Arte y Espectáculos

Demián Rugna: “No es imposible una segunda parte de ‘Cuando acecha la maldad'”

Explica el éxito de su película, la más taquillera del cine de terror en Argentina. Habla del Instituto de Cine y da pistas para entender lo que representa su endemoniado: el contagio de la locura entre las masas y el vaciamiento de cabezas.

“No es imposible una segunda parte de ‘Cuando acecha la maldad'”, dijo en Mar del Plata el director de cine Demián Rugna. Su exitosa película no deja de sorprenderlo: en octubre del año pasado se estrenó mundialmente en Estados Unidos, luego llegó a las salas de cine de Argentina, más tarde a Netflix y ahora desembarcó en Asia. “Me pasaron el trailer de la película en japonés”, contó el director, antes de dar una charla en el Festival Internacional de Cine de esta ciudad, en la que abordó el cine argentino fantástico y de terror junto a otros colegas directores.

“Cuando uno hace cine, cree que puede pasar, pero está muy lejos de que pase; y cuando pasa, uno dice ‘esto es lo que deseé toda la vida, que se estrene tu película en todos lados”, agregó.

 

El director de cine Demian Rugna.

Rugna sitúa al terror en un pueblo campestre de la pampa argentina: una persona está poseída por un extraño mal y son dos hermanos los que intentan detener esa maldad que, hasta el momento, parece estar contenida en un cuerpo deforme.

Es el filme de terror más taquillero de la Argentina y, además, Rugna se quedó con un premio Sitges en el Festival de Género más importante de España.

-Ahora que pasó más tiempo, ¿por qué creés que tu película gustó tanto?

-Me parece que, por un lado, tuvimos mucha suerte de que arrancó afuera muy fuerte. El éxito internacional también propició a que se le preste atención, mucha más atención acá, y que no se apuren a juzgarla. Faltaba también una película que fuera un éxito internacional de terror argentino, faltaba una peli que rompiera esa barrera del nicho, que se expanda. Se sumaron varias cosas, fue una tormenta perfecta para esta peli. Y, por supuesto, que cuando una cosa va bien afuera, siempre acá es bien recibida.

-Cuando entró a Netflix, ¿se disparó de nuevo?

-Fue como un segundo estreno, en otro circuito de público, un público que no va al cine prácticamente o que si va, no ve películas argentinas. Incluso es un público que no ve terror pero ve el cartelito en Netflix como una de las más vistas y se mete a ver qué onda.

-Tu película es muy argentina, en el sentido de que ocurre en un entorno bien bonaerense, en un pueblo de campo. ¿Eso ayudó?

-Sí, lo lindo es que muchísima gente se sintió identificada con los personajes, con el regionalismo, eso funciona en todo el país. Puede considerarse no tan porteña. Y afuera es llamativo también cómo una historia tan propia, tan regional, fue abrazada y aceptada en todas las audiencias, en las diferentes audiencias. Eso la hizo multicultural.

-Sabemos los vínculos que se tejen entre el cine de terror y las cuestiones sociales, históricas; el terror sublima miedos. En ese sentido, ¿qué representa este personaje embichado?

-Yo no sé si tanto el embichado, lo que intenté hacer en un primer momento fue contar cómo la gente se aliena y se va contagiando la locura, cómo se puede convencer a una masa de personas a hacerse pelota entre sí, a autoflagelarse. Me parece que iba mucho más por ese lado, al menos en su génesis, de cómo la locura se transmite de forma fácil. El embichado apareció y uno puede tomar una libre interpretación de lo que quiera. Cuando empecé a escribir, me llamaba mucho la atención la gente de los pueblos fumigados, la gente enferma de cáncer en el medio del monte sin recursos y que a nadie le importa nada y siguen fumigando. Era esa interpretación, cómo traspolar esa realidad a una fantasía, a un tipo enfermo con una familia sufriendo por él, un tipo endemoniado. Pero de eso no habla la película, son cosas que a uno lo van inspirando.

-¿Metés a las redes sociales cuando hablás de ese contagio de locura?

-Todos los medios de comunicación que hay en la actualidad, los medios concentrados, hasta las redes sociales que manipuladas son un arma de propaganda masiva y que nos hacen muy mal a todos, siempre lo sentí, lo vi así. Un poco la transmisión de esa locura, como veo que sucede, es lo que me inspiró a escribir sobre este demonio que se mete en tu cabeza, te saca todo, te la vacía y te hace tentar contra vos mismo.

-¿Hiciste “Cuando acecha la maldad” con el apoyo del Incaa?

-A la película la hice en 2022, tuvimos el apoyo del Instituto por suerte. Es una película que creció a la par de la industria (cinematográfica), creció a la par del crecimiento del cine de género local y ese crecimiento siempre fue apuntalado por el Instituto, con películas malas, buenas, exitosas y fracasos, pero fue la forma de que creciera nuestra industria y que podamos llegar al nivel que llegamos con “Cuando acecha la maldad”. La apuesta no tiene que ser resultadista con la cultura, son procesos, son crecimientos. Si hacíamos esta película hace diez años atrás, no la iba a ver nadie, pero hubo un crecimiento. Así como hubo un crecimiento de la industria, lo hubo del público. El Incaa estuvo ahí en las malas para seguir apoyándome, esto es cien por ciento el resultado de una política cultural de décadas.

-¿Ves que estás políticas públicas estén amenazadas?

-Sí, totalmente. Hay una intención de cambiar la matriz cultural, pero más que amenazada, lo que siento es que está siendo atacada. Todos los que participan de este colectivo que hacemos cine en Argentina estamos bajo una mirada influenciada por opiniones que no te cuentan la historia completa y nos acusan con el dedo como si nosotros fuésemos chorros, que hemos robado el dinero del Estado. Creemos que es una cuestión más ideológica que otra cosa.

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