”, concluyó este miramarense que, a pesar de estar lejos, siempre tiene presente su lugar de origen y las amistades cosechadas a lo largo de los años.

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