Opinión

Democracia con Justicia Social

Por Eduardo Javier Niella

En agosto del año pasado iniciábamos una serie de artículos señalando que para arribar al 10 de diciembre de 1983 hubo un proceso previo, en el que los partidos políticos prepararon su reorganización.

Describimos a través de ellos que fue un proceso intenso por la celeridad con que se llevó a cabo, una difícil tarea, donde los militantes fuimos activos protagonistas.

Hoy concluimos esa saga de reflexiones y recordaciones porque estamos en las vísperas de conmemorar las cuatro décadas de la recuperación democrática.

Al hacerlo creemos propicio citar al General Juan Domingo Perón: “Los justicialistas luchamos por el Pueblo. No pretendemos poseer el poder sino alcanzar la justicia. Hemos demostrado que sabemos y podemos hacerlo, por eso nos duele contemplar cómo una legión de bandidos y otra legión de ignorantes han ido destruyendo lo que nos costó diez años levantar.

La actual crisis argentina obedece a un desequilibrio deliberadamente provocado por los más sórdidos intereses, que no alcanzaron a penetrar las consecuencias a que ellos mismos se exponían al hacerlo, quisieron castigar al Pueblo por el delito de haber disfrutado de un cierto grado de dignidad, en la vida de la nación. (…) la intención de destruir los valores morales de la nacionalidad y las virtudes del Pueblo argentino. Lo más repugnante de esa acción es que no la promueve una concepción diferente de carácter ideológico, sino la servidumbre a los más sórdidos intereses foráneos y vernáculos que se oponen al sagrado derecho del pueblo argentino de constituir una nación justa, libre y soberana.” (Fragmento de la carta a John Fitzgerald Kennedy – Julio de 1962)

Esa carta, escrita hace 61 años, parece ajustarse para describir parte de este nuestro tiempo.

Llegamos a los 40 años de democracia con un alto grado de insatisfacción social, con muchos problemas no resueltos y con algunos sectores añorando la dictadura.

Entendemos que este nuevo aniversario es una oportunidad para relanzar y recrear al sistema democrático, para fortalecerlo y profundizar en la consolidación de los derechos y obligaciones que hacen a su esencia.

Somos de los que creen que el objetivo no es una democracia participativa, porque ello es una redundancia, ya que la democracia es participación por definición de si misma, anhelamos una democracia con justicia social.

Lo entendemos, así como peronistas, tal como nos legó nuestro fundador en el “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional”, señalando: “Una toma de conciencia, debidamente razonada, nos pone en situación de ir directamente hacia las estructuras intermedias completas, que, cubriendo partidos políticos y grupos sociales, den a nuestra comunidad la fisonomía real de lo que queremos calificar como ‘democracia social’.

La configuración política de esta comunidad organizada implica la creación de un sistema de instituciones políticas y sociales que garanticen la presencia del Pueblo en la elaboración de las decisiones y en el cumplimiento de estas. (…)

La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el Pueblo quiere y defiende un solo interés: el del Pueblo”.

Esa democracia es “social”, porque la sociedad es su marco, su objeto y el instrumento de su realización y porque el Pueblo organizado en sociedad es el actor de las decisiones y el artífice de su propio destino.

Es ‘social’, en cuanto procura el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad”.

La coincidencia en la conmemoración de las cuatro décadas transcurridas desde la recuperación democrática y el recambio institucional que ocurrirá el próximo domingo 10 de diciembre son una oportunidad para renovar el compromiso de todas y todos los argentinos con el acuerdo fundante del Pacto Democrático por la vida, la libertad, la memoria, la verdad y la justicia celebrado en 1983, continuado durante estos 40 años, con luces y sombras, siempre en el marco de la Constitución y la ley, expresada en la voluntad popular de mayorías y minorías.

Celebremos la convivencia democrática, “por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia”

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