El "Bajadasaurus pronuspinax" habitó la zona hace 140 millones de años. Los primeros restos se encontraron a finales de 2013.
Un grupo de paleontólogos descubrió en la Patagonia fósiles de una desconocida especie de dinosaurio perteneciente al grupo de los saurópodos y caracterizada por unas largas espinas óseas que cubren su cuello y espalda, según se informó en un acto celebrado este lunes.
El dinosaurio, presentado en el Centro Cultural de la Ciencia de Buenos Aires, recibió el nombre “Bajadasaurus pronuspinax” en referencia a la Bajada Colorada, una formación geológica en la provincia de Neuquén donde se encontraron los restos del animal, que se estima habitó la Tierra hace 140 millones de años.
El paleontólogo Pablo Gallina, uno de los cuatro artífices del estudio, explicó a EFE que el “Bajadasaurus” es miembro de la familia de los dicreosáuridos, que pertenecen al gran grupo de los saurópodos.
“Los saurópodos son los grandes dinosaurios de cuello largo y cola larga que son herbívoros y llegaron a tamaños colosales de 40 metros de largo, pero particularmente esta es una familia chica dentro de los saurópodos, por lo que tendrían aproximadamente 9 o 10 metros de largo”, afirmó Gallina.
El también investigador del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) detalló que al “Bajadasaurus” lo acompaña el término “pronuspinax” por algo “muy característico de este nuevo dinosaurio, que es la presencia de unas espinas muy largas y que apuntan hacia adelante en todo el cuello”.
Durante la investigación, barajaron varias hipótesis sobre la función de estas espinas, ya que al partir de fósiles, Gallina consideró “muy difícil” poder decir si también había una joroba para almacenar reservas o una especie de vela para regular su temperatura corporal, tal y como se plantearon.
Sin embargo, finalmente decidieron que la hipótesis “más probable” es que se tratase de una estructura para la defensa de estos dinosaurios herbívoros.
“No sería una defensa activa, sino una defensa pasiva, o sea una defensa de alerta. Son estructuras que dan alerta a los carnívoros que puedan acercarse. Un carnívoro se acerca, ve una estructura gigante espinosa y se lo piensa dos veces”, expresó Gallina.
Del mismo modo, el investigador argentino aseguró que estos dinosaurios necesitaban una estructura que reforzase a estas espinas, ya que eran “muy frágiles” y estaban unidas a la columna vertebral, una zona “muy susceptible” para la salud del animal.
“Nosotros consideramos que habría habido una funda córnea, como si fuese un cuerno”, explicó Gallina, que comparó estas fundas a los cuernos de animales como el antílope o la cabra.
Los primeros restos del “Bajadasaurus pronuspinax” se encontraron a finales de 2013 y desde entonces los investigadores llevaron cabo un “largo” proceso que incluyó limpieza de fósiles, visitas a distintos museos y la comparación de los restos de este dinosaurio con los de otras especies repartidas por el mundo.
Los resultados del estudio llevado a cabo por cuatro paleontólogos e investigadores en Conicet, Fundación Félix de Azara, Universidad Maimónides y el Museo Paleontológico Ernesto Bachmann se publicaron este lunes en la revista científica Scientific Reports.